«La madre del fallecido nos pedía por la ventana que le abriéramos la puerta porque estaba encerrada»

Carmen Liedo LANGREO

CUENCAS

La Policía Nacional precinta la casa en la que apareció muerto un vecino de La Felguera.La Policía Nacional precinta la casa en la que apareció muerto un vecino de La Felguera
La Policía Nacional precinta la casa en la que apareció muerto un vecino de La Felguera

Solo unos pocos vecinos conocían a la mujer que convivió varios días con el cadáver de su hijo en La Felguera porque «ella nunca salía a la calle». El muerto llevaba casi dos semanas sin recoger la prensa

29 mar 2017 . Actualizado a las 17:41 h.

El patio de la casa número 12 de la calle Farmacéutico Ponga, de La Felguera, es un enjambre de insectos que salen de una ventana que se dejó entreabierta una vez que la médico forense, la Policía Científica y la Policía Judicial concluyeron los trabajos de investigación. En esa vivienda, a primeras horas de la noche del martes, la Policía Local de Langreo descubría que una mujer de 77 años había convivido con el cadáver de su hijo, de 55 años, durante más de una semana. Fueron vecinos de la propia calle los que alertaron de que estaba sucediendo algo porque desde hacía días salía un terrible olor. Sin embargo, no todos sabían que en el número 12 vivía una anciana. En casa de la familia Fernández Rodríguez, al comienzo de la calle, comentan que veían «al señor que murió volver cada día de hacer la compra, pero no sabíamos ni que la madre vivía ahí» porque aseguran que «ella nunca salió a la calle» en el tiempo que llevaban allí residiendo. No se ponen de acuerdo sobre cuánto hace que se había instalado. Unos apuntan a que se habían trasladado hace menos de un año y otros estiman que podría hacer casi dos.

Sólo los vecinos más cercanos a la vivienda en la que se encontró muerto a C. I. V. habían visto en alguna ocasión a su madre que, por cierto, les solicitaba que le abrieran la puerta. María Antonia Martínez, que vive enfrente, considera que «esa señora debía estar mal» porque, según argumenta, «una vez me llamó cuando yo salía de casa y me pedía que le abriera la puerta porque la dejaban encerrada y me decía que fuera a buscar la llave». Sin embargo, pensó simplemente que la señora tenía algún problema mental y no alertó a nadie porque su hijo, al que veían más a menudo, «tampoco dio pie nunca a comentar nada».

En eso coinciden otros vecinos que en la mañana de este miércoles comentaban lo sucedido en la calle. El fallecido era una persona de pocas palabras, introvertido al que sí veían cuando volvía de hacer la compra o recoger la prensa. De hecho, otra vecina de la zona indicaba que en el kiosco en el que habitualmente C. I. V. tenía reservados los periódicos y lo echaban en falta desde el pasado 17 de marzo, primer día en el que, al parecer,  no apareció. De este dato se desprende que la anciana pudo haber estado conviviendo con el cadáver durante 12 días, hasta que en la noche del martes lo encontró la Policía Local de Langreo, la primera que entró en la vivienda sin pensar que se encontraría tan dantesco escenario. Los vecinos que siguieron el suceso al sentir tanto despliegue policial comentan que los agentes salían de la vivienda afectados por el avanzado estado de descomposición en el que se encontraba el cuerpo «que decían estaba todo cubierto de larvas», apunta otra vecina.

Otra de las incertidumbres eran qué iba a pasar con los dos perros que tenía el fallecido y su madre, ya que desde la perrera de Langreo se apuntaba que los habían avisado de que tendrían que ir a recogerlos aunque hasta las tres de la tarde no recibieron la orden de pasar por ellos ya. La incertidumbre se generó porque en otras ocasiones los perros ladraban al sentir revuelo en el exterior de la vivienda, y sin embargo durante la mañana de hoy en ningún momento les habían sentido. Ni siquiera cuando a eso de la una menos diez del mediodía se acercó la Policía Nacional para retirar el precinto policial con el que la puerta quedó cerrada a eso de las dos de la madrugada cuando policía y forense dejaron la vivienda, en la que quedaron los dos perros. Además los vecinos estimaban que podrían estar sin atender desde que falleciera su propietario. No obstante, Ana Fernández Rodríguez manifiesta que ella también se había enterado anoche de que C. I. V. tenía dos perros «porque no los sacaba nunca». Fue pasadas las tres de la tarde cuando trabajadores de la perrera municipal pudieron pasar a recoger a los perros. Los mismos han confirmado que los animales se encontraban bastante bien aunque apuntaron a que estaban «esquivos».

Esta vecina, que reside a dos puertas del número 12 de la calle Farmacéutico Ponga explica que el fallecido tenía un carácter introvertido y que «nunca cruzaba palabra con nadie». Es más, comenta que cuando se fueron a vivir allí «ni siquiera me enteré». Así, la madre de Ana Fernández Rodríguez, que vive al comienzo de la calle apostilla que «decimos de los pisos de Madrid, pero aquí tampoco nos enteramos de nada», dando a entender que aunque es una calle de viviendas unifamiliares tampoco hay un conocimiento excesivo de la vida del resto de vecinos. Y es que al igual que no sabía que C. I. V. tenía a su madre en casa, esta vecina también desconocía que tuviera una hermana que, al parecer, estuvo anoche tras el hallazgo del cadáver. «No acabo de entender si tenía una hija como esa mujer podía estar así», ha señalado.

Manuel Antón Villa es vecinos de la calle desde hace 37 años y aunque también coincide en que «a la señora no la conocía», él si expresa que el fallecido, al que veía a menudo «porque él salía todos los días, siempre saludaba». Sin embargo, matiza que sí que le parecía que tenía un carácter introvertido.

Desde luego, el suceso no ha dejado indiferente a nadie del entorno de la calle Farmacéutico Ponga, a quienes les queda la duda de qué le pudo pasar a su vecino, cuyo cadáver era trasladado en la noche del martes al Instituto Anatómico Forense para determinar las causas de una muerte que según fuentes de la Policía Nacional pudo haber sido por causas naturales puesto que «no parece que haya signos de violencia». Por otra parte, los servicios sanitarios se hicieron cargo en un primer momento de la anciana, que al parecer sufre algún tipo de demencia. Desde el Ayuntamiento de Langreo comprobarán si la mujer de 77 años era usuaria de algún programa de ayuda municipal tras recibir los datos de la misma.