Dúctil o yunque

César Casal González
César Casal CORAZONADAS

OPINIÓN

SAEED KHAN | Afp

Nadal y Federer dieron un recital en un partido que mostró la resurrección de ambos tenistas

16 feb 2017 . Actualizado a las 11:44 h.

Federer es agua. Nadal, piedra. Roger practica un tenis acuático, moldeable y maleable. Rafa es un promontorio, un muelle, un dique de abrigo. Los dos son enormes. Pero adonde Nadal llega con el esfuerzo, Federer lo hace con la técnica y una elegancia de esmoquin. Incluso así el partido fue tan hermoso que Roger Federer ganó por dos bolas en la cinta que cayeron del lado de Nadal y un revés de esos que ejecuta impecable e implacable como si su brazo estuviese dictando un latigazo de luz. A veces la raqueta de Federer fue tan prodigiosa que parecía una espada láser. Así liquidó el primer set sin sudar apenas. Pero Nadal es mucho Nadal y fue capaz de devolverle la paliza con esa derecha cargada de explosivo que nadie es capaz de devolver. Fue un recital, otro, de dos estilos. Federer es Messi. Nadal, Cristiano. Nada que objetar. El suizo, exquisito también en las palabras, dijo lo de que ojalá hubiese empate en el tenis. Pero no lo hay. Nos regalaron otra obra de arte, como las de finales de la década pasada. Otra vez Federer que, aunque cinco años mayor que Nadal, parece que su tenis viene del futuro, o por lo menos de la época en la que ya existían las maletas con ruedecitas. Mientras que Nadal juega todavía en los tiempos en los que había que cargar con las maletas. Federer lo hace todo fácil. Volvamos a esa carga acuática del tenis de Federer. Hubo veces que esa tormenta perfecta de agua no consiguió agrietar la roca de Nadal, pero ayer lo hizo. Por poco. Se filtró, golpe a golpe, y logró la grieta. Fue en el quinto set, esas dos bolas en la cinta que mataron a Nadal al caer de su lado. Fue ese intercambio de veintiséis golpes que Roger remató con un ganador inaudito. Fue ese revés con una sola mano que es una pincelada, tan bonita que debería de ser un cuadro. Fueron esos golpes a bote pronto, en los que Roger caza la bola justo tras solo botar y la pone donde le da la gana de la playa del enemigo. Fue un gusto verlos resucitar a los dos (al dúctil y al yunque). Ojalá dure.