Puertas giratorias, recortes, fin de peonadas... Por qué Asturias lidera las listas de espera

PABLO BATALLA CUETO GIJÓN

ASTURIAS

Trabajadores del hospital de Cabueñes protestan por la saturación de trabajo causada por la gripe.Trabajadores del hospital de Cabueñes protestan por la saturación de trabajo causada por la gripe
Trabajadores del hospital de Cabueñes protestan por la saturación de trabajo causada por la gripe

Carlos Ponte, de la Asociación para la Defensa de la Sanidad Pública, y Antonio Matador, del SIMPA, exponen motivos de la demora

09 abr 2017 . Actualizado a las 05:00 h.

Hay rankings que todo el mundo quisiera liderar, pero existen otros en los que la aspiración universal es ocupar el último puesto, y el de la demora sanitaria forma parte de los segundos. Asturias no sale bien parada en este caso: según estadísticas recién salidas a la luz, el Principado es la cuarta comunidad autónoma con las listas de espera más largas de España, con traumatología, urología y dermatología como especialidades peor paradas. Según apuntan Carlos Ponte, presidente de la Asociación para la Defensa de la Sanidad Pública de Asturias, y Antonio Matador, secretario general del sindicato médico SIMPA, los motivos de que Asturias ocupe la cola de esa clasificación son múltiples, y no todos son fatalidades inevitables.

Sí lo es, por ejemplo, el envejecimiento de la población asturiana, que da lugar a un porcentaje de usuarios de la sanidad pública sensiblemente mayor que el de otras regiones y también a la sobrecarga de ramas como la urología, una de las que más afectan a la tercera edad. Pero la explicación de las listas de espera asturianas no se agota ahí: también hay que hablar de recortes directos e indirectos y de lo que Ponte no duda en llamar «puerta giratoria»: la que algunos médicos atraviesan para compaginar su trabajo en la sanidad pública con consultas privadas. Ello, dice Ponte, «en nada facilita el funcionamiento del servicio».

Según expone Ponte, «es indudable que hay gente que ejerce en los dos espacios, el público y el privado, y lo hace con absoluta honestidad, pero también hay gente de la que no puede decirse lo mismo, y la ley debería decretar la dedicación exclusiva». Esa dedicación exclusiva obligatoria, apunta, «existe para otros sectores productivos, como por ejemplo la banca», por lo que no debería ser demasiado problemático decretarla también para la sanidad. A su decir, sin embargo, «ésa es una batalla que se fue perdiendo».

En cuanto a los recortes, también ellos han influido notablemente sobre la duración de las listas de espera, sobre ellos tiene mucho que decir Antonio Matador. El primero de los que hoy se dejan notar en la prolongación de las listas de espera asturianas se remonta a 2009, cuando se aprobó un Plan de Ordenación de los Recursos Humanos para el SESPA que decretó la jubilación forzosa de todos los médicos mayores de 65 años. «Hasta entonces», explica Matador, «seguir ejerciendo después de los 65 era voluntario, y muchos médicos que seguían siendo utilísimos continuaban». Aquel plan ha ido reduciendo la plantilla sanitaria asturiana en alrededor de 250 médicos, merma que en gran parte no fue compensada con la contratación de médicos nuevos. «Fue», dice el secretario general del SIMPA, «una medida puramente economicista: los médicos mayores de 65 también eran los más caros, porque acumulaban más trienios».

Las ofertas públicas de empleo, según denuncia Matador, han brillado por su ausencia en estos años en el ámbito sanitario: desde que comenzó la crisis, en Asturias sólo ha habido una, mientras que en otras regiones, como Galicia o Cantabria, se han convocado dos. Eso ha hecho, explica el presidente del SIMPA, que muchos médicos asturianos hayan optado por trasladarse a otras comunidades autónomas y que Asturias haya dejado de ser una región atractiva para los de fuera, y ha dado lugar a un déficit de facultativos en el Principado que se deja notar con especial intensidad en verano y Semana Santa, cuando el número de pacientes de la sanidad pública aumenta al hacerlo el de turistas que afluyen a la región y, para más inri, muchos médicos se van ellos mismos de vacaciones sirviéndose de sus días canosos y moscosos.

De todas maneras, lo que Matador considera «clave, clave, clave» para explicar las listas de espera asturianas es el fin de las, a su juicio, «mal llamadas» peonadas, esto es, la actividad clínica, tanto en consultas como en quirófanos, que hasta hace poco, a modo de horas extra, se efectuaba fuera de la jornada diaria ordinaria del personal médico justamente para aliviar las listas de espera. «En un momento dado», lamenta Matador, «alguien empezó a llamar despectivamente peonadas y a demonizar eso que era fundamental para solventar las listas de espera y además era baratísimo: salía a setenta u ochenta euros por cuatro horas de cardiología por la tarde». Fueron abolidas en 2012, y tanto Matador como Ponte abogan por recuperarlas.