Fines y principios

OPINIÓN

24 may 2016 . Actualizado a las 05:00 h.

Cuando hace más de dos años el equipo de Asturias24 me ofreció colaborar con artículos de opinión, no me lo pensé ni un momento. He tenido desde entonces la oportunidad de tener contacto con este extraordinario equipo humano y en el que siempre me he sentido querida, arropada y nunca cuestionada: hablase de lo que hablase.

Después de estos dos años a veces pienso que ya nada tengo que opinar o que, aún haciéndolo, nada va cambiar, que todos estamos engullidos en una especie de sistema perverso dónde se prima la acidez, la suciedad, la desfachatez y las armas arrojadizas. Un sistema perverso dónde la igualdad de oportunidades sociales es una gran utopía, la regeneración política una mera excusa para llegar al poder y cometer las mismas reiteradas tropelías de lo más ruin de la liderocracia, y dónde los triunfadores ocultan siempre, por desgracia, demasiados cadáveres sin que salgan a luz pública. Pero de vez en cuando me pica el gusanillo y me da por escribir esas y otras obviedades. Las escribo de forma sutil, para que nadie pueda sentirse ofendido por el sexo demasiado explícito e intento más bien aparecer como una dama en negligé o casi mejor: como una abuela en refajo. Y es que creo que nunca viene mal un poco de pudor. Por otro lado están también las pesadillas y el miedo a los monstruos que vomitan atroces comentarios. («Don't feed the troll»: Es un dicho muy bonito, pero a ver quién aguanta a ciertos borregos sin que no te explote la sangre, te salga la genética guerrillera y amarres bien los dedos). Esto último viene a colación porque, desde mi simple papel de mera y esporádica colaboradora de Asturias24, algunos de mis artículos, aquí publicados, pese a insinuar y apenas mostrar, me han traído burlas, críticas y también serias represalias. He perdido más que he ganado con ellos. Pero no me arrepiento. La experiencia de haber podido estar aquí, ha sido todo un privilegio moral.

Ahora que Asturias24 recupera su Voz y ello trae consigo una especie de fin y un nuevo principio que se abrazan tras la resistencia, con total sinceridad les diré que el conjunto de periodistas que forman ahora, otra vez, La Voz de Asturias son merecedores de que las cosas les vayan bien, que los lectores aumenten y que puedan desarrollar su trabajo desde la libertad y desde la independencia, pese a quién le pese.

Tal vez esto les sonará a peloteo: pero los admiro. Admiro su capacidad para no abandonar y de luchar por un proyecto contra viento y marea. No sólo la heroicidad del periodismo se demuestra en lugares de conflicto armado, a veces esa heroicidad se muestra también evitando el no servilismo a los poderes fácticos desde una publicación de provincias. Y es que un poco de costrumbrismo social viene bien, mientras no sea un reiterado parche para evitar cuestiones mucho más serias.

Permítanme ahora sólo una pequeña anécdota personal: Paseando por Madrid y Barcelona, muchas veces vemos placas conmemorativas en sus fachadas. Recuerdo con cariño especialmente la que figuraba en la finca madrileña de la calle Hortaleza, 104, antigua sede del literario Hotel Kafka y de la más literaria y aún más antigua ubicación de la imprenta de Benito Pérez Galdós. Es triste pasear por Oviedo y no ver ninguna mención en los lugares dónde han estado las rotativas de periódicos míticos para Asturias. El periodismo también debería formar parte de la noble historia de las ciudades. Será que me estoy haciendo mayor y me da por rememorar cosas, pero hoy me acuerdo de acompañar a veces a mi abuelo Torrijos cuando venía a dejar sus crónicas al desaparecido diario Región, una diario «con una línea editorial traidicionalmente católica», pero un diario, donde a mi abuelo y a su incómodo cenetismo republicano le cedieron la palabra tras salir del penal, a mediados de los sesenta. Aún todavía hoy, hay gente que me pregunta que si soy su nieta. No, creo que lo sea. Su sangre me corre eso sí, pero no tengo su genio y tampoco su figura; aunque a veces lo que sí tengo son sus pérdidas unidas a las mías y eso meconio raro de palabras huecas en el que a veces floto, como supongo le pasaba a él, y que te llevan a escribir colaboraciones con ideas utópicas que difícilmente nunca se materalizarán.

Recuperar voces, periódicos, puntos de vista siempre es una extraordinaria noticia. 

Felicidades «voces». Mucha suerte en este nuevo principio.