«Mi marido no se ha leído un solo libro mío»

VIRGINIA MADRID

CULTURA

Más de un millón de lectores se han sumergido en sus historias románticas y eróticas. Y hoy «la Grey española» figura en el Olimpo de los escritores que más vende, con sus 32 novelas. Relatos de mujeres fuertes que no se rinden ante una negativa.

18 feb 2017 . Actualizado a las 17:40 h.

Superventas podría ser su segundo apellido. Antes de convertirse en una escritora de éxito fue jefa de secretarias en una asesoría judicial, pero también trabajó en una tienda de decoración y en una inmobiliaria. «Mi vida no ha sido un camino de rosas. Sé muy bien lo que es tener que buscarse la vida para ayudar a mi madre». A pesar de su éxito con mayúsculas, Megan Maxwell (Alemania, 1965) asegura que es una mujer normal, que se dedica a escribir novelas románticas, muy familiar, que vive en un pueblo a las afueras de Madrid y que prepara lentejas para comer. Y entre risas nos confiesa que la gente le pregunta: «¿Practicas todo lo que escribes?» Y siempre responde lo mismo. «Soy escritora y busco información, ya sea sobre sexo o historias románticas, pero de ahí a vivir todo lo que escribo.... Mi vida es más normalita de lo que la gente se cree».

-Hace unos días has publicado tu última novela, «Una flor para otra flor». ¿Estás nerviosa por la acogida que tendrá tu historia entre tus lectoras o eso forma parte ya del pasado?

-El lanzamiento de un nuevo libro lo vivo con la misma presión que antes. Es la responsabilidad que siento por mi trabajo. Te confieso que una semana antes, se me empieza a revolver el estómago y la cabeza se me dispara: «¿Y si esta novela no les gusta? ¿Si esperan otra historia?». Pero a medida que me van llegando mensajes a las redes sociales y veo su respuesta positiva, me voy calmando. Pero son días de muchos nervios, incertidumbre y tensión.

-Hoy, cuentas ya con 32 novelas publicadas. ¿Qué se te pasa por la cabeza cuando ves tus libros entre los más vendidos?

-Pienso: soy yo. Ese es mi nombre. A veces ni me lo creo. Mi madre siempre me recuerda: «¡Con lo mala estudiante que eras y la guerra que me has dado!». Y yo feliz.

-Tus inicios no fueron fáciles...

-Me ha costado mucho llegar hasta donde me encuentro hoy. Llevo escribiendo veintidós años y por insistencia de mi madre y mis primas, me lancé a enviar mis manuscritos a las editoriales. Pero durante más de diez años solo recibí negativas. Y un día decidí apuntarme a un curso on-line de novela para saber qué cosas hacía mal. A lo largo del curso, había que escribir una novela y cuando acabó la formación, yo tenía lista una historia de género chic-lit. Pero, me dio apuro y no se la envié al profesor. Me llamó y me pidió que se la enviara. Y cuál fue mi sorpresa, que me llamó para decirme que le había gustado muchísimo, que él era editor y quería publicarla.

-Vayamos a tus novelas. Un rasgo característico de tus historias son las protagonistas, tus guerreras. Mujeres fuertes, con un punto rebelde, un tanto indiscretas para sus cosas más íntimas y que hablan con un lenguaje demasiado popular.

-Es que mis mujeres son de carne y hueso y están inspiradas en todas nosotras. En mí, en mis amigas, en mis primas, en mis lectoras. Me gusta que hablen como lo haríamos nosotras en nuestro día a día. Y eso creo que gusta mucho.

-¿Por qué en tus historias nunca hay finales tristes?

-Primero, porque como lectora no me gustan, y segundo, porque bastante tenemos ya con el día a día. Además, ya hay demasiados finales tristes en la vida real. Mis guerreras saben que cuando acaben de leer una de mis novelas se les va a alegrar el día, no las va a dejar hechas polvo.

-Confiesa, ¿cuánto de Megan Maxwell encontramos en tus guerreras?

-Pues mucho. A mis protagonistas les he inculcado mi perseverancia, mi constancia y mi optimismo.

-Creo que ese seguir adelante, aunque todo se tuerza, te lo ha inculcado tu madre. Y me imagino que ella es una de las guerreras Maxwell.

-Mi madre es la gran guerrera Maxwell. Siempre digo que soy una guerrera, porque me ha criado una gran guerrera, una mujer que me ha enseñado que quedarse sentada no es la solución.

-Una de tus sagas más populares es «Pídeme lo que quieras», de temática erótica. Te llamaron la Grey española.

-Sí, pero es un calificativo con el que no me identifico. Todo surgió porque mi editora de Planeta me lanzó el reto de escribir una novela erótica. Al principio, pensé: «¿Escribir yo una novela erótica?» Pero tras reflexionarlo unos días, tiré adelante. Los retos me ponen. Pero como el tema del bondage y la sumisión de Grey no me interesaba, pregunté a mis amigos y todos coincidieron en que escribiera sobre los tríos y el mundo swinger.

-¿Has sentido que a raíz de publicar tus novelas eróticas te miraban de forma diferente?

-Mira, mi madre es la primera que se lee todas mis novelas y, al cabo de unas horas, me llama y me da su opinión. Y cuando le dejé Pídeme lo que quieras, pasaron dos días y nada de nada. Entonces, decidí llamarla y para mi sorpresa, me confesó que no solo le había gustado mucho, sino que las escenas eróticas estaban muy bien escritas.

-¿Cuál es el secreto de tu nombre literario?

-El nombre de Megan siempre me ha gustado y, además, tiene algo muy especial para mí, porque así se llama la protagonista de mi primera novela. Y Maxwell es el apellido de uno de mis cantantes preferidos. Un día pensé: «Y ¿por qué no Megan Maxwell?» Suena bien y es potente hasta hoy. De hecho, nadie me llama por mi nombre real, ni mi familia. Yo soy Megan.

-Hablemos de la mujer que hay detrás de la escritora. Antes de convertirte en una superventas, trabajabas en una asesoría jurídica...

-Eso es. Yo era la jefa de secretarias y coordinaba el trabajo en la asesoría, pero mi hijo cayó enfermo y lo dejé todo para cuidarle. Pero antes también trabajé en una tienda de decoración y en una inmobiliaria. Sé muy bien buscarme la vida.

-¿Cuáles son tus pasiones? ¿Con qué disfrutas?

-Mi principal pasión es escribir. Pero me entusiasma ver series de televisión con mi hija tiradas en el sofá. Estamos súper enganchadas a Anatomía de Grey, pero también nos gusta Outlander y Scandal. Además, me encanta salir a cenar con mi marido, pasar un rato en familia, hacer una comida de amigos, estar con mis animales.

-¿Tu marido y tus hijos leen tus novelas? ¿Qué opinión tienen de tus historias románticas?

-Mi marido no se ha leído ningún libro mío. No le llaman la atención. Pero mi hija, que tiene veinte años, sí me sigue y le gustan mis novelas. De hecho, mi última novela, Una flor para otra flor, es un regalo para ella. De niña, le prometí que escribiría esta historia y lo he cumplido.

-¿Y cómo es la auténtica Megan Maxwell?

-Una mujer normal, que escribe novelas románticas, muy familiar, que vive en un pueblo a las afueras de Madrid, que hace la compra en el supermercado y que prepara lentejas.