Promesa ecuestre en el Camino de Santiago

Oriol López
Oriol López REDACCIÓN

ASTURIAS

Benjamín y Jennifer Rodríguez, a lomos de sus caballos.
Benjamín y Jennifer Rodríguez, a lomos de sus caballos.

Un padre y una hija de Las Caldas serán los primeros en recorrer el itinerario del Norte a caballo

25 ago 2016 . Actualizado a las 20:24 h.

El Camino de Santiago está cada vez más de moda. Año a año crece el número de personas que se lanzan a esta aventura, que se suele calificar como «vital» o «inolvidable». De otra manera también surgen, o se recuperan, diferentes maneras de hacerlo. A la tradicional forma, a pie, se han sumado algunas como en bicicleta o, en este caso, a caballo. Un padre y una hija asturianos, naturales de una Casiello -una localidad de Las Caldas, que sonó recientemente por la boda celebrada por el rito prisciliano- se preparan en este momento para comenzar con su periplo a lomos de sus monturas. La expedición, de casi 900 kilómetros, les llevará desde Irún hasta la mismísima Catedral de Santiago de Compostela. Se trata de un hito del que no hay constancia de que se haya realizado antes, según la Asociación de Amigos del Camino del Norte, con la cual estos jinetes colaboran.

«Vamos a ir por toda la costa, desde Irún, pasando por San Sebastián, Bilbao, Santander, Gijón, toda la costa cantábrica y asturiana. Es el clásico Camino del norte», cuenta a La Voz Benjamín Rodríguez, el hombre que, en compañía de su hija Jennifer, realizará la ruta. Mañana, viernes pondrán rumbo a Guipúzcoa y empezarán el Camino propiamente dicho el sábado. Ambos tienen experiencia, ya que han hecho en otras ocasiones muchos recorridos largos, como a Mérida o el Camino Primitivo. Su hoja de ruta contempla arribar en 20 días a Santiago.

Aunque barajaron otro reto, finalmente se decidieron por el de la visita al apóstol. «Valoramos el hacer la Ruta del Cid, la cual enlaza Burgos y Valencia. Es una aventura que vamos a completar igualmente y que queda pendiente, seguramente para el próximo año, en función de cómo nos vaya este viaje y el trabajo», comenta el futuro peregrino, para quien los caballos no son solo ocio, sino su vida profesional ya que trabaja con ellos en su negocio, El Cumple de la Herradura. «Tenemos una empresa que hace actividades ecuestres dedicadas a los niños, como fiestas de cumpleaños, comuniones, talleres, salidas... esas cosas». Los animales que van a acompañarles en la aventura son, como es natural, suyos. Se trata de un caballo y una yegua, que reciben el nombre de Nerón y Xana, respectivamente. «A Nerón lo vamos a retirar ya, será su último viaje. Ya ha trabajado bastante y le llega el momento del merecido retiro», comenta el jinete, con visible cariño hacia su animal.

Este tipo de experiencias les gustan. Para ellos es «otra forma de ver España». Sobre todo, hay un punto clave que les maravilla: el contacto con las personas. «Nos encanta el trato que tienes con la gente cuando sales a hacer un viaje de este tipo, como hemos hecho antes. En momento en el que dependes de alguien para algo y se abre completamente a ti, aunque no tenga ninguna obligación, es totalmente grandioso», argumenta.

Rumbo al Camino del Norte

Embarcarse en este periplo atiende principalmente a un motivo: una promesa que tenían pendiente, relacionada con su empresa. «Cuando montamos la empresa de las actividades con caballos nos prometimos que en el momento en el que el negocio saliese adelante y fuese bien haríamos una ruta grande, como el Camino, a caballo. Es igual que cuando cuando haces una promesa a la Santina, ¿has hecho alguna?», termina preguntando Benjamín.

Padre e hija tienen la idea de hacer el trayecto de la manera lo más tradicional posible. Piensan dormir en tienda de campaña y son conscientes de que van «muy a la aventura», por muchas y variadas causas. «Nos hemos preparado en muy pocos días. Sinceramente, lo llevamos un poco a medias pero tratamos de gestionarlo en un tiempo récord». Su plan es llevarlo todo en sus mochilas e ir arreglándoselas «como puedan». «Queremos llevarlo todo nosotros. Tenemos que llevar nuestra comida y la de los caballos. Además, un caballo no es como una bicicleta o un coche, es un ser vivo, su mantenimiento es totalmente diferente». Una de las mayores ayudas que irán dentro de los petates de Benjamín y Jennifer también serán los planos y mapas topográficos del Ejército Español.

Dificultades del Camino a caballo

Los aventureros ya van con la mente preparada para enfrentarse a todo tipo de adversidades en su senda hacia Compostela. «Problemas vamos a tener todos los de mundo. Uno de los principales puede ser que no nos dejen pasar por los mayores núcleos urbanos. Hablamos con los ayuntamientos de las principales ciudades sobre permisos y no saben nada, no saben qué decirnos. También puede que algún caballo se ponga enfermo, que no haya donde dejarlos, el mantenimiento del caballo que depende totalmente de nosotros, posibles heridas tanto nuestras como de los animales...», comenta. Para tratar de evitar los relacionados con los corceles su intención es la de no separarse de ellos, lo cual explica su decisión de dormir en tiendas de campaña: «Siempre que podamos vamos a dormir a pie de caballo, no queremos separarnos de ellos. Tampoco está reñido con que, si se da el caso, pernoctemos en un albergue, siempre y cuando los caballos tengan un buen sitio lo más cerca posible donde estabular en buenas condiciones y con seguridad».

Al respecto de la dificultad del Camino, Benjamín lo tiene claro. «Para mí es mucho más difícil hacerlo a caballo, pero no por un tema de esfuerzo físico, sino más bien por la cuestión del aprovisionamiento y cuidados del caballo, que depende totalmente de nosotros», afirma. En su opinión, hacerlo a pie tiene un mérito «impresionante», pero ellos se enfrentan a «problemas logísticos» que no afectan a los caminantes. Necesitan unas instalaciones que «no hay» en el Camino, además de depender en «muchas ocasiones» de la gente y los vecinos. «Tampoco podemos pararnos donde queramos, ni hacer lo que queramos, estamos condicionados por los caballos».

Benjamín y Jennifer tienen muchas ganas de dar comienzo a su viaje, el cual califican como un «reto complicado», pero que afrontan con «muchísima ilusión». «Si no hubiese ilusión no lo haríamos, y lo hacemos con todas las ganas del mundo», concluye el vecino de Las Caldas.