¿Por qué ganó el PP?

OPINIÓN

28 jun 2016 . Actualizado a las 09:18 h.

La sola formulación de la pregunta contiene la tragedia. Porque ya no se trata, según planteamos aquí, de los errores cometidos en la campaña electoral por los partidos políticos que rivalizaban por restar la mayor cantidad posible de los votos cosechados por el PP en diciembre pasado, sus broncas internas y la competencia salvaje entre ellos para arrebatarse porcentajes. Tampoco se trata, aunque no son asuntos irrelevantes, de la antidemocrática ley diseñada por Victor d’Hondt, ni de las trabas burocráticas que el Gobierno puso a los cerca de dos millones de emigrantes para que no pudieran votar, sabedor que le iba a ser muy perjudicial, ni de la utilización de TVE como órgano de propaganda, incrustando en la redacción un equipo de periodistas propio para filtrar y manipular la información. De lo que se trata, a nuestro juicio, y una vez leídas y escuchadas valoraciones y explicaciones políticas de distinto calado y posicionamiento ideológico, y asimismo explicaciones de índole económica; de lo que se trata, en fin, decíamos, es de cuestiones sociológicas.

Es tan obvio, para quien quiera mirar de frente y respetarse a sí mismo, o sea, no engañarse o ensuciarse, que el tiempo en el que el PP lleva en el poder es el tiempo más corrupto de la historia de la democracia española, con cientos y cientos de responsables del partido, presidentes, alcaldes, diputados autonómicos, empresarios afines, abogados, etcétera, etcétera, encarcelados o imputados, más los que están a punto de serlo y los que vendrán, que es innecesario apuntarlo en este artículo. Como también es innecesario recordar el juego sucio practicado por esta formación en la última legislatura, incluido el de su ministro del Interior, siniestro individuo donde los haya. Lo que interesa, una vez transcurridos un par de días desde las elecciones, es procurar sacar una conclusión del porqué se produjo esta tragedia de factura griega clásica, qué corazón late e impulsa la sangre que recorre las venas y arterias de este país.

Según nuestro criterio, existe un único móvil, central, una especie de incubadora del resto de razones que se dan, se dieron de hecho el 26J, y esta (mala) madre es la indiferencia de la sociedad ante las angustias vitales de los desafortunados, de aquellos que perdieron en la lucha por la supervivencia que desencadenó, precisamente, la avaricia de los mercados y de los bancos financieros en 2008. Para ser justos, la carencia del sentimiento de amparo, de auxilio, de los más de siete millones de ciudadanos que dieron la victoria, una vez más y más triunfal aún, a Mariano Rajoy.

No se nos escapa que la sociedad avanza con endiablada rapidez por la autopista del egoísmo y la insolidaridad, autopista perfectamente diseñada y construida por los poderes visibles o clandestinos de la economía global. Sin embargo, que gentes más concretas, en lugares concretos, sabedores de las penalidades de otras gentes más o menos próximas, con sus votos al PP, les condenen a otros cuatro años de miseria irremediable, es, cuando menos, para empezar a echar cálculos de hasta dónde puede llegar la crueldad de la sociedad.