«No nos gusta nada la deriva del Montepío. Se parece mucho a la de Postigo»

Carmen Liedo CUENCAS

CUENCAS

Alberto Rubio, presidente de la Asociación de Mutualistas del Montepío de la Minería.Alberto Rubio, presidente de la Asociación de Mutualistas del Montepío de la Minería
Alberto Rubio, presidente de la Asociación de Mutualistas del Montepío de la Minería Carmen Liedo

Alberto Rubio, el azote de la actual dirección de la entidad, denuncia en esta entrevista que se encuentra «en un proceso de reconstrucción mal gestionado». Advierte que, si Industria reclama los fondos mineros, podría desaparecer

20 feb 2017 . Actualizado a las 05:00 h.

Alberto Rubio es el presidente de la Asociación de Mutualistas del Montepío de la Minería y el azote de la actual dirección desde que surgieran los encontronazos con el presidente de la entidad, Juan José González Pulgar. La apuesta de Rubio es modificar los estatutos del Montepío de la Minería, abrirlo a la gran familia que forman los mineros y sus familiares, darle músculo económico y social, reducir la cuota de poder de los sindicatos y hacer una entidad transparente en la que sus afiliados puedan decidir. Sin embargo, para el cabeza del sector crítico del Montepío el proceso de reconstrucción en que se encuentra está «mal gestionado» y asegura que al colectivo al que representa «no nos gusta nada la deriva que está teniendo el Montepío, que se parece mucho a la que tuvo en tiempos de Postigo». De hecho, pone el acento en que tengan «los mismos asesores». A su entender, esa etapa perjudicó a la entidad y la sigue manteniendo al borde del abismo puesto que advierte que si el Ministerio de Industria reclama «los fondos mineros a los que supuestamente no teníamos derecho» se podría generar tal bola económica que podría hacerla desaparecer. En un plano más personal, Alberto Rubio manifiesta su decepción con Pulgar, en quien asegura que confió y por el que entró a formar parte del Montepío de la Minería. A día de hoy sus posturas son irreconciliables, al menos para el presidente de la Asociación de Mutualista, y desde el día en que el presidente «se entregó a un Montepío manipulado» porque, según dice, «todo gira en torno a ese sindicato que es el SOMA-UGT». «Creo que cuando me fui, él se tendría que haber marchado conmigo», apostilla Alberto Rubio.

-La guerra abierta entre la Asociación que has constituido y la dirección del Montepío de la Minería que encabeza Juan José Pulgar parece haberse recrudecido en los últimos días…

-La dirección se está preocupando por la Asociación cuando deberían preocuparse más por la situación y la gestión que se está haciendo dentro del propio Montepío, y no dudar de la legitimidad que pueda tener una asociación que, en este caso, está legalmente constituida y registrada. Para nosotros, el Montepío sigue siendo nuestro referente, seguimos creyendo en él, seguimos queriendo ser leales, pero lo que no nos gusta nada es la deriva que está teniendo que se parece mucho a la deriva que tuvo en tiempos de Postigo. Sus gestores y la gestión del presidente la pongo muy en duda porque el Montepío tiene una especie de impunidad y todo lo que hace el Montepío parece que está bien cuando sus controles democráticos son escasos al igual que la participación, y todo gira en torno a ese sindicato que es el SOMA-UGT. Quien se sale del foco deja de estar dentro. Yo entro en el Montepío porque me creo que Juan José Pulgar quiere cambiarlo, nuestras primeras conversaciones eran sobre abrir el Montepío a más gente, considerando que cerrándolo a la minería se tocaba techo porque es un sector que se está extinguiendo. Había que buscar otros colectivos y que se alimentara de ellos, reformar los estatutos y considerar si la participación de los sindicatos era suficiente para darle pluralidad, democracia y participación. En el momento en que ponemos eso encima de la mesa, fue como nombrar a la bicha. No estábamos poniendo en duda la legitimidad de los sindicatos, sino planteando que habría que reformar los estatutos, poner más luz dentro del Montepío y darle más transparencia. En ese momento hay un desencuentro evidente y me doy cuenta de que se nos estaba utilizando a mayor gloria de lo de siempre, porque el funcionamiento de esta entidad es muy paternalista. Sin embargo, y ahora pienso que estábamos equivocadísimos, no queríamos meter mucho ruido porque pensábamos que se podía dar al traste con esa recuperación que pretendíamos para el Montepío. En el momento que a mí me dice el presidente del Montepío y el secretario del SOMA que nuestros planteamientos no proceden porque no somos representativos, aunque sí lo éramos cuando entramos, porque lo que planteábamos tenían que negociarlo con CCOO o con alguien de más entidad; pues vienen los desencuentros. Ahí empieza la disputa y la continuación. Pulgar no admite la posibilidad de que exista una Asociación, cuando es él el que está fomentando el que haya una asociación o colectivo de familiares de mutualistas a los que quiere dar representación en el Montepío. Sin embargo, a nosotros se nos pone en duda, y es por lo que entiendo que hay una especie de guerra hacia nosotros y de ninguneo estúpido. Un ejemplo es que en noviembre enviamos una carta planteando una serie de preguntas, que admito que podían resultar incómodas, y el caso es que algunas de ellas las clavan en la revista del mes de enero tal cual en una sección que titulan El rincón del mutualista. El Montepío responde sin poner la procedencia de las mismas y contestando lo que les parece. Como se suele decir, preguntas que hora es y te responden que llueve en Albacete.

-En su opinión ¿en qué situación se encuentra el Montepío?

-En estos momentos está en un proceso de reconstrucción mal gestionado y con unos gestores que no están aprendiendo nada de las lecciones pasadas del Montepío, con un necesidad de reformar sus estatutos y de abrir la ventana a otros colectivos y otras sensibilidades que puedan dar más participación y democracia al Montepío. A partir de ahí el Montepío tiene dos problemas: uno de músculo económico y otro de músculo social. Respecto al primero, es que seguimos pendientes del Ministerio de Industria respecto a los fondos mineros a los que supuestamente no teníamos derecho. Es un problema, porque si se llevara a efecto el Montepío, sí tendría un riesgo de desaparecer porque tendría que devolver mucho dinero y porque con todo lo que tiene que atender administrativamente de sus empresa se generaría una gran bola de nieve. Al lado de esto, necesitaríamos lo que yo llamo músculo social, que es la credibilidad del Montepío. Imaginémonos un Montepío que por decisiones políticas tiene un montón de espadas encima que lo pueden herir gravemente, que puede ser agredido por alguna de esas situaciones. Es ahí donde puede necesitar de ese músculo social para combatir en la calle esas agresiones, al igual que puede necesitar de la solidaridad que de estas cuencas entendiendo que el Montepío forma parte de nuestro ADN. Pero no se dan ahora esas circunstancias porque el Montepío no tiene credibilidad y parece que sus gestores no tienen ningún afán de volver conseguirlo. Es el último reducto de un modelo sindical agotado, agotado dentro de su propia organización, y el Montepío se lo toma como una trinchera para seguir haciendo lo que quieren. Después hay vellidos dolfos que se ofrecen para apoyar esta manera de funcionar.

-Por tanto, ¿ve un riesgo serio de que pueda llegar a desaparecer?

-Si se da esa situación económica perversa, sí. Sería un problema grande, aunque hoy desconozco cómo está la gestión, porque es cierto que el año pasado se dieron muchos pasos, por ejemplo, en la refinanciación bancaria. Por eso, nosotros tratamos de ayudar, y espero que esta entrevista no incomode al presidente del Montepío, pero teniendo en cuenta que es una persona que a mí me defraudó tanto, lo que pueda pasar con su situación personal en el ámbito del Montepío a mí me da igual. Es más, creo que cuando me fui, él se tendría que haber marchado conmigo porque ya tenía pensado irse y este espectáculo que está dando en los últimos tiempos no aparecería en su currículum.

-Para evitar eso, uno de los planteamientos que lanza la Asociación de Mutualistas es abrir el Montepío a otros colectivos. ¿Cuáles son esos colectivos que cree que se podrían integrar para revitalizarlo?

-Una idea que compartía con el presidente es que podíamos hablar perfectamente de familia minera, para no arrancar las raíces del Montepío, con la fórmula de integrar a los familiares de los mutualistas, de forma que se abría la entidad a colectivos enteros: sanidad, educación, enseñanza, industria… que formaran un Montepío más plural buscando la fórmula legal, con lo que podría extender sus tentáculos para captar más socios de otros colectivos hacia lo que llamaríamos una gran familia minera y de la cual forman parte hijos, nietos, hermanos, que están en otros sectores y nunca trabajaron en la minería. Esa era la idea y estábamos todos de acuerdo, pero esa idea no se resuelve sólo diciendo que pueden ser afiliados pero sin los mismos derechos que los mutualistas. Habría que ver ese horizonte con el objetivo de coger músculo social y revertir el que el concepto de solidaridad del Montepío ya no es el que era, pero para eso es necesario modificar los estatutos.

-Ha sido muy crítico con la gestión de Juan José Pulgar y, de hecho, reclama una auditoría externa para conocer el estado de la entidad. ¿En qué sustenta esa desconfianza hacia la actual dirección del Montepío?

-Nosotros hablamos de una auditoria de gestión para saber si todo está colocado en su sitio, porque económicamente el Montepío ya está auditado. Se trata de saber si lo que se está teniendo son ocurrencias porque yo alguna vez he trasladado al presidente que se tenían y que no había un objetivo claro, cuando lo que hace falta es un plan estratégico para el Montepío. Se perdió la oportunidad en la última asamblea, donde se tenían que haber aprobado unos nuevos estatutos, a partir de los cuáles diseñar un plan de gestión para un horizonte a medio y largo plazo y dejar claro que modelo de Montepío queremos, cómo se deben gestionar las empresas del Montepío y con qué dinero, a la vez que se marcaran objetivos de afiliación; porque sigue imparable el descenso para unas incorporaciones que son mínimas. Otro problema del Montepío es que se diseñan y se pagan planes que luego no se ponen en práctica porque los consideran inviables. Lo que no tengo claro es si era un querer y no poder o un poder y no querer.

-Considera necesario también un cambio en los estatutos de la entidad. ¿Qué modificaciones entiende que se deben realizar?

-En primer lugar, el tema de la afiliación, buscar el marco de abrir el Montepío y reducir el marco de participación de los sindicatos para ir tendiendo hacia que la entidad sea gobernado por sus mutualistas, con un pequeño corsé que sea el sindical para que el Montepío siga siendo un referente de la tradición solidaria minera y que eso continúe en el tiempo. Otro objetivo es que vuelva a ser ese gran dinamizador de la solidaridad con unos recursos que se dediquen a buscar nichos de pobreza y necesidades en Asturias y en las cuencas mineras. El Montepío llegó a dedicar entre el 30% y el 40% de su presupuesto a ayudas, pero de eso ahora no queda nada, sólo ese voluntarismo de dar unas becas, que están muy bien pero que es escaso.

-¿Cree que el Montepío de la Minería se ha quedado anticuado?

-En el sentido de la palabra solidaridad no debería quedarse anticuado nunca porque es su raíz, pero se queda anticuado desde el punto de vista de no reconocer que la minería en estos momentos, desgraciadamente, se va a acabar. Y lo que es kafkiano de sus estatutos, y diciéndolo de memoria, es que de sus diez mil y pico afiliados, un 92% son pensionistas y jubilados, un 6-7% son prejubilados y el resto son personas activas. Pero democráticamente, es ese 1% el que decide los órganos de dirección del Montepío. Es más, gente que incluso no está afiliada al Montepío puede representarlo porque esa representación viene determinada por el resultado de las elecciones sindicales mineras. Y eso hoy en día es un contrasentido, con lo que hay que buscar un método democrático de que la conformación de esa asamblea que va a decidir los órganos de dirección no esté sujeta al criterio de un señor que pudiendo ser afiliado, no le importa el Montepío, pero que con su voto en unas elecciones condiciona lo que va a pasar en él. En su día esto podía tener sentido porque el 90% de los mineros estaban afiliados, pero hoy los estatutos se han quedado anticuados.

-¿Cómo valora los cambios que se han hecho en los últimos meses, como modificar su imagen corporativa, lanzar becas..?

-¿Quién dice que no al Montepío respecto a esas cosas? Bueno, valen, pero yo preferiría que el Montepío, en vez de buscar la marca externa, actuara sobre el interior. Si tú das una mano de pintura a una caja de cartón, no deja de ser una caja de cartón muy bonita. Entonces, si tú refuerzas la estructura del Montepío y haces que sea firme y sea creíble, que todo el mundo entienda que esa puede ser su casa, las manos de pintura le van a venir genial. Lo que habría que hacer es a la vez que cambias la imagen corporativa buscar ese músculo social y ese músculo económico que es lo que realmente hace falta.

-La entidad, y concretamente la Residencia de Felechosa, ha estado en el punto de mira judicial y rodeada de polémica. ¿Está sufriendo el Montepío las consecuencias de ello y la desconfianza de los mutualistas?

-Algo que debería suceder ya es que se cerrara esto. Si hay culpables que los lleven a juicio, porque el Montepío no puede estar sujeto permanentemente a los vaivenes de dos personas que están en un proceso de investigación. No puede ser porque toda una campaña de credibilidad puede irse al traste. Con lo cual, la Fiscalía Anticorrupción o quien proceda debe cerrar este tema ya para que se puede respirar desde el Montepío. El Ministerio de Industria con el tema de los fondos mineros, lo mismo, en lo posible de la mejor forma posible para la entidad. A partir de ahí, lo que no se puede hacer es que si alguien estuvo supuestamente metiendo la mano en la caja, afiliando gente por amistad, dando créditos a no se quien, estableciendo criterios de gratificaciones por cursos o favoreciendo a determinadas empresas del ámbito del PSOE dentro del Montepío… Si tú sabes todas esas cosas y entras diciendo que habrá luces encendidas, ventanas abiertas y cajones abiertos, tienes que hacerlo siempre y no sólo el día que entras. Tienes que mantener ese criterio y no encerrarse cada vez que tengas un problema y en el Montepío está pasando un poco eso. Antes creía que Pulgar no daba más pasos por prudencia, y yo también lo fui, pero después me he dado cuenta que estaba actuando a órdenes y que no mueve ficha en cosas en las que alguien no haya dado previamente el consenso. Pero en la asamblea quedó claro que el problema no es debatir sobre un modelo de Montepío, es un problema de que se atrincheran cuando entienden que alguien les quiere agredir, pero no al Montepío, sino al concepto que tienen de él.

-¿Y qué opina de que la dirección manifieste que la Asociación de Mutualistas no tiene legitimidad alguna en el Montepío según un informe jurídico que ha solicitado?

-De los informes jurídicos que tiene el Montepío y que yo viví allí casi ni hablar, porque tiene tanto asesoramiento que esos asesoramientos a veces son hasta contradictorios. Una pregunta y cincuenta respuestas para que al final se determine como respuesta lo que sea política del Montepío, lo que sus gestores y su consejo regional determina que se debe hacer. Entonces, el hecho de que se conteste a cosas que nadie preguntó me parece estúpido, como que se ponga en duda nuestra legitimidad cuando somos una asociación de afiliados voluntarios a los que nos dijeron que nos teníamos que legalizar y lo hicimos. Con lo cual ahí no pueden dar vueltas. Y nosotros lo que pedimos es un cambio de estatutos, y si siendo representativos de un montón de gente podemos entrar en los órganos de dirección, nos pensaremos si lo hacemos entonces. Pero ahora sabemos que con los actuales estatutos no podemos. Sin embargo, estos que tienen todos esos informes jurídicos están determinando que un colectivo de familiares de mutualistas sí van a tener representación en la próxima asamblea. Es decir, pretenden modificar los estatutos a mayor gloria y a medida, por eso de que que todo cambie para que todo siga igual. Ese es el modelo de democracia y transparencia interna.

-La de Pulgar y la tuya, ¿son posturas irreconciliables?

-Ahora sí. Se volvió en el momento en que el actual presidente se entrega a un Montepío manipulado. En su momento yo creí que no, y por eso en cierto modo perdí el tiempo, aunque también tengo que decir que mejoramos muchas cosas de la transparencia y cambiamos cosas muy importantes, por ejemplo, en el geriátrico de Felechosa. Pero nos falló lo fundamental, y es que se creyera que el Montepío es algo serio, algo importante, algo que se puede cambiar, algo que puede sobrevivir y es algo, sobre todo, que tiene futuro. Y para eso no confío en que Pulgar sea el capitán idóneo.

-Hace una semana anunciaba que están trabajando ya en la Asamblea del Montepío que se celebrará en junio. ¿Con qué objetivos acudiréis a la misma?

-El objetivo es ir con esa modificación de los estatutos y buscar un plan estratégico del Montepío a partir de saber si todo está en su sitio, porque en el Montepío todos los colaboradores que tiene Pulgar son los mismos que tenía Postigo, los mismos asesores, y lo único que ha cambiado es el auditor. ¿Lo hacían mal estas personas antes? No lo sé, sólo sé que son los mismos. Entonces, nosotros intentamos cambiar las cosas.