Los profesionales médicos alertan del auge de la búsqueda compulsiva de síntomas en la red que puede derivar en una conducta patológica
02 may 2017 . Actualizado a las 05:00 h.De una simple tos a un cáncer pulmonar se puede pasar a golpe de clic cuando una mala información cae en manos de un paciente ansioso. En el caso de Asturias, las búsquedas online relacionadas con la salud son cada vez más habituales entre los usuarios. De acuerdo con el informe anual «La sociedad en Red» publicado en 2016, el 64,8 % de los asturianos se sirven de Internet para realizar consultas médicas, con el riesgo de caer en la una espiral obsesiva que derive en la autodiagnosticación e incluso la automedicación. Es la cibercondria.
Ignacio Fernández Alberti, secretario de la Asociación de Investigadores en eSaluld (AIES), define el perfil de un cibercondriaco: «no se trata de un paciente de una edad concreta, sino que se trata de un tipo de persona ansiosa, dentro del perfil hipocondríaco, que se sirve de las nuevas tecnologías para consultar compulsivamente posibles síntomas que cree sufrir». Este tipo de usuarios se deja influir por lo que lee y acaban haciendo un diagnóstico a partir de datos poco fiables. En los casos más graves, señala Alberti, se puede llegar a la automedicación «sin ni siquiera pisar la consulta». Además, alerta de la cantidad de información no contrastada que se encuentra en la red; estos datos erróneos y alarmistas llevan al paciente a un estado de preocupación, creyéndose sufridor de una enfermedad grave. Desde AIES, han notado un un incremento en los casos de cibercondria a lo largo de los últimos años, paralelo al avance del acceso tecnológico. «Cada vez hay más pacientes que llegan a la consulta con un diagnóstico ya hecho, e incluso se llega a retar a los médicos en sus valoraciones».
Desde el informe EHON (AIES eSalud), publicado en febrero de este mismo año, se advierte sobre el problema de la «infoxicación online». Esto es, el «exceso de información de salud en la red, siendo gran parte de la misma es errónea». Como posibles soluciones a este fenómeno se sugiere que los profesionales sanitarios puedan prescribir webs de calidad a sus pacientes, y se denuncia que muchas de las web médicas más frecuentadas están condicionadas por intereses comerciales que distorsionan el contenido.
Google antes que la farmacia
La Cibercondria también ha alcanzado a la industria farmacéutica. María José Cachafeiro, miembro de la AIES, explica que, en los casos más extremos, tras consultar páginas de dudoso rigor médico los usuarios llegan a sentir un efecto placebo sin padecer ningún tipo de enfermedad. Cachafeiro afirma que ha llegado a experimentar situaciones en las que un paciente le exige un tipo de medicamento «sin haber pasado antes por consulta médica». Tras intentar razonar con el cliente, ha llegado a escuchar argumentos del tipo «usted qué sabe, si lo he leído en Google». La farmacéutica da algunas claves para el correcto uso de las webs médicas: «es importante verificar siempre la autoría de este tipo de páginas, ver quien firma los artículos, que tipo de titulación tiene y si existe algún tipo de sello que avale su seriedad». Aún así insiste «una consulta web no ha de sustituir nunca a una consulta presencial, donde el trato personal con el paciente es esencial para su diagnosticación».