Cooperar para resistir el vendaval globalizador

Pablo Batalla REDACCIÓN

ASTURIAS

La Cooperativa Campoastur, con sede en Pravia, recibe la Medalla de Plata del Principado en Asturias como «una sorpresa muy agradable» mientras trabaja contra el despueble del mundo rural

03 sep 2016 . Actualizado a las 17:43 h.

Es difícil inventariar en unas pocas líneas el variopinto conjunto de actividades que lleva a cabo la Cooperativa Campoastur, una de las flamantes medallas de plata del Principado de Asturias: supermercados, tiendas agrarias gasolineras, talleres de reparación de automóviles y una planta de selección de faba son algunos de los negocios; y fabes, sidra natural, piensos ecológicos, leche y queso algunos de los productos de esta cooperativa con sede en Pravia y fundada en 2012 de resultas de la fusión de seis cooperativas más pequeñas y comarcales, algunas de las cuales remontaban su origen a los años setenta: Aacomasi, Agropecuaria de Cangas del Narcea, Cosea, Coastur, La Oturense y Unión Ganadera de Tineo.

Cuatro años después de aquella fusión, Javier Fernández, director técnico de producción animal de la cooperativa, considera «muy acertada» aquella decisión ahora reconocida con una de las medallas que serán entregadas en Oviedo el próximo 8 de septiembre, en este caso por la contribución de Campoastur, dice el BOPA correspondiente, «al desarrollo de un sector primario profesional y competitivo dando respuesta a los agricultores y ganaderos para que puedan trabajar en mejores condiciones y comercializar sus productos en un mercado global cada día más exigente».

Tal galardón fue «una sorpresa muy agradable, porque el medio rural no está muy acostumbrado a este tipo de reconocimientos» para los responsables de esta empresa cooperativa que tiene como uno de sus objetivos primordiales combatir el dramático despueble del medio rural. «Tenemos», cuenta Fernández, «dieciocho delegaciones en toda Asturias en este momento, todas las cuales generan trabajo y servicios, que es una de las maneras que hay de asentar población. Además, una cooperativa como la nuestra no se puede deslocalizar: sólo tiene sentido en el medio rural». La empresa cuenta con 155 trabajadores y factura casi 56 millones de euros al año.

Campoastur cuenta con unos 6500 socios, 2500 de los cuales son agricultores y ganaderos profesionales, siendo los otros 4000 socios colaboradores o de consumo. Los alicientes para los primeros son también numerosos: entre los servicios que la cooperativa les ofrece encuentra, por ejemplo, un llamativo servicio de sustitución en granja consistente en la disposición a jornada completa de quince agentes formados para atender bajas por vacaciones o enfermedad en las explotaciones de los socios. «Mediante este servicio atendamos cada año a casi doscientas explotaciones que lo demandan», explica Fernández. Otro servicio con el nombre «Más que un respiro», con cinco trabajadoras, presta a su vez apoyo a las mujeres socias en sus tareas tanto profesionales como domésticas. «Hoy en día está de moda la responsabilidad social corporativa, y la cooperativa es el mejor ejemplo de eso», opina Javier Fernández.

Son tiempos, éstos que corren, de grandes cambios globales que están afectando especialmente al mundo rural, y hay un concepto que resuena con cierta fuerza en las ágoras del pensamiento crítico: «soberanía alimentaria», definida como la primacía del consumo de productos locales sobre la importación del extranjero y la protección del mercado doméstico contra los productos excedentarios que se venden más baratos en el mercado internacional. Cooperativas como Campoastur parecen puntales lógicos de esa reivindicación, y efectivamente Javier Fernández es de la opinión de que «la alimentación, la alimentación de calidad, debe considerada estratégica por los países», y que «debe darse más importancia a los productos locales identificando, al menos, los productos para que el consumidor tenga claro si está comprando leche o carne local o exterior».