Venezuela me la pela (un poco)

Luis Ordóñez
Luis Ordóñez NO PARA CUALQUIERA

OPINIÓN

29 may 2016 . Actualizado a las 10:24 h.

¿Cuál es la opinión de un parado de larga duración español sobre la situación de Venezuela? Urge conocerla. ¿Qué opinan de los disturbios en Caracas las personas con un familiar dependiente en España a las que se le retrasan la llegada de ayudas, la entrega de medicamentos? Viendo las portadas de los principales periódicos diríamos que resulta indispensable que todos ellos se pronuncien sobre los éxitos y fracasos del chavismo. Es el asunto crucial de la política española, ese país occidental que tiene una tasa de paro similar a la que pudiera padecer una nación arrasada por la guerra o una catástrofe natural. Bueno, ese y la cuestión del derecho de autodeterminación de los distintos pueblos que componen el Estado español, esa es una cosa que no deja dormir a los que han tenido que ver cómo sus hijos se iban a buscarse un trabajo al extranjero o los que sobreviven aquí encadenando contratos temporales cuando hay suerte y no hay que hacerse falso autónomo para poder ganarse el jornal. Es lo prioritario.

Al igual que durante décadas la visión del escenario internacional del izquierdista medio español se limitaba a lo que pasara en Cuba, Palestina y algún conflicto medio desconocido en África o Centroamérica, para la derecha española Venezuela se ha ganado un puesto en su peculiar eje del mal en el que suele estar Corea del Norte (una amenaza secular contra España por lo visto), a veces Cuba (dependiendo del grado de distensión que promueve cada presidente norteamericano) y algún otro país rotatorio en el que gobierne algún izquierdista bocazas o, si no hay uno a mano, el mismo Reino Unido que siempre armará alguna en Gibraltar. China es un país totalitario y que no siente ningún respeto por los seres humanos, pero Cospedal no tiene problema en firmar un acuerdo de entendimiento entre su partido y el comunista chino; aunque Arabia Saudí lleve a cabo decapitaciones en las calles, crucifixiones y trate a las mujeres peor que a los animales, nadie se espanta por negociar con tan tiránicos y bárbaros monarcas.

Que Venezuela haya entrado en la precampaña electoral española no es ninguna novedad y se veía venir. Sistemáticamente el PP ha tratado de usar instrumentos del Estado para tratar de endilgarle a Podemos algún escándalo de financiación irregular que no tiene otro objetivo que calumniar y convencer a los ya convencidos. Siendo justos, nada se puede reclamar al partido morado sobre este asunto, aunque sí a tres de sus más destacados fundadores Pablo Iglesias, Íñigo Errejón y Juan Carlos Monedero que asesoraron al gobierno chavista y elogiaron sus logros con toda la pasión y cursilería (sobre todo Monedero) de la que es capaz un profesor de la Complutense. Si Luis de Guindos está maldito porque trabajó para Lehman Brothers, lo recíproco es exigir la misma responsabilidad a los tres fundadores de Podemos respecto a los fracasos venezolanos. La misma, ni más ni menos.

Es igual. Estamos perdidos. El mismo hecho de dedicar una columna de opinión al poco interés que me despierta Venezuela habiendo tantas cosas urgentes en casa es el reconocimiento de una derrota, la aceptación de que son otros, los de siempre, quienes marcan la agenda. Claro que es injusto, rasgaros las vestimentas y tiraos de los cabellos. Lo cierto es que todos han colaborado en esta situación, hablando de «significantes vacíos» o peor todavía «significantes en disputa», de «hegemonías» y confluencias constituyentes mientras la explotación laboral digna de una novela de Dickens que padecemos a diario queda aparcada como asunto de tercera o cuarta fila. Tendremos que esperar unos años, otra legislatura, otro siglo. Esperaremos, es lo que mejor sabemos hacer.