El cóctel mortal de Villabona

PILAR CAMPO OVIEDO

ASTURIAS

Centro Penitenciario de Asturias
Centro Penitenciario de Asturias

Las autopsias de los fallecidos revelan fallecimientos por sobredosis, suicidios e infartos

27 may 2016 . Actualizado a las 05:00 h.

Los canarios Juan V.H. y Jonathan Jesús A.U., fallecieron en la prisión de Villabona el 1 de noviembre de 2014 tras ingerir presuntamente un cóctel de pastillas y drogas. Ambos llevaban vidas paralelas. Estaban cumpliendo condenas superiores a tres años de cárcel por su participación en diversos hurtos y delitos contra la salud pública. Tenían un perfil común de politoxicomanía y estaban ingresados en celdas contiguas en el módulo 8 del centro penitenciario. Los dos murieron el mismo día, con un escaso margen de tiempo. Su muerte se atribuyó inicialmente a una sobredosis de droga; una hipótesis de trabajo que, con el paso de las horas, fue variando hasta cerrarse con el combinado mortal de sustancias estupefacientes y pastillas. El descubrimiento de sus cadáveres, tras el habitual recuento, desencadenó una sucesión de denuncias públicas de familiares directos y de aquellos otros internos que han engrosado la lista negra de víctimas. Un balance mortal que se cerró en los dos últimos años con una decena de presos.

Los dos reclusos, de 32 y 40 años, habían estado juntos celebrando, unas horas antes, el nacimiento del hijo de uno de ellos. Fuentes penitenciarias reconocen que aunque existen «rigurosos controles» de las medicaciones que se reparten a los internos, en función de las necesidades que presenten relacionados con sus enfermedades o patologías, es «perfectamente factible» que tengan acceso a los medicamentos y a las drogas. «Es absurdo que la gente se pueda sorprender de que la droga circule por el interior de las cárceles. Hay controles, pero también los internos saben cómo encontrarla. En más de una ocasión, los propios familiares han pasado la droga en los vis a vis y ha habido juicios por ello», explican.

Los presos reciben su medicación de lunes a viernes a través de los servicios médicos del centro penitenciario. Los fines de semana y los puentes largos lo tienen controlado a través de servicios pautados de forma individualizada, según indicaron fuentes penitenciarias. «Estos controles funcionan. Los viernes se facilitan las dosis correspondientes a sábado y domingo y en fechas posteriores si coincide con días de puentes largos. A mitad del puente hay ATS que se encargan de ello. Pero ha habido casos, aunque aislados, de internos que lo toman todo de una vez y si coincide con un tratamiento de metadona es factible que se produzcan intoxicaciones graves», indican fuentes penitenciarias.

El portavoz de la Asociación de Parados del Valle del Nalón (Adepavan), Héctor Palacio, que ha denunciado públicamente el caso de los dos últimos langreanos fallecidos en Villabona, Omar G. y Eugenio F., considera necesario que se amplíe la vigilancia sobre los internos que presentan algún tipo de enfermedad puesto que, según los datos que maneja, «hay casos muy graves dentro de la cárcel. En el caso de Eugenio F., por ejemplo, venía a declarar a un juicio en Asturias procedente de la cárcel de Monterroso (Lugo). En la prisión lucense le daban tres pastillas y aquí, en Villabona, le dieron 15 pastillas. Esto es una barbaridad. Él no se drogaba e incluso hacía deporte en la cárcel», relata el portavoz familiar.

La causa seguida por la muerte de Omar G. se cerró con el diagnóstico oficial de fallecimiento por sobredosis; una versión que su madre, Marta L., aún no tiene clara. «Me dijeron que junto a su cuerpo había aparecido un mechero y una papelina de haber fumado y en otros sitios leí que no había indicios de drogas, así que no sabemos qué es lo que realmente ocurrió porque no nos dijeron nada en la cárcel», dice compungida un año después de su fallecimiento. Omar había llegado a la cárcel asturiana procedente de la prisión de Teixeiro (A Coruña), donde cumplía condena por un delito de contrabando de tabaco. Tanto Marta L. como Estela F., hermana de Eugenio F., cuyo cadáver apareció el mes pasado, cuentan con el apoyo y el asesoramiento de Adepavan para tratar de movilizar a otros familiares de presos y constituirse en plataforma de afectados para reclamar mayor transparencia informativa en el centro penitenciario.

Agresión mortal en el patio

El incidente más grave que tuvo como protagonista a un recluso como agresor fue el del marroquí Jaouad B.K., conocido por el apodo de Jomar, condenado por un jurado como autor de la muerte del también recluso Justo P.A. El tribunal popular aplicó las circunstancias agravantes de alevosía y ensañamiento y el atenuante de estado pasional. En la misma causa fue absuelto el funcionario de prisiones V.A., que había sido identificado por Jomar como la persona que le había alentado como instigador para cometer la agresión mortal. El magistrado de la Audiencia Provincial, que presidió la vista oral del juicio, condenó a Jomar a una pena de 17 años y 6 meses de prisión.

Siete mujeres y cuatro hombres integraban el jurado que en el año 2014 emitió un veredicto de culpabilidad por un crimen que se había registrado tres años antes dentro del mismo recinto penitenciario. Tanto la Fiscalía del Tribunal Superior de Justicia de Asturias como la acusación particular habían coincidido en resaltar, tal y como quedó recogido en el acta del veredicto, la «acusada brutalidad» con la que Jomar atacó a su víctima, el 11 de noviembre de 2011 en el patio del módulo 8 de Villabona.

Jomar mató al corverano Justo P. cuando ambos coincidieron en el patio, tras reconocerle a instancias de un supuesto comentario del funcionario, e identificarle como la persona que, ocho años atrás, le había apuñalado por la espalda en un bar de Gijón. El funcionario, que llegó a compartir banquillo con el recluso, incidió en la vista en que desconocía la relación de enemistad que existía entre los internos. Según la sentencia, el preso marroquí la emprendió a mató a «golpes y patadas en el costado y la cabeza» y tras retirarse unos metros «para tomar impulso, saltó sobre su tórax y cabeza varias veces sin que los otros internos pudieran evitarlo ante su actitud amenazante». A causa de los golpes, Justo sufrió la fractura de los huesos del cráneo. Justo P. llegó inconsciente a la enfermería y falleció poco después.

Suicidios en la enfermería

Los suicidios y las muertes naturales también engrosan la lista de víctimas intramuros. Así, en mayo de 2015, además de Omar G. fallecía en la macroprisión asturiana un interno gijonés, cuyo cuerpo apareció ahorcado en la enfermería. El recluso, que tenía asignado un preso de confianza para las labores de vigilancia al estar sometido al protocolo de prevención de suicidios, acabó con su vida a escasos metros de donde dormían otros tres compañeros, entre los que se encontraba el preso que le custodiaba.

Ese mismo año, un infarto acababa de forma fulminante con la vida de Galaxia H.S., de 27 años. La joven, ingresada en el módulo 10, uno de los módulos de respeto con que cuenta la prisión, era muy conocida por su afición a la práctica del boxeo. También por causas naturales, derivadas de varias complicaciones por una enfermedad crónica, fallecía esta semana Rubén M., de 36 años. La autopsia certificaba que su muerte se había debido a un edema pulmonar.