«Si mis patatas tienen polilla, otros también la tendrán»

Juan Carlos Gea GIJÓN

ASTURIAS

El gijonés Tino Llano, de Monteana, muestra las patatas afectadas por la polilla guatemalteca.El gijonés Tino Llano, de Monteana, muestra las patatas afectadas por la polilla guatemalteca
El gijonés Tino Llano, de Monteana, muestra las patatas afectadas por la polilla guatemalteca

Tino Llano, el gijonés afectado por la plaga, teme que esté más extendida de lo que se cree

21 mar 2017 . Actualizado a las 21:18 h.

Su nombre es Tino Llano, pero se resiste un tanto a darlo, como si de algún modo se sintiese responsable del inesperado salto de la polilla guatemalteca desde el Occidente hasta el litoral central asturiano. Y, sin embargo, este vecino de Montiana, un pequeño barrio de algo menos de 600 habitantes en la parroquia rural de Fresno, tiene la conciencia completamente tranquila. «Compré las patatas en marzo del año pasado, en la Cooperativa: 75 kilos de patatas certificadas, de Burgos, que estaban totalmente sanas», asegura. Lo que preocupa a Tino, lo que preocupa ahora a todos los cultivadores de patata -prácticamente toda para consumo doméstico- en no menos de un kilómetro a la redonda, lo que preocupa a la consejería de Medio Rural y Agricultura, es que esos 75 kilos de patata sana llegasen a convertirse en los algo menos de 65 de patata infectada que ayer mismo fueron tratados con insecticidas, envueltos en plástico y enterrados por técnicos del Principado, y cómo eso pudo llegar a suceder.

Porque, tal y como lo expresa el primer afectado gijonés por la plaga que asuela los cultivos de tubérculos de Galicia, el Occidente asturiano y quizá también ahora nuevos territorios más al este, «si yo tengo la polilla, es muy posible que otros también la tengan por aquí». Llano no descarta que la infección pueda provenir de alguna de las no pocas parcelas cercanas donde se siembran patatas, aunque, prudentemente, nada se atreve a concluir al respecto.

«Son bichos muy resistentes, y van solo a la patata», eso sí lo sabe con seguridad. Como sabe que  sus patatas llegaron sanas a la parcela, y sanas fueron sembradas, como tiene por costumbre desde siempre la familia. Todo iba bien cuando dieron su primera cosecha, el pasado agosto. Salieron tan aparentemente sanas y apetitosas como de costumbre, con la garantía que asegura el cultivo propio «de que sabes perfectamente qué es lo que llevan y lo que no llevan las patatas que comes». Pero hace un par de meses, Tino y su esposa (que, ella sí, se reserva celosamente el nombre), empezaron a notar que las que tenían almacenadas empezaban a presentar un aspecto poco sano.

Gusanos, capullos y polillas

«Tenían agujeros, manchas irregulares, negras, y se veían algo comidas», recuerda el vecino de Montiana. Hubo debate doméstico sobre lo que podía suceder con aquellas patatas que, por otra parte, resultaban comestibles una vez limpias.  Pero la cosa fue a más en las últimas semanas, cuando «al abrirlas, aparecían gusanos vivos, capullos y polillas a las que podías ver incluso poniendo los huevos». Fue la mujer la que asoció esa visión con las alarmantes fotografías que, desde hace unas semanas, ocupan un espacio cada vez mayor en los periódicos asturianos y gallegos.

Tino Llano muestra varias patatas afectadas por la polilla guatemalteca
Tino Llano muestra varias patatas afectadas por la polilla guatemalteca

Tino Llano no lo creía, pero su mujer resultó estar en lo cierto. Así se lo confirmó el pasado viernes el especialista al que suele acudir en estos casos, Agrícola Félix, nada más echar una ojeada a una patata infectada. Él mismo se puso en contacto con la consejería de Medio Rural, y la visita de los técnicos a Montiana se producía el lunes. El diagnóstico se confirmó, las patatas fueron recogidas, tratadas, aisladas y enterradas, y además se trampeó la pequeña parcela; es decir, se instalaron señuelos con feromonas para atraer a las dañinas polillas. Pero la profilaxis es mucho más dura que todo eso: «Tendremos que estar dos años al menos sin plantar», se lamenta Llano, que no obstante dice comprender la medida.

Esta misma tarde, su mujer y él se aprestaban a preparar la quema de alguna de las cajas que habían almacenado las patatas infectadas, después de rociarlas con algún producto inflamable. En los listones de madera aún se aprecian pupas, huevos y pequeñas polillas muertas. Al parecer, la progresión de la infección fue extrañamente lenta, lo que retrasó la detección, ya que los huevos resultan invisibles.

Polilla guatemalteca, huevos y larvas en una caja de madera
Polilla guatemalteca, huevos y larvas en una caja de madera

La actitud de Tino Llano es la que el Principado espera de los cultivadores y consumidores: si hay detección, debe haber aviso. «Claro que uno puede callarse, nosotros mismos podríamos haberlo hecho. Pero a la larga, habríamos salido perjudicados», admite el vecino de Montiana, parroquia que junto a las limítrofes de Poago o San Andrés se verá directamente afectada por la eliminación de los cultivos, aunque las inspecciones y los trampeos se extenderán a todo el concejo y seguramente más allá, después del inesperado «salto» de la polilla.