El paso internacional en la carrera de un actor asturiano

María Rodríguez REDACCIÓN

CULTURA

ANGEL MANSO

Javier Gutiérrez participa en el elenco de la superproducción cinematográfica del videojuego «Assassins Creed» junto a Fassbender, Marion Cotillard y Jeremy Irons.

14 ene 2017 . Actualizado a las 05:00 h.

Acabamos de verlo encarnando a Franco en la serie Lo que escondían sus ojos y este año aspira de nuevo a un Goya como actor de reparto en El Olivo. Pero sin duda su trabajo con más proyección es el que está ahora en cartelera: Assassin’s Creed, junto a actores como Fassbender o Marion Cotillard.

-¿Qué tal la experiencia en una superproducción?

-Muy gratificante, muy enriquecedora. Fue como un regalo porque fue estar dentro de un juguete de más de 200 millones de dólares y con actores de la talla de Marion, Fassbender, Jeremy Irons... Y además a las órdenes de Justin Kurzel, que es un director que va a dar mucho que hablar en los próximos años, puesto que ya son dos películas y con esta tercera de Assassin’s Creed, se convierte en un director que sabe manejar este tipo de blockbusters, pero también películas más pequeñas, como fue la de SnowTown, que fue un descubrimiento. Me sentí muy a gusto, más allá del presupuesto, de los tiempos, de la responsabilidad. Los primeros días estuve un poco nervioso. Hay que tener en cuenta que era un equipo que no conocía, en otro idioma. Hay que estar muy atento a todo. No fui consciente del embolado en el que me había metido hasta que vi la película.

-¿Qué has aprendido en este proyecto?

-Pues saber cómo funcionan las cosas en una producción tan grande, y después no deja de ser una película más. Sí es cierto que la proyección es enorme porque llegas a millones de espectadores. Nunca sabes lo que te puede deparar un trabajo con tanta proyección. Se aprende el rigor, la profesionalidad y el compromiso de gente como Justin Kurzel o Fassbender. Entiendes por qué tipos como Tom Hanks, Tom Cruise o Fassbender son unas celebrities y se convierten en actores tan poderosos para la industria del cine y son capaces de levantar por sí solos un proyecto.

-¿Qué resaltarías del trabajo de actores como Fassbender o Cotillard?

-Hay mucho rigor, mucho compromiso. Es gente que se toma su trabajo, no como una religión, pero viven por y para su trabajo. Michael Fassbender, por ejemplo, llevaba seis años trabajando en este proyecto. Y no solo es protagonista, es también productor. Tomó decisiones de todo tipo. En una escena paró el rodaje porque veía que una frase no encajaba y estuvo una hora deliberando con el director para ver cómo hacer que esa frase sonase bien y fuese acorde con la historia.

-¿Es este el inicio de una etapa internacional en tu carrera?

-No, no lo creo. Yo pienso que hay mucho por hacer en nuestro país. Se hacen cosas muy buenas, pero hay muy poco trabajo para tantos actores. Hace poco un estudio dijo que solamente entre un 8 y 9 % de los actores y actrices de España pueden vivir dignamente de su salario. El factor suerte en esta profesión cuenta mucho también.

-¿Pero te gustaría probar suerte fuera, en países como Estados Unidos, Inglaterra o Francia?

-Sí, sí. De hecho estoy probando suerte en Latinoamérica. Creo que hay un gran mercado allí para la televisión y el cine. En un mundo tan globalizado, uno tiene que salir fuera. Aunque hay mucho talento en nuestro país, no solo entre los actores, sino también entre el equipo técnico, debemos probar fortuna fuera, como hacen muchos otros actores cuando vienen aquí a España.

-Acabas de estrenar también «1898: Los últimos de Filipinas». ¿Por qué te ofrecen tantos papeles de malo en cine?

-Sí, sí (se ríe). También hago mucha comedia. Cuando haga mucha comedia, también me preguntarán por qué hago tanta comedia. Estamos aquí para hacer diferentes personajes y probar suerte en diferentes géneros. Sí es cierto que hice bastantes papeles no tanto de malo, pero sí de villano. Pero yo pienso, por ejemplo, que el sargento Jimeno, que interpreto en 1898, Los últimos de Filipinas no es tan malo. Es un tipo con mucho rencor porque es un superviviente de una masacre y porque tiene un sentido del honor y una exaltación a la patria, a su país, desmedida. Es un tanto particular la manera suya de entender ese amor a la bandera. Se siente traicionado. Hay una frase demoledora que dice al final, y que resume un poco su historia y la historia de este grupo de españoles que llevan luchando en Filipinas un año después de que terminase la guerra: «A la mierda España». El policía de La isla mínima no es tan villano. Es un torturador, pero también es una víctima del sistema.

-Por lo que dices, intentas explicar y entender al personaje, ¿no?

-Sí, claro. Nunca juzgarlo. Intentar que resulte interesante para el espectador, y entender las razones que mueven a los personajes para hacer determinadas cosas. Por eso, uno como actor no tiene que juzgarlo, tiene que verlo desde fuera.

-¿Qué personajes te gustaría interpretar y que aún no te ofrecieron?

-Ufff... Muchos [se ríe]. Ahora estoy detrás de un texto de David Mamet, que se llama Edmond, que es una bajada a los infiernos, un retrato del mundo de hoy en día. Se hizo una película que interpretó William H Macy. Se hizo hace muchos años en el teatro Luchana, pero no se volvió a hacer. Es un proyecto que me encantaría encarnar, pero en el teatro más que en el cine.

-Precisamente, si pudiese pedir un deseo, con qué director o directores españoles o extranjeros te gustaría trabajar?

-[Se ríe] ¡Yo que sé! Desde Iñárritu, Scorsese, Woody Allen... En España, muchos, y muchas... Pero hay tanta calidad... desde Amenábar a Isabel Coixet. Repetiría con Álex de la Iglesia, con Alberto Rodríguez, con Iciar Bollaín...

-Te vimos en «Lo que escondían sus ojos», que dulcifica a Serrano Suñer, una de las figuras más reprobables de la dictadura franquista. ¿Piensas que los productos audiovisuales deberían tener más cuidado a la hora de representar personajes históricos?

-Eso depende de la cultura de los telespectadores. Un telespectador tiene que saber que lo que le están contando es mera ficción. A mí como actor me interesaba hacer el personaje de la figura de Franco y acepté porque era un reto. Había una gran producción detrás, de Fernando Bovaira, uno de los productores más interesantes e inteligentes de este país. Me pareció que la novela de Nieves Herrero estaba bien escrita, me entretuvo y es un buen producto. La figura de Franco, de Carmen Polo y Serrano Suñer salen edulcoradas, pero el espectador es inteligente como para saber que eso es así. Pasan cosas mucho más graves, como para que estemos pendientes de una serie de televisión.

-A principio de este año se va a estrenar «Plan de Fuga», ¿por qué tenemos que ir a verla al cine?

- Siempre hay que ir al cine, yo soy un apasionado del cine y del teatro. una película muy bien hecha, muy de género y con muchos buenos trabajos. Está Luis Tosar, que es una garantía, que es un seguro de buen hacer, y es uno de los grandes actores que tiene este país. Y después también hay gente muy joven como Alain Hernández o Alba Galocha. Es una película muy, muy interesante en la que se narra la historia de un atracador que es captado por un grupo de criminales de la Europa del Este, y va a vivir una especie de doble vida en la que va a ser ayudado por un amigo, que interpreto yo, que es un toxicómano. Y entonces tendrán que dar el golpe de su vida, que es a un banco suizo.