Sesenta años sin Humphrey Bogart

Miguel Anxo fernández

CULTURA

Warner Bros. Pictures

La efeméride se refuerza con los 75 años que cumple el filme «Casablanca», que lo convirtió en un icono del Hollywood clásico antes de su romance con Lauren Bacall

17 ene 2017 . Actualizado a las 08:14 h.

Domingo, 14 de enero de 1957, 2.25 de la madrugada. Humphrey DeForest Bogart exhalaba su último suspiro. Ya no volvería al Pacífico, a bordo de su querido yate Santana, en donde se sentía más libre junto a su vaso de whisky, su pitillo y su caña de pescar. En unas semanas, un cáncer de esófago lo había dejado en apenas 30 kilos, además de reducirlo primero a una silla de ruedas y, poco después, a inmovilizarlo en una cama. Siguiendo el consejo de las dos enfermeras que lo atendían en su casa de Mapleton Drive, en Los Ángeles, su esposa, la actriz Lauren Bacall, se había ido poco antes a descansar al piso de abajo, exhausta de acompañarlo en aquella larga agonía. Despertada, se puso la misma bata que llevaba en Dark Passage (Delmer Daves, 1947), su primera película compartida como matrimonio, y subió a besarlo en una mejilla. 

Aunque no estuvo junto a su querido Bogie en el instante del adiós, hacía tiempo que la medicación había sumido en el limbo al inolvidable Rick Blaine, de la glamurosa Casablanca (Curtiz, 1942). Sus hijos, Stephen y Leslie, de ocho y cuatro años, seguirían dormidos unas horas más. Con el paso del tiempo, los recuerdos de Lauren, Por mí misma (Ultramar, 1979), y muchos años después los de Stephen, Bogart, en busca de mi padre (Ediciones B, 1996), se fijarían como pilares de la memoria más íntima del actor. Fallecía con 57 años recién cumplidos y solo uno antes, ya muy enfermo, se despedía con Más dura será la caída (Robson, 1956). Incinerado, y depositadas sus cenizas en el cementerio de Forest Lawn, el elogio fúnebre sería pronunciado por su buen amigo John Huston (que en 1948 lo puso junto a su padre Walter Huston, en El tesoro de Sierra Madre), porque otro de sus grandes amigos, Spencer Tracy, el último en visitarlo estando lúcido, junto a Katie Hepburn, no se sintió con fuerzas. 

Estrella sin ser un galán

Desaparecía un mito vivo de Hollywood, icono singular del cine negro, rostro de Philip Marlowe y Sam Spade en un puñado de películas irrepetibles, Óscar en 1951 por su Charlie Allnut en La reina de África, y muy respetado también por su actitud combativa durante la caza de brujas de McCarthy y su Comité de Actividades Antiamericanas. Junto a la propia Bacall y un puñado de nombres de prestigio, apadrinaron una declaración de derechos y se desplazaron a Washington para solidarizarse con los acusados y protestar contra la creciente censura en Hollywood. Confirmado ya como estrella, pese a no ser un galán, padecer una creciente alopecia y tener una peculiar voz nasal, cuenta el director Howard Hawks al crítico Joseph McBride que un día le preguntó por qué no sonreía y que el carismático actor le respondió que tenía «un labio perezoso»; al parecer, a causa de un corte que le había inutilizado algunos nervios. Hawks le reprochó que en la víspera había sonreído a destajo durante una borrachera compartida, así que le espetó: «Más te vale hacerlo si vas a trabajar conmigo». 

Fue también Hawks el descubridor de Lauren Bacall y los reunió en Tener y no tener en 1945 (y volvería a hacerlo al año siguiente en El sueño eterno), y es ahí cuando el propio Hawks admitió que «cuando dos personas se están enamorando no son difíciles de manejar». Ese romance derivaría en once años y medio de matrimonio, pese a la oposición inicial de la madre de ella, que le reprochó: «Qué clase de hombre es ese que teniendo una mujer se ve con una chica veinticinco años más joven que él», aunque la actriz temía aún más a su abuela: «De acuerdo con su escala de valores, Bogie tenía todo en contra: demasiado viejo para mí, un pasado con tres esposas, bebía, era un actor y no era judío». 

Joven y viuda, Bacall volvería a desposarse en 1961 con el actor Jason Robards. Fallecida en agosto del 2014, con 89 años, todavía pudo ver la primera edición del Humphrey Bogart Film Festival, que se celebra en octubre en Cayo Largo, Florida. La edición del 2017 será la del 75.º aniversario de Casablanca. Seguro que por allí aparecerán su sombrero, su gabardina y un pitillo a medio colgar en un labio perezoso.