España, a la deriva

Fernando Salgado
fernando salgado LA QUILLA

OPINIÓN

23 feb 2017 . Actualizado a las 08:54 h.

España marcha a la deriva. No lo digo yo, tremendista por naturaleza y optimista por voluntad, sino la Comisión Europea, siempre complaciente con los gobiernos amigos. Su Informe España 2017, publicado ayer, arroja un diagnóstico demoledor. Si traducimos la jerga burocrática al román paladino, y la rebajamos de eufemismos y de tecnicismos, la radiografía resultante es atroz. Citaré solo tres de las muchas eivas que allí se resaltan: la temporalidad en el empleo, la segunda más alta de Europa; el riesgo de pobreza y exclusión social, el más elevado de la UE, y la desigualdad social, «una de las más elevadas de la Unión». Crecemos, sí, porque crecen mucho unos pocos y menguamos la mayoría. Dicho en el críptico lenguaje comunitario: «La expansión no se traduce en mejoría automática de los indicadores sociales».

Nos engañaron. Nos dijeron que olvidáramos el trabajo vitalicio, que el nuevo modelo laboral en la economía global implicaba vivir a salto de mata, en precario y perpetua movilidad, a la que caiga. Y no era cierto: ese era únicamente el modelo español, no el de nuestros vecinos. Uno de cada cuatro contratos firmados en el 2016 duró menos de una semana. Lo dice la Comisión Europea: los elevados índices de contratación temporal en España -solo la supera Grecia- «tienen consecuencias sociales negativas», porque «socavan el alza de la productividad y tienen implicaciones fiscales negativas». La Bruselas atlántica acaba, por fin, de descubrir el Mediterráneo y ya aprendió dos cosas: una, que un temporero genera menos riqueza por hora de trabajo que un fijo; y dos, que un temporero cobra menos que un fijo y, por tanto, consume menos, paga menos impuestos y cotiza menos a la Seguridad Social. Moraleja: mire de reducir el Gobierno la escandalosa tasa de temporalidad y recibirá tres agradecimientos simultáneos: el de la economía española, que será más competitiva al aumentar la productividad; el del trabajador ocasional, que accederá a un empleo más estable y mejor remunerado, y el del señor Montoro, que verá cómo crecen los ingresos para pagar las pensiones o la sanidad.

Junto al uso y abuso de la contratación temporal, los otros tumores no son menos graves. Trece de cada cien trabajadores españoles están en riesgo de pobreza. Peor aún es la situación de los jóvenes: la tasa de paro continúa por encima del 40 % y más de la quinta parte de los hijos de trabajadores -el 22,6 % exactamente, el mayor porcentaje de la Unión Europea- viven en hogares con rentas por debajo del umbral de pobreza. Cifras y porcentajes muy superiores a los que encontró Rajoy a su llegada a la Moncloa.

Paralelamente se dispararon las desigualdades sociales. Y se equivocan quienes atribuyen al paro toda la responsabilidad de esa lacra. Primero, porque la brecha «sigue al alza» aunque se reduce el desempleo. Y segundo, porque, como constata Bruselas, también el efecto redistributivo del sistema fiscal y de las transferencias sociales es menor en España que en la Unión Europea. ¿Hay alguien que escuche?