Los alcaldes de los concejos más pequeños se oponen a la fusión de municipios

Pablo Batalla Cueto REDACCIÓN

COMARCAS

La pérdida de servicios de proximidad y la posibilidad de que Ayuntamientos saneados pasen a formar parte de consistorios con deudas son la principal preocupación de los regidores

30 jul 2016 . Actualizado a las 05:00 h.

Gobiernan municipios con menos habitantes que algunos bloques de pisos de las grandes ciudades, y sus convecinos, cuando tienen algún problema, van directamente a llamarles a sus casas para demandarles una solución. Son los alcaldes de Yernes y Tameza, Pesoz, Santo Adriano, Caravia, las dos Peñamelleras, los tres Oscos y otros ocho concejos asturianos con menos de mil habitantes: diecisiete municipios en total cuyos habitantes, juntos, cabrían en una grada del Tartiere o de El Molinón. Manejan presupuestos menores que aquél con el que el Ayuntamiento de Gijón acondicionó como parque provisional el Solarón del Plan de Vías y sus grandes retos municipales son mantener limpios los caminos, ensanchar carreteras comarcales o mejorar el alumbrado. Durante las campañas electorales visitan uno por uno, casa por casa, a todos sus potenciales votantes, y éstos les dan su voto por simpatía personal y no dependiendo de su color político, porque a este nivel los límites entre ideologías se desdibujan y, como dice José Jardón, teniente de alcalde de San Martín de Oscos, «en un Ayuntamiento tan pequeño no se va a hacer un campo de golf, y en cuestiones como que haya agua corriente o que la escuela se mantenga aunque haya pocos niños no hay diferencias».

Hay quien opina que no tiene mucho sentido que existan semejantes Liliputs administrativos, pero estos regidores se oponen frontalmente a cualquier plan de fusión de municipios con argumentos como la pérdida de servicios de proximidad, la posibilidad de pasar a formar parte de ayuntamientos con deudas o las consecuencias negativas de dejar de ser centro de uno mismo para pasar a ser periferia de un supraconcejo, con todo lo que ello suele comportar en forma de olvido y desatención.

Servicios de proximidad

Argumentos para ese proceso de fusión que se viene planteando desde hace algunos años, y especialmente desde que estallara la presente crisis económica y política, los hay poderosos: el mapa municipal español data de la primera mitad del siglo XIX, cuando el mundo era muy otro, las comunicaciones eran las que eran y desplazarse de San Martín de Oscos a Vegadeo, o de Alles a Llanes, era una pequeña odisea. Hoy, en esta nueva edad de las telecomunicaciones en la que se da la vuelta al mundo en unas horas, no ha lugar, claman los fusionistas, a administraciones que se ocupen de menos de 5.000 habitantes.

Pero estos alcaldes tienen también sus argumentos. Uno de ellos es la pérdida de determinados servicios de proximidad que los ayuntamientos pequeños prestan y que los grandes no se pueden permitir. Así, en opinión del socialista José Valledor, alcalde de Pesoz (173 habitantes, 344.350€ de presupuesto municipal), «si los vecinos de Pesoz tuviéramos que bajar a Navia, a Vegadeo o a Boal, perderíamos muchos servicios que en la actualidad tenemos». Según explica Valledor a modo de ejemplo, «Pesoz es un concejo con una población de edad muy avanzada que en su día no se sacó el carné de conducir porque no tenía coche y que ahora, cuando necesita ir al médico, llama al Ayuntamiento y el Ayuntamiento les envía un coche que los lleva al consultorio médico y luego los vuelve a dejar en casa». Al decir del alcalde pesocense, «si nos fusionáramos con Navia, ese servicio seguramente se acabaría perdiendo».

El también socialista José Jardón (San Martín de Oscos, 446 habitantes, 630.700€) es de la misma opinión. Él admite que «quizá haya que reagrupar algunas cosas»: a su juicio, «no tiene mucho sentido que haya un médico que se ocupe sólo de San Martín de Oscos», pero, más allá de eso, el teniente de alcalde sanmartiniego no ve que la fusión propuesta fuera a cumplir con aquello que sobre el papel la justifica: la reducción de gastos manteniendo los mismos servicios. Jardón expone su opinión de que «si San Martín se agrupa con, pongamos, Villanueva y Santa Eulalia, y se deja, pongamos, la capital en Villanueva, el administrativo de Villanueva no va a tener capacidad por sí solo para todo el trabajo que se le va a acumular. Va a haber que contratar más administrativos: uno, y quizá dos, así que al final sigue habiendo tres administrativos y dinero no se reduciría». Al mismo tiempo, «los servicios, sin embargo, sí podrían empeorar: no es lo mismo, ni en tiempo ni en gasto, mandar un tractor quitanieves a un pueblo de San Martín desde el propio San Martín que desde Vegadeo, porque si se manda desde San Martín, prácticamente está al instante allí donde se necesita, pero si se manda desde Vegadeo tarda mucho más y gasta más en gasolina: el servicio empeora y el gasto es mayor».

Cercanía al ciudadano y deudas

José Antonio Roque, el alcalde forista de Peñamellera Alta (570 habitantes, 532.443 €), también entiende que «la gente perdería servicios» con la fusión de municipios y valora positivamente otro factor que suelen mencionar los contrarios a la reagrupación: la cercanía entre regidor y vecinos propia de estos pueblos e inimaginable en las grandes ciudades. «En Oviedo o Gijón no conocen al alcalde nada más que de verlo por la tele», dice, «pero aquí todos nos conocemos y cada vez que un vecino me ve me cuenta sus problemas». En la misma línea, Salomé Samartino, alcaldesa de Caravia (506 habitantes, 939.000 euros) por el PP, recuerda que los Ayuntamientos pequeños «son la Administración más cercana al ciudadano» y que en ellos, «como conoces al vecino, cuando te viene a pedir algo porque tiene un problema urgente te implicas mucho más, porque lo viste o te vio crecer».

Samartino es partidaria, igual que Jardón, «de que se compartan servicios como la policía local o los sociales, que nosotros compartimos con Colunga, porque se ahorran muchos costes», pero rechaza la idea de convertirse «en un pueblo de una entidad mayor», porque «en los concejos grandes, los pueblos suelen estar más abandonados que el centro». Idéntico argumento aporta José Manuel Patallo, teniente de alcalde de Yernes y Tameza (166 habitantes, 226.413 €), concejo que actualmente gobierna un equipo que, a diferencia de en otras legislaturas, está formado por naturales del pueblo y no de la cercana Grado. «Nosotros somos sólo cinco pueblos, y si un vecino tiene una avería de agua se le arregla en el acto», dice Patallo, que añade que «si dependiéramos de Grado o de Proaza, que tienen muchos más pueblos a su cargo, esa reparación tardaría semanas». Expone asimismo que «siendo independientes, gestionamos el Ayuntamiento cuatro personas muy compenetradas y que al ser del pueblo sabemos bien lo que hace falta: qué camino hay que limpiar, qué obras necesita el concejo, etcétera».

Hay aún un argumento más para oponerse a la fusión, que aporta José Antonio Roque: la posibilidad de que consistorios saneados queden integrados en Ayuntamientos con deudas, lo cual comprometa la capacidad de hacer cosas para el concejo desaparecido. Ése sería el caso de Peñamellera Alta de quedar integrado en un supraconcejo con capital en Llanes. La deuda llanisca era en 2014 de casi ocho millones de euros; la de Grado, de casi cinco; la de Vegadeo, de 273.000 euros, pero ninguno de estos concejos pequeños tiene otra que cero.

Hace cuatro años, cuando UPyD exigió al PSOE una fusión municipal para facilitar la investidura de Javier Fernández, llegó a hacerse una propuesta que reducíel mapa municipal asturiano de 78 concejos a 21. Finalmente las resistencias fueron demasiado grandes y esa fusión no llegó a llevarse a cabo, pero el debate resurge con cierta frecuencia. A principios de este mes, el grupo parlamentario de Foro denunciaba precisamente al Gobierno regional por «pretender promover la fusión de concejos bajo el nombre de áreas funcionales supramunicipales». El tiempo dirá si esa fusión acaba llevándose a cabo o, como otras herencias decimonónicas, demuestra tener una vitalidad a prueba de bomba.