Cuando Guardiola robaba a Cataluña

Gonzalo Bareño Canosa
Gonzalo Bareño A CONTRACORRIENTE

OPINIÓN

09 jun 2017 . Actualizado a las 08:35 h.

Josep Guardiola i Sala, conocido en el mundo del deporte como Pep Guardiola, leerá este domingo el comunicado que cerrará el acto convocado por las plataformas independentistas de Cataluña para exigir un referendo secesionista. La elección del exjugador de fútbol como símbolo del independentismo no puede resultar más acertada, porque Guardiola representa mejor que nadie los valores del separatismo catalán. Es decir, la incoherencia absoluta entre el discurso público y la actividad privada; la capacidad para tergiversar la historia y la realidad; la exigencia de disfrutar de todos los derechos como español, pero el rechazo a cumplir los deberes a los que le obliga tal condición; el arrogarse la capacidad de hablar en nombre de Cataluña y la ignorancia más supina de lo que son las leyes y las instituciones. 

Como ejemplo de esto último, baste decir que el propio Guardiola aseguró ayer que para él es «un honor» que el Parlamento catalán le haya pedido leer el manifiesto en favor de la independencia. «Me siento muy identificado con la formación del Parlamento, me lo piden y es un honor», señaló. La realidad es que el Parlamento de Cataluña no le ha pedido nada, porque los que le han invitado a ser la voz del separatismo son única y exclusivamente los que convocan ese acto. Es decir la Assemblea Nacional Catalana, Òmnium Cultural y la Associació de Municipis per la Independència. Entidades todas ellas que solo se representan a sí mismas y que carecen de legitimidad alguna para hablar en nombre de los catalanes, dado que nadie los ha votado nunca.

Al igual que esos diputados y senadores independentistas que abominan cada día de España y de la Constitución, pero reciben cada mes una jugosa nómina de una institución emanada de la Constitución española y sufragada con dinero de todos los españoles, también Guardiola reniega ahora de España, pero no tuvo empacho en vestir en 47 ocasiones durante nueve años la camiseta de la selección española, con bandera nacional incluida, y cobrar por ello generosamente. Y tampoco en celebrar por todo lo alto en pleno Camp Nou la medalla de oro que ganó para España en los Juegos Olímpicos de Barcelona 1992. Guardiola defendía así los colores de un país que, según aquellos a los que representa, «roba» a Cataluña. Es decir, que también él robaba un poquito a su amada nación, aunque ahora sabemos que el pobre Pep lo hacia sufriendo un tormento interior. Nadie le escuchó entonces una palabra contra España o a favor de la independencia. «Si hubiese habido una selección catalana hubiese jugado en ella porque nací en Santpedor, pero en ese momento no era viable, la selección española convocaba y fui encantado», explicó cuando dejó de jugar y ya no arriesgaba nada.

Lo cierto en que en este momento tampoco existe el Estado catalán -ni es viable-, y que las únicas leyes a las que está sometido Guardiola por haber nacido en Santpedor son las del Estado español. Pero Pep, ay, ya no está tan «encantado» de atenerse a la legalidad y la fuerza de los hechos. Él sabrá por qué.