La contabilidad extracontrable

Fernando Ónega
Fernando Ónega DESDE LA CORTE

OPINIÓN

17 ene 2017 . Actualizado a las 08:23 h.

¿Qué esperábamos de Luis Bárcenas? ¿Acaso que se acusara a sí mismo de todo lo que sospechamos el resto de los mortales? ¿Acaso que confesara que había recibido dinero de Francisco Correa y que se había quedado con una parte? No, por Dios. Bárcenas puede ser un corrupto, incluso uno de los grandes iconos de la corrupción nacional, pero no es un suicida. Fue a declarar en el juicio de la trama Gürtel como imputado y, por tanto, fue a defenderse. Por lo tanto, lo que declaró era perfectamente previsible: es prácticamente un santo que administró con ética y cordura los fondos del Partido Popular, hizo lo que hacemos la mayoría, que es ahorrar 48 millones de nuestro inteligente trabajo y le echó un capote a Rajoy como si quisiera congraciarse con él.

Ah, pero tuvo un par de contradicciones que van a dar mucho juego periodístico y judicial. El primero, que se ha descubierto -«será un error», dijo él- que no hubo salidas de sus cuentas corrientes para justificar pagos en efectivo metálico. Y el segundo, que no había donativos de empresas, pero esos donativos no eran finalistas, es decir, no estaban ligados a concursos de obras ni otras concesiones que dependían de gobernantes del Partido Popular. Creo que la fiscal tiene material suficiente para elevar conclusiones nada favorables a Bárcenas.

Y lo trascendente a efectos políticos: el declarante ha vuelto a insistir en que los famosos «papeles de Bárcenas» son ciertos, lo cual nos devuelve al principio de la historia, porque mantiene su acusación de que muy importantes personalidades del partido gobernante han cobrado dinero negro.

Con eso, lo siente, regresa la sospecha del fraude, incluso quizá delito fiscal, en altas instancias de la nación. Y acuñó una original forma de denominar a la caja b: «contabilidad extracontable», el último eufemismo para identificar el fraude empresarial, aunque la empresa sea un respetable partido político. La fiscal insistía: «¿Una caja b?». Y Bárcenas: «Contabilidad extracontable», que debe de ser menos delito. Y ahí vuelve a dejar al Partido Popular sometido otra vez a la obligación de desmentir tal acusación. Creerán a Bárcenas y al PP quienes estén dispuestos a creerlos. Los demás nos reservamos el derecho a mantenernos en la duda hasta que haya sentencia y… hasta las demás sentencias que caerán sobre Luis Bárcenas.

Promete ser una larga espera. De momento, alguien tendría que poner más pruebas en el estrado, porque el problema de Bárcenas es la falta de credibilidad de sus palabras, y la obligación del PP (que también le resta credibilidad) es que tiene que negar cualquier irregularidad fiscal. Aunque lo pillaran con las manos en la caja. Perdón, en la contabilidad extracontable.