El orden mundial

Carlos G. Reigosa
Carlos G. Reigosa QUERIDO MUNDO

OPINIÓN

13 feb 2017 . Actualizado a las 09:40 h.

Están de moda los historiadores que nos recuerdan con fruición que el mundo ha cambiado y que nuestro espacio euroamericano (UE+EE.UU.) está ya muy lejos de ser el centro del planeta. Uno de ellos es el británico Peter Frankopan, que apunta hacia la antigua Persia (hoy Irán) y la moderna China, con Rusia al lado, para redefinir el nuevo orden mundial. O para asustarnos, ahora que Donald Trump, Theresa May, Vladimir Putin y Benjamin Netanyahu parecen querer agitarlo todo para crear nuevos bárbaros.

¿Tiene la UE capacidad de respuesta? Sí, sin duda, a condición de que los Estados que la componen se mantengan unidos. Nos lo dijo claramente Angela Merkel (y no se dirigía a Donald Trump, sino a nosotros): «El futuro de la UE está en manos de los europeos». Y es una verdad como un templo, como se irá viendo paso a paso. Trump no nos apoyará como sería de desear, pero tampoco puede querer que estemos en contra. La UE tiene que asumir la responsabilidad sobre su futuro y, si lo hace, Trump tomará buena nota de ello y no se dedicará a enredar. Porque, en este caso, como dijo John Kennedy hace ahora 54 años, EE.UU. apostará también «por un futuro con una comunidad de naciones independientes, con diversidad de sistemas económicos, políticos y religiosos, unidas por el respeto común a los derechos de las demás naciones». Quizá Trump todavía no lo sabe, pero al final estas serán las reglas del juego estadounidense. Lo contrario sería decir que tienen futuro Gengis Kahn o Atila.

Lo que sí puede ocurrir es que la UE pierda el norte y se descuajaringue. Esto, que no es probable, desgraciadamente tampoco es imposible. La Historia demuestra que a veces algunos países se enamoran de sus propios malos pasos y se dedican a deshacer lo mejor de sí y andar hacia atrás. Pero la Unión Europea ha madurado mucho más de lo que creemos. Tanto que no sabemos muy bien qué seríamos sin ella, porque todavía no hace tanto que estuvimos allá, en la confrontación, la fragmentación y la insignificancia. Por ello, creo que la redefinición del mundo que desea impulsar Trump no podrá afectarnos ni descomponernos como la gran realidad de unión que hemos logrado construir.