Hace cinco años, recién llegado a Múnich, me acerqué a visitar unos puestecitos que estaban situados dentro de un mercado. El SPD tenía su jaima y me arrimé a ver si encontraba alguna pegatina que pudiera llevarme. Una mujer que me observaba me la entregó, y yo le dije: «Danke. Ich bin Sozialist» (gracias, soy socialista). Ella me respondió «Ich bin Sozialdemokrat» (soy socialdemócrata). Nuestra pertenencia política es la misma, pero el concepto que usamos para definirnos, no. Veo que en España, en algunas «familias» del PSOE, cada vez más avanza esa manera de autonombrarnos. Me han explicado los mismos que defienden el uso de «socialdemócrata» que el sentido que hay que darle va en lo referido al socialismo democrático. En cualquier caso, yo seguiré usando con todo el orgullo del mundo la palabra «socialista», fiel a una de las siglas de nuestro partido.
El miércoles hubo una portada demoledora en un periódico nacional. «El PSOE se moviliza frente a las amenazas de ruptura»; «Manuel Valls: Este Partido Socialista está muerto»; «El líder laborista advierte que no dimitirá aunque pierda las elecciones». No sé si sirve de consuelo ver que en otros lugares de Europa nuestros partidos hermanos van en algunos casos peor que nosotros (en Alemania el SPD tampoco consiguió ganar a la CDU el pasado domingo en el Estado de Schleswig-Holstein). En cualquier caso da la sensación de que nuestra manera de pensar no sirve, que nuestras políticas han decepcionado a la clase trabajadora y que el neoliberalismo que campa a sus anchas por el mundo aumenta su capacidad al estar prácticamente desaparecida la lucha colectiva por el bien común.
Mañana visitará Susana Díaz nuestra comunidad autónoma (y pese a que ya confesé mi voto para Pedro Sánchez me parece obligado ir a escucharla, al igual que hice con los dos otros candidatos). El lunes, día 15 (festivo en Madrid capital, San Isidro), a las 12 horas, tendrá lugar el único debate a tres. En la cabeza de los tres candidatos tiene que haber una idea clara: Solo vale mirar al pasado para orgullecernos de nuestro legado, para corregir errores y para actuar de esa experencia en el presente. Solamente así ganaremos el futuro. Europa, España y cada rincón de este planeta necesita de nuestra actuación. De lo contrario, creo que nos vamos al garete, y yo eso no lo quiero.