Por qué votaremos tres veces para elegir lo mismo

Jaime Miquel
Jaime Miquel LÍNEA ABIERTA

OPINIÓN

21 sep 2016 . Actualizado a las 08:47 h.

Lo que está fallando en España es la traducción de la voluntad popular en poder ejecutivo y legislativo, y esto es insólito por consustancial a la democracia: elegimos representantes para que gestionen lo que es de todos alcanzando los acuerdos que sean necesarios, pero es costumbre que estos representantes que elegimos, organizados en bandos, se aniquilen. El lector recordará la teoría de la confrontación que rigió el bipartidismo bajo la convicción indecente de que la corrupción no tiene coste electoral. Porque, en realidad, la propuesta del exministro Soria para ocupar otro cargo de representación pública responde a una forma de entender la política, es decir, han hecho lo de siempre y lo mismo que hizo el PSOE. La diferencia es que ahora escandalizan a las personas. Resumiendo, confrontación e impunidad son dos de los valores centrales del posfranquismo, la cultura política que muere ahora.

Por lo tanto, lo que impide cualquier acuerdo de investidura son taras predemocráticas, intereses establecidos y algo más. La primera y principal de las taras tiene que ver con el franquismo irresoluto. Nunca le dijo un Gobierno a la gente que lo de Franco se llama dictadura y, por definición, no tiene lado bueno. No está condenado en España, sino más bien amnistiado, y esto explica que su aprecio perdure entre los votantes más antiguos del PP, que son la mayoría, lo mismo que el antifascismo entre los más mayores del PSOE. Votan contra el rival, que es el de la guerra, bajo el eje de la confrontación, porque esta, y no otra, ha sido la didáctica del PSOE y el PP durante décadas, definiendo la cultura política opuesta a la solución consensuada.

La segunda tara predemocrática se refiere a la concepción uninacional del Estado por parte del PP, el PSOE y Ciudadanos, partidos que se autoproclaman constitucionalistas excluyendo así a los demás. Es muy fácil explicarle a un alemán que España es un Estado plurinacional del suroeste de la UE, porque ve las noticias y sabe que existen movimientos sociales independentistas en el País Vasco y en Cataluña, que definen identidades nacionales distintas de la española. Es fácil porque es certidumbre y es lo que sabe todo el mundo. Y aunque aquí no quieran entenderlo los constitucionalistas excluyentes, se lo explica esta idea: si Pedro Sánchez fuera como Trudeau, el primer ministro canadiense, no votaríamos tres veces. La concepción uninacional del Estado es, por lo tanto, un segundo factor explicativo.

También nos hacen votar, votar y votar, para matar las ilusiones y desgastar a los nuevos, porque en ese perder todos el PP y el PSOE resisten mejor. Los creadores de opinión contemplan la posibilidad de volver al bipartidismo y definen así intereses que también son explicativos de las terceras elecciones. Por último, aquí no hay presión social que obligue a los representantes a atender los mandatos recibidos, lo que también explica por qué votaremos tres veces para elegir lo mismo.