Perros de apoyo para menores y víctimas de violencia de género en Asturias

Pilar Campo OVIEDO

ASTURIAS

Amelia Suárez Rico, con Cala
Amelia Suárez Rico, con Cala

El Colegio de Abogados avala implantar un programa que pretende facilitar la comunicación de las personas más vulnerables para que se relajen en los procesos judiciales

08 nov 2016 . Actualizado a las 20:22 h.

Cala es una perra de raza labrador, de un intenso negro azabache, que se acerca, olisquea y se deja acariciar. Tiene diez años y una mirada que transmite paz y tranquilidad; dos de los requisitos fundamentales que refuerzan sus cualidades. Es la trabajadora ideal que querría fichar cualquier empresario, porque no reclama un sueldo fijo, ni contrato y su única remuneración es el cariño y la felicitación que recibe por su actividad profesional. Cala es clave en el programa de la asociación «Tea Terapias con Labradores», del que forman parte otras cuatro perras labradoras, a las que se ha unido un «bichón maltés» y un «golden retriever»; todo un equipo canino adiestrado especialmente para facilitar la comunicación con las personas más vulnerables como víctimas de los delitos y con las que estos animales interactúan con la mayor naturalidad del mundo para conseguir excelentes resultados al propiciar la herramienta perfecta para reducir los niveles de estrés y angustia que supone enfrentarse a un tribunal de justicia.

Amelia Suárez Rico coordina este proyecto encaminado a potenciar la presencia de los perros de apoyo en los juzgados, que ha sido presentado en la sede del Colegio de Abogados de Oviedo. Su experiencia académica y profesional la avalan como experta en esta doble faceta de transmitir a los responsables de la administración judicial asturiana los beneficios que acarrearía la inclusión de los animales en las intervenciones y trasladar a las víctimas del delito una sensación de sosiego para que puedan afrontar sin miedo su comparecencia en los juzgados. Licenciada en Derecho, diplomada en Criminología, titulada por la Universidad de Oviedo en programas de intervención en terapias asistidas con animales y con un bagaje como juez y fiscal sustituta, Amelia Suárez resalta los excelentes resultados que se han obtenido con los perros de apoyo que, según explica, han facilitado la reducción del nerviosismo de los afectados a la hora de acudir a los tribunales.

Evitar la doble victimización

«Conseguimos reducir la doble victimización, para que ir a un juzgado no sea una agonía y se convierta en lo más liviano o menos gravoso posible, porque a la víctima hay que ayudarla», explica Amelia Suárez, mientras Cala busca con su mirada su complicidad.

Asturias podría convertirse en la segunda comunidad autónoma, después de Madrid, donde se autorizase la presencia de perros de apoyo en los juzgados para facilitar la comunicación con los menores incursos en procedimientos judiciales y las víctimas de violencia de género, dos de los colectivos más vulnerables, desde un principio, tanto desde la fase de investigación hasta la comparecencia judicial. Para ello la asociación «Tea Terapias con Labradores» tendría que salvar un escollo: convencer de las bondades de este programa a la Consejería de Presidencia y Participación Ciudadana del Principado, departamento que depende del consejero Guillermo Martínez, y al Tribunal Superior de Justicia de Asturias (TSJA), cuya presidencia ostenta el magistrado Ignacio Vidau. Si el Principado y el TSJA aprobaran la iniciativa, la región seguiría los pasos de Madrid y emularía a EEUU, Canadá, Chile, Argentina y Suiza, donde ya está implantado y, según corrobora su coordinadora, con resultados muy favorables.

La primera experiencia piloto en España se puso en marcha en juzgados de Familia y Penal de Madrid. En Asturias, de momento, ha contado con el respaldo de la Junta de Gobierno del Colegio de Abogados de Oviedo, que ha valorado muy positivamente el trabajo realizado. El programa está dirigido a menores incursos en procesos judiciales como víctimas o testigos, en los órdenes penal o civil, incluyendo también su presencia en separaciones o divorcios, entrega en puntos de encuentro, procesos de adopción, así como a otras víctimas de delitos violentos y violencia de género.

Los perros, cuya asistencia sería recomendada por el abogado o el psicólogo o psiquiatra, estarían presentes tanto en la fase previa a la cita en el juzgado, en el despacho del letrado y en declaraciones policiales y judiciales, además de entrar en sala durante las sesiones del juicio. Irían siempre acompañados de un especialista, como es el terapeuta guía, salvo en aquellas ocasiones en las que, por razones de confidencialidad, el animal tuviera que estar solo con la víctima.

El miedo terrorífico a las togas

Amelia Suárez Rico reconoce que, a través de esta interactuación con los animales, se ha conseguido reducir «el estrés, la ansiedad y la angustia» y la declaración resulta «menos traumática», porque el cariño que reciben de los perros les facilita incluso realizar manifestaciones «más prolongadas, amplias y detalladas». Para la coordinadora, es esencial esa complicidad, porque «al perro no le importa el pasado, ni las capacidades» y eso es un elemento básico puesto que «favorece la colaboración en el proceso judicial y da tranquilidad a las víctimas porque para muchas de ellas las togas pueden ser más terroríficas que los fantasmas», señala.

La coordinadora del programa define a estos perros como el «colchón emocional», porque actúan de forma muy similar a los camareros de los bares que a veces son los mejores psicólogos de sus clientes. Se da la circunstancia de que todos los animales que participan en esta actividad son hembras porque, según comenta, son «más fáciles, más adiestrables y les gusta trabajar. Al equipo canino no viene nadie forzado y si se ve que un perro no trabaja a gusto se sustituye por otro».

Los internos del Centro Penitenciario de Asturias ya han comprobado los efectos de su trabajo. Algunos reclusos se implicaron tanto, que su principal preocupación era que los perros no pasaran sed y, según ratifica Amelia Suárez, «nunca bebieron tanta agua como en Villabona», ilustra como ejemplo.

La Asociación «Tea Terapias» cuenta con un equipo de expertos compuesto por educadores sociales, psicólogos, pedagogos y profesionales sociosanitarios. Los perros de apoyo deben cumplir los protocolos veterinarios acreditativos de su salud física y estar al día en su calendario de vacunación. Su presencias en las salas de declaración y en la realización de algún trámite judicial deberá ser autorizada por el titular del órgano judicial; una labor de sensibilización en la que juegan un papel muy importante las personas implicadas en  la administración judicial asturiana. 

Mientras la coordinadora trata de llevar al ánimo de los responsables políticos y judiciales la necesidad de implantar este programa, Cala y sus compañeras caninas siguen trabajando a diario para ganarse la confianza y disfrutando con la felicitación y el cariño como único sueldo para su actividad de terapia.