De Sirte a París y Berlín

Yashmina Shawki
Yashmina Shawki CUARTO CRECIENTE

OPINIÓN

08 dic 2016 . Actualizado a las 09:55 h.

Es más que obvio que estamos inmersos en un cambio de ciclo caracterizado por los sobresaltos en la dirección política de muchos países y la amenaza constante de que los extremismos lleguen al poder. El 2016 se acerca su fin y el balance quita el aliento. Tras un referendo innecesario en Gran Bretaña, que ha supuesto la aprobación de su salida de la Unión Europea con la dimisión del premier incluida, pasando por la inesperada victoria del indescriptible Donald Trump hasta el fracaso en el órdago de Renzi para un cambio constitucional en su país, en Europa solo hemos podido respirar con algo de alivio ante la victoria en Austria del independiente apoyado por los ecologistas Van der Bellen frente al ultraderechista Norbert Hofer. España ha vivido casi un año sin Gobierno y en Francia el presidente más impopular de su historia anuncia que no se presentará a la reelección.

Demasiados frentes abiertos en nuestra casa como para preocuparnos de lo que ocurre en la otra orilla del Mediterráneo. Craso error. Las guerras de nuestros vecinos han colaborado en gran medida a la revuelta política en Europa y el ascenso del populismo y la extrema derecha a través de su consecuencia más visible y directa: los refugiados. Por eso, acabar con la presencia del Estado Islámico en Sirte, su bastión libio, es un gran paso, tanto por la potencial pacificación del país como por refuerzo ante la lucha encarnizada que se está desarrollando en Mosul para expulsarlos de Irak. Sin embargo, sigue quedando el conflicto sirio, donde Alepo parece haberse erigido en el punto de inflexión para un posible y lamentable triunfo de Asad y su dictadura del terror. Y mientras no se solucione la guerra en Siria, aquí seguiremos sacudiéndonos sus consecuencias el año que viene con elecciones federales en Alemania y presidenciales en Francia.