Ya pasó el disfraz del cole

César Casal González
César Casal CORAZONADAS

OPINIÓN

05 mar 2017 . Actualizado a las 09:01 h.

Hay un momento dramático del curso en las nuevas familias. Esas de ahora, de uno o, como mucho, dos hijos. Es el Carnaval. Para ser más exactos es cuando llegan los niños del colegio y dicen la frase más esperada por estas fechas: tengo que ir disfrazado al colegio de... El suspense en casa se puede mascar. El padre suele intentar escaparse antes de oírlo. Y la madre no se atreve a reaccionar en voz alta por no dañar al hijo. Es un suplicio. Aunque hay muchos colegios que lo han ido simplificando, es una tragedia en muchas familias en las que no hay abuelas que cosan o madres manitas (el padre ya se fue y está abducido por el sorteo de la Champions). No quieres defraudar al niño, pero las instrucciones del disfraz del pequeñín te parecen un sudoku imposible de resolver. Algo desesperante para añadir a todas las cosas a las que te obliga esta sociedad de supermadres. Se crean hasta mafias. La madre que sí es hábil con los disfraces es perseguida por las otras. Seducida con cafés. Los papás intentan sacarse en seguida el lío de encima y, rápidos, proponen ir al chino o mirar en Amazon como arreglo. Se compra y ya está. La madre está todavía más sulfurosa. Lo intenta. Sigue las instrucciones que parecen destrucciones. Enloquece con los grupos de wasap, que más que ayudar estresan. Que es así. Que es de la otra manera. Cómo que se te ha roto. Y llega la niña y ve a su mamá llorando y le dice: pues a la mamá de Fulanita se le da genial lo de los disfraces. Y entonces rumias: y dicen que el Carnaval es para disfrutar. Ya. Ya. Menos mal que pasó. Hasta la crisis del curso que viene: mamá, este año tenemos que ir disfrazados de cajas registradoras. ¿Cómo?