El sistema es electoralmente incompetente en España

Jaime Miquel
Jaime Miquel LÍNEA ABIERTA

OPINIÓN

04 dic 2016 . Actualizado a las 10:21 h.

Nació la red, la gestión de lo que es de todos se hizo más transparente y los ciudadanos dejaron de confiar en sus representantes de modo proporcional a la cantidad de mentira que descubrían; surgió una sociedad civil virtual activa y vigilante, un contrapoder ciudadano capaz de producir discontinuidades y movimientos sociales de impacto tan global como el 15M. «No nos representan» nunca fue un eslogan y, desde entonces, casos como los del exministro Soria o el reprobado Fernández Díaz, o prácticas como el aforamiento de quien persigue la Justicia, forman parte de una cultura política que se extingue escandalizando a la nueva mayoría social. Cuatro de cada diez de los que votan hoy son ciudadanos nuevos, más de catorce millones de electores de 44 o menos años de edad, de alta cualificación, que se escandalizan masivamente ante este tipo de situaciones.

Yendo a la política real, el sistema trabajó para investir a Pedro Sánchez cuando contó con el aval del rey y el apoyo de Ciudadanos. Entonces necesitaban la abstención del PP y trataron de reemplazar a Rajoy, identificado como el obstáculo. Estos poderes reales son los mismos que presionaron meses más tarde al PSOE para conseguir su abstención e investir a Rajoy, cuando este contó con los mismos avales y apoyos. Lo que nos enseña que les da lo mismo quién es el que firma la política económica, y esto, que es única.

El sistema lo define el conjunto de objetivos de los poderes reales sobre los administrados de un Estado. El sistema controla el poder representativo asignando los espacios electorales a los partidos?sistema, que a su vez visibilizan y financian. Las personas están representadas entonces por estos partidos, que legislan conforme al conjunto de objetivos de los poderes reales. Llamamos poder real a aquel que ejerce derechos de propiedad sobre sectores estratégicos; el que explica porciones importantes del PIB; el titular de vencimientos contra el Estado de miles de millones de euros; el que emplea a decenas de miles de personas, etcétera. El concepto se visualiza en España, de forma simplificada, mediante el Ibex-35.

Syriza, el M5E y Podemos expresan con nitidez la pérdida de control del poder representativo por parte del sistema. Sucede porque los partidos-sistema son repudiados por los administrados, que ahora tienen herramientas para organizarse autónomamente. El aprendizaje es que la indecencia, la pobreza o la desigualdad tienen unos límites que una vez sobrepasados implican la progresión electoral de actores imprevistos.

El sistema es electoralmente incompetente en España. Podemos se distancia del PSOE, mientras Pedro Sánchez reúne a quienes detestan a Susana Díaz; Iglesias sabe que quedarán huérfanos y acierta, pero el sistema lo interpreta al revés. El electorado del PP se tiene que fracturar ante situaciones inasumibles para unos u otros de sus votantes, como la condena el franquismo u otras que ni siquiera han imaginado, pero así es todo desde hace ya un par de años.