El PSOE decide si quiere ser el PSOE

Gonzalo Bareño Canosa
Gonzalo Bareño A CONTRACORRIENTE

OPINIÓN

18 abr 2017 . Actualizado a las 08:08 h.

El PSOE arranca esta semana la carrera de unas primarias que constituyen el momento más crítico en sus 138 años de existencia. Disputas internas, crisis, victorias, fracasos, traiciones, enfrentamientos personales, controversias ideológicas, renuncias y hasta escisiones ha habido muchas en este partido. Pero jamás se han enfrentado los socialistas a un dilema en el que esté en juego su propia supervivencia. De entrada, hay que decir que el PSOE da un ejemplo de democracia sometiendo su futuro al criterio de su militancia bajo el principio de un afiliado, un voto. Pero, precisamente por ello, los militantes deben tener claro que el PSOE que surja de estas primarias no será ni mucho menos el mismo en caso de que gane uno u otro candidato. No eligen a un líder. Deciden si quieren seguir siendo el PSOE o fundan otro partido.

Aseguran los tres aspirantes que lo más importante es que esta sea una campaña limpia en la que se evite el insulto y la descalificación personal. Y así debería ser. De hecho, la campaña de Susana Díaz podría limitarse a proyectar en cada mitin la entrevista en la que Pedro Sánchez propone poner el PSOE al servicio del populismo y el independentismo -y perdón por la redundancia- para hacer causa común. Ignoro qué discurso enarbolará en este proceso un hombre como Sánchez, que ha hecho del travestismo político su seña de identidad. Pero, en aquella entrevista, liberado de cualquier necesidad de contención al no ser ya secretario general, pidió perdón a Podemos por haberlo tratado de «populista»; propuso «trabajar codo con codo» con Pablo Iglesias -el mismo que solo unos días antes calificó al PSOE en el Congreso como «el partido del crimen de Estado»-, y defendió el pacto con los independentistas. Unas ideas que, de ponerse en práctica, supondrían el fin del PSOE como fuerza hegemónica de la izquierda socialdemócrata y como eje vertebrador del país.

Esa ruptura total con todo lo que ha sido históricamente el partido se evidencia en el hecho de que Sánchez no tenga el apoyo de ninguno de los ex secretarios generales vivos. Y en que, en caso de hacerse con las riendas del PSOE, lo haría con el rechazo de la práctica totalidad de los dirigentes regionales, que han descalificado, en algunos casos en términos muy duros, su traición a la historia socialista.

El militante está en su perfecto derecho de escoger, si así lo desea, la ruptura total con lo que ha sido siempre su partido para comenzar desde cero, y de la mano de Podemos, una senda tan incierta como tenebrosa cuyo destino final sería acabar con el modelo de democracia surgido de la transición y con la unidad de España. Quien así opine, debería votar en coherencia a Pedro Sánchez. Por el contrario, aquellos afiliados que consideren que, con independencia de quién lo lidere, el PSOE debe mantenerse como una fuerza política de izquierda que defiende el actual modelo constitucional, tienen que tener claro que votando a Pedro Sánchez estarán cegando esa vía y poniendo a su partido al servicio del proyecto político de Podemos.