«Cuando llegas a una cierta edad y ya no eres deseable sexualmente es más fácil que te respeten»

Noelia Rodríguez REDACCIÓN

AVILÉS

Siri Hustvedt
Siri Hustvedt

La ensayista, que además es experta en neurología, habla en el Centro Niemeyer sobre las humanidades y la ciencia, dos campos generalmente separados que ella acerca

28 abr 2017 . Actualizado a las 05:00 h.

Siri Hustvedt es escritora, humanista, feminista y también experta en neurología y psicología. Es una persona inquieta, que ha reconocido que cuanto más sabe más preguntas se hace. Eso le ha llevado a compartir sus conocimientos y a relacionar dos campos tradicionalmente tan separados como son las ciencias y las humanidades. Habla de arte y suicidio, de feminismo, de cómo funciona el cerebro y de las diferencias entre el buen y el mal lector. Este jueves participó en el Ciclo de la Palabra del Centro Niemeyer para presentar su último libro, una recopilación de ensayos tan variados como sus inquietudes, y con un título cuanto menos peculiar.

--«La mujer que mira a los hombres que miran a las mujeres». ¿De dónde viene un título como éste?

--Del primer ensayo del libro, que hice para el catálogo de una exposición sobre Picasso en Munich en que había lienzos de mujeres, fantásticos. Mientras lo estaba escribiendo pensé en esos hombres que van a la exposición y miran mujeres y se me ocurrió el título: yo, una mujer, que mira a los hombres que miran a las mujeres. Me pareció ingenioso meterme en el título. Lo que refleja son algunos de los temas que aparecen en el libro, como la visión que hemos heredado de la mujer en los países occidentales, que se basa en un concepto muy binario: la mujer como naturaleza, cuerpo; y el hombre que representa la cultura y el intelecto. Eso es lo que ha hecho que no se acepte a la mujer como autoridad intelectual.

--En uno de los ensayos comenta que las mujeres tienen que llegar a cierta edad para ser reconocidas como artistas.

--La cultura es así, una vez que llegas a una cierta edad, cuando ya no eres deseable sexualmente ni joven es más fácil que te respeten. No creo que sea justo, hay muchísimas mujeres jóvenes que se merecen todo el respeto y reconocimiento.

--En el ensayo sobre la exposición de Picasso comenta que sus amantes son recordadas por su nombre de pila, pero los amigos por su apellido.

--Es increíble. Leí tres biografías y otros muchos libros de Picasso. Sus mujeres siempre se mencionan por su nombre de pila y Picasso sólo es Pablo cuando tiene cinco años, de pequeño. Sus amigos y otros artistas se les menciona por el apellido. Me parece tremendo que nadie lo haya mencionado antes.

--¿Es la historia machista o lo es el arte?

--No creo que el machismo tenga límites claros, ha calado en la cultura. Hay ideas preconcebidas y por eso son más difíciles de cambiar. No es que sea un problema de los hombres, hay mujeres feministas y machistas y hay hombres feministas y machistas.

--Se suele decir que una mujer machista es aún peor que un hombre machista.

--Creo que puede ser por la percepción que se tiene, pero que realmente no sea así. El enfado, la envidia, las emociones… en las mujeres suelen causar más horror que en los hombres. De alguna manera todos juzgamos a las mujeres de una forma más dura que con ellos.

--Comenta que no existe un único tipo de feminismo, sino varios, ¿con cuál se identifica?

--Hay dos polos opuestos clásicos: el feminismo de la igualdad que dice que las grandes diferencias entre hombres y mujeres son resultado de la cultura, y el feminismo de la diferencia que celebra las diferencias y que no sólo tenga que ver con los genitales. Yo creo que estoy en el medio. Evidentemente hay diferencias en cuanto a la reproducción, nosotras podemos concebir. Mi posición es la que di a la narradora de mi novela «El verano sin hombres». Ella dice que no es que no haya diferencias, es que lo importante es si importan tanto. Vemos la fuerza con que la ciencia quiere marcar las diferencias entre hombres y mujeres, pero cuando miras los estudios no está nada claro. Suele decirse que las matemáticas es un campo en que los chicos son mejores. En Estados Unidos, hace 50 años, lo eran, pero afortunadamente eso ha cambiado.

--Comenta que han cambiado las cosas en 50 años, ¿con la llegada de Donald Trump teme que las cosas vuelvan atrás?

--Tiene dos efectos. Por un lado, el retroceso que ha habido, que ha sido malo para las mujeres, con una administración del hombre blanco con muy pocas excepciones. Y por otro, a la vez, eso ha movilizado a muchas mujeres, que por primera se interesan por la política, existe un movimiento que no terminó con la marcha de las mujeres. Sí que ha empeorado las cosas, pero también ha movilizado.

--¿Puede verse como ese despertar que a veces necesita la sociedad para reaccionar?

--Sí, creo que podría ser así, pero nunca podemos saber cómo se va a escribir la historia desde atrás. Primero hay que vivirla. Ya veremos.

--Era una mujer de letras hasta que a causa de unas migrañas empezó a estudiar neurociencia, cuando parecen dos polos opuestos e incompatibles.

--Es que yo no soy normal. Tengo buenos amigos en ambos campos. Las razones por las que doy charlas sobre psiquiatría y neurología es por el enfoque interdisciplinario que tengo. Es algo que interesa a la gente, quieren oír y entender las debilidades de algunos modelos científicos y para hacerlo hay que saber un poco de filosofía. También hay un movimiento al que le interesa la narrativa como herramienta en la medicina. En ambos casos se ha llegado a callejones sin salida. Les gusto porque sé de ciencia, pero también su historia. Las humanidades y las ciencias se benefician mutuamente si se establece un diálogo entre ellas.