¿Quiere que gobierne Pablo Iglesias?

Gonzalo Bareño Canosa
Gonzalo Bareño A CONTRACORRIENTE

OPINIÓN

13 jun 2017 . Actualizado a las 09:12 h.

Se representa hoy en el Congreso la enésima performance de Podemos, un partido que en sus escasos tres años de vida ha demostrado estar más interesado en deslegitimar la democracia que le ha permitido sentarse en el Parlamento que en aportar algo positivo al bien del país. La torticera moción de censura planteada por Pablo Iglesias, cuyo único objetivo es obtener un protagonismo político que los españoles no le han dado con sus votos, puede ser, sin embargo, el principio del fin para una fuerza política cuya enfermiza obsesión por convertir la política en puro espectáculo empieza a hastiar a los españoles. 

De entrada, y para que nadie se lleve a engaño, conviene saber que lo que se votará cuando finalice el debate no es si sus señorías quieren desalojar a Rajoy de la Moncloa, sino si los señores diputados quieren o no que Pablo Iglesias sea el presidente del Gobierno, que no es lo mismo. Y, aunque el olímpico fracaso del líder morado está garantizado, la posición que adopte cada grupo parlamentario en esa votación no será irrelevante.

Es evidente que el PSOE tiene muchos argumentos políticos para cuestionar a Rajoy e incluso para exigir su dimisión desde la tribuna, si así lo considera. Y está en su perfecto derecho de hacerlo. Pero, cuando se vote, lo que se preguntará es si el presidente debe ser Pablo Iglesias. Si el PSOE consuma su previsión de abstenerse, el mensaje que estará transmitiendo es el de que no se opone a que el Gobierno de España quede en manos de un partido como Podemos, que descalifica la Constitución y considera «legítimo» que se celebre un referendo ilegal de independencia en Cataluña. Algo que casa mal con el discurso de izquierda moderada que pretende trasladar Pedro Sánchez. Para los diputados socialistas, abstenerse supondrá también no votar en contra de que alguien que ha tachado al PSOE de ser «el partido del crimen de Estado» sea presidente del Gobierno.

Pero si para algo va a servir esta moción de censura será para despejar las dudas de quienes todavía piensan que Podemos es una opción realista de Gobierno y no una fuerza radical y antisistema que odia todo lo que España ha conseguido en estos cuarenta años de democracia. Podemos es una amalgama de extremismos de toda laya y procedencia que ni siquiera son capaces de ponerse de acuerdo entre ellos sobre los principales retos que afronta España, con lo que malamente podrían gobernar para todos los españoles.

Lo único positivo de esta carnavalada, con Irene Montero y Pablo Iglesias jugando a ser Evita y Perón, es que el marcador final de la votación ubicará a Podemos en su espacio político natural, porque los únicos que lo van a apoyar, previsiblemente, son los herederos del brazo político de ETA y aquellos que nos aseguran sin vergüenza alguna que España es un país «autoritario» y hacen el ridículo reclamando ayuda internacional, como si viviéramos en Corea del Norte y Cataluña fuera un gulag. Y, la verdad, querer gobernar España apoyado en semejante tropa parece solo un mal chiste.