Seis editores asturianos diseccionan el Nobel a Bob Dylan

Pablo Batalla GIJÓN

CULTURA

Bob Dylan
Bob Dylan FPA

Desde la indignación de Silvia Cosío (Suburbia) hasta el entusiasmo de Lara García (KRK), los responsables de las editoriales emiten opiniones variadas sobre el galardón al cantautor norteamericano

22 oct 2016 . Actualizado a las 05:00 h.

Es el debate del momento en los medios culturales y literarios: ¿merece Robert Allen Zimmerman, alias Bob Dylan, el Premio Nobel de Literatura que le acaba de conceder la Academia Sueca? ¿Está la obra del icónico cantautor a la altura de la de predecesores como Thomas Mann, William Faulkner o Pablo Neruda? ¿O más bien hay que echarla al cajón de los Nobel sonrojantes junto con José Echegaray o Eyvind Johnson y Harry Martinson? La opinión de los editores asturianos dista de ser unánime a este respecto: su reacción a la concesión del premio a Dylan abarca todas las emociones posibles desde la indignación de Silvia Cosío (Suburbia) y Marina Lobo (Impronta) hasta el entusiasmo de Lara García (KRK), pasando por la indiferencia de Antón García (Saltadera) y las dudas de Álvaro Díaz Huici (Trea) y Daniel Álvarez Prendes y Laura Sandoval (Hoja de Lata).

«Dylan no hace literatura, así que no merece un Nobel de Literatura». Así de categórica es la opinión de Silvia Cosío, la editora de Suburbia, a quien han indignado especialmente ciertas declaraciones de un miembro de la Academia Sueca que se refirió en términos despectivos a la literatura estadounidense contemporánea. Al decir de Cosío, «hay una especie de querer darles una lección a Philip Roth y a Don DeLillo; de decirles: “sois tan malos que para premiar a un norteamericano tenemos que darle el premio a un señor que toca la armónica». Por qué Dylan no es un literato, la editora lo argumenta así: «Cuando Dylan o cualquier otro cantautor compone sus canciones no está pensando en hacer literatura, está pensando en hacer música. Ponte tú a leer Hurricane como si fuera un poema. ¿Qué hacemos con las partes musicales? ¿Qué hacemos con los ruidos que hace con la boca? ¿También los leemos?».

Más cautelosa a la hora de formular su opinión, pero sin que ésta sea menos negativa, se muestra Marina Lobo, de la editorial Impronta. «No quiero», dice, «quitarle méritos a Dylan, que los tiene como gran cantautor, pero me parece un premio un poco excéntrico, y entiendo que los escritores se pongan en guardia para defender las fronteras entre lo que es literatura y lo que no». A Lobo le «gusta Dylan, pero como lo que es. Sus letras son estupendas y muy líricas y todo lo que queramos, pero Dylan es un cantante, un cantautor, no un literato». Apena especialmente a la editora que no se haya dado el Nobel a la estadounidense Joyce Carol Oates, que «lleva muchos años sonando como candidata» y en su opinión hubiera merecido más el galardón. «A lo mejor lo que es excéntrico para los académicos suecos es darle el premio dos años seguidos a una mujer», valora Lobo.

En el otro extremo del rango de emociones posibles se ubica Lara García, de la editorial KRK. «Personalmente», dice, «me gusta mucho este premio, que a fin de cuentas es volver a los orígenes de la literatura: a Homero, a Esquilo, al mester de juglaría, a lo que la literatura fue originalmente». García incluso se muestra en desacuerdo con quienes valoran que, no siendo criticable que se otorgue el premio a un cantautor, los había mejores que Dylan, caso de Leonard Cohen. «Si tengo que comparar a Dylan y a Leonard Cohen, me quedo con Dylan. Como mínimo, sus méritos me parecen equivalentes». Valora además la responsable de la editorial fundada por Benito García Noriega que «el Premio Nobel de Literatura no se da sólo en función de los méritos literarios del que lo recibe, sino que operan otros factores, y Dylan es el icono de una generación mucho más que Cohen».

Opiniones tibias

Opiniones intermedias entre las de Cosío, Lobo y García son las de Álvaro Díaz Huici (Trea), Antón García (Saltadera) y Daniel Álvarez Prendes y Laura Sandoval (Hoja de Lata). Huici tiene una «doble opinión». El editor gijonés sí cree que, «puestos a concederle un Nobel a un cantautor, Cohen es literariamente mucho más sólido» y que «no parece que las letras de Dylan estén a la altura de lo que debería ser un Nobel». Reflexiona Huici que «su aliento poético es bastante cuestionable» y que, «aunque es cierto que en este caso no se puede discernir la poesía de la música, si se separa lo que queda es bastante flojo por más que evidentemente las letras de Dylan más sugerentes que las de la mayor parte de los cantantes». En cualquier caso, el editor jefe de Trea suscribe la opinión de García de que la Academia Sueca puede considerar otros factores a la hora de adjudicar sus premios, y que, en ese sentido, éste «es un guiño interesante a una generación y a una manifestación cultural interesante, que es la de los trovadores del siglo XX».

A Daniel Álvarez Prendes y Laura Sandoval, fundadores de Hoja de Lata, el premio no les indigna, pero sí les sorprende. «La Academia Sueca ha solido preocuparse de fomentar el descubrimiento de autores nuevos, y Bob Dylan no es evidentemente el caso», dicen. Dylan, valoran, «no necesita popularidad y este premio parece más propio de los Príncipe de Asturias, que siempre tiran más hacia lo populista». En todo caso, al decir de Prendes y Sandoval, éste sí que es un buen premio en lo que tiene de reconocimiento de la «cultura folk popular y populachera», si bien también ellos opinan que «seguramente hubiera cantautores con mejores contribuciones a ella».

La opinión más ecuánime, por más indiferente, entre los editores asturianos es la de Antón García, de Saltadera. «Me da exactamente igual, porque Dylan no es uno de mis cantantes preferidos y no sé cuáles son sus méritos», dice, y anima a no tomarse demasiado en serio los Premios Nobel: «es un premio como otro cualquiera; lo dan unos señores de Suecia que a veces aciertan y nos descubren a algún autor interesante y a veces se lo dan a Echegaray. No son ningún referente del estado de la cultura occidental y no hay que darles mayor importancia».

En una cosa sí están de acuerdo todos los editores: es un gesto feo el de no responder a las llamadas de los académicos suecos, que aún no han sido capaces de ponerse en contacto con el premiado para comunicarle que es el sucesor de Svetlana Alexiévich como Premio Nobel de Literatura. «Cuando lo llamó Juan Pablo II para ir a cantar al Vaticano, bien que fue para allá el amigo Zimmerman», malicia Daniel Álvarez Prendes.