El Reino Unido, un troyano en Europa

María Xosé Porteiro
maría xosé porteiro HABITACIÓN PROPIA

OPINIÓN

21 mar 2017 . Actualizado a las 07:57 h.

El Reino Unido fue admitido en el club quince años después de la creación en 1957 de la UE. En 1972, la madre de la Mancomunidad Británica de Naciones (Commonwealth) se unió a una prometedora pareja a la que, tras cuatro décadas y cuatro años de convivencia de conveniencia, deja plantada y resentida. Las capitulaciones matrimoniales fueron estrictas y reformadas por sucesivos acuerdos. Gran Bretaña consiguió permanecer fuera del espacio Schengen y del euro, las dos ideas centrales que hacían de la Unión un espacio idóneo para la libre circulación de personas y mercancías bajo el paraguas de una moneda común -que no única- y una nueva carta de ciudadanía. El último acuerdo de favor tiene apenas un año: la «asimetría en derechos individuales» para limitar los derechos sociales de los europeos en suelo británico.

Su salida tiene todas las papeletas para concretarse, sin demasiados problemas, en el plazo previsto de dos años. Enfrente tienen a una UE débil; descontenta consigo misma; buscando su propio cambio de velocidad; insolidaria con sus miembros más pobres; cerrada a los valores humanitarios; más preocupada por los mercaderes que por los ciudadanos; incapaz de generar políticas comunitarias en seguridad, defensa o economía... y compungida ante el desaire del nuevo inquilino de la Casa Blanca, que niega el saludo a su más notoria representante en una afrenta de difícil digestión. Tienen a su disposición, además, todas las facilidades para reforzar los lazos con sus antiguas colonias (53 países, 1.700 millones de personas...) algunas mucho más poderosas que ella misma.

En el plano interno la situación es más complicada, con parte de la población disgustada por el referendo de junio del 2016 y algún que otro problema político de calado como el descontento de Escocia -que se siente engañada por haber renunciado a sus aspiraciones de independencia ante el riesgo de verse fuera de la UE- y la demanda de Irlanda de que se respete la libre frontera entre el Norte y el Sur de la isla.

No hay antecedentes de salidas de países miembros de la UE, pero el artículo 50.º del tratado establece una cláusula para la retirada voluntaria y unilateral que ya está en marcha. El consentimiento del Parlamento británico para iniciar la desconexión también ha sido dado, así que cuatro días después del 60.º aniversario de la UE, el 29 de marzo, comienza la carrera del adiós. Si la señora May es sincera cuando dice tener prisa ante la invasión de rumanos y búlgaros que entrarían en el país antes del comienzo del fin del sueño europeo, es una política de corto alcance. Más bien habrá que suponer que el nuevo orden mundial que se consolida con la alianza Putin- Trump, el inicio de lo que el papa Francisco llama «Tercera Guerra Mundial», y el cambio de ciclo económico, donde el modelo social europeo es una rémora, estarán en el fundamento de esta decisión.

Se lo había reconocido De Gaulle a McMillan en los primeros intentos de adhesión: «Ustedes son el caballo de Troya de los Estados Unidos en Europa».