«Asturias cuida su fauna, salvo el lobo, que siempre tiene tachón en el expediente»

J. C. Gea GIJÓN

CULTURA

Joaquín Gutiérrez Ache
Joaquín Gutiérrez Ache

El naturalista y documentalista presentó «Cantábrico», su espectacular visión de la cordillera y sus animales más emblemáticos, en la Laboral

21 mar 2017 . Actualizado a las 08:38 h.

Una infancia en Villaviciosa, en cuya fábrica de Nestlé trabajaban sus padres; un hermano nacido en Asturias; un bachillerato en los Dominicos de Oviedo y un vínculo que se ha mantenido a lo largo de los años con el paisaje y el paisanaje del Principado alimentaron el «gran amor» que Joaquín Gutíerrez Acha proclama hacia Asturias. Y ese amor se nota en Cantábrico: el documental que el naturalista, director, productor y cámara madrileño, autor de películas de referencia como la reciente Guadalquivir, presentó en la Universidad Laboral de Gijón. Rodada durante años a lo ancho de las montañas cantábricas en Asturias, Cantabria, Castilla y León y el País Vasco, la película se adentra con tanta sensibilidad medioambiental como refinamiento tecnológico y sentido del espectáculo por zonas que, en su parte asturiana, se extienden por las Reservas de la Biosfera de Picos de Europa, Muniellos, Somiedo y Redes, los parques naturales de las Fuentes del Narcea, Degaña e Ibias y de Ponga, los ríos Deva, Sella y Cares, las costas del oriente llanisco y el lado asturiano de los desfiladeros de La Hermida y Liébana.

La presentación asturiana se vincula a la realizada, apenas unas horas antes, de la nueva campaña de promoción turística del Principado, «Vuelve al Paraíso»: un mensaje que refuerzan de modo apabullante las imágenes y las historias animales recogidas en esta hora y media larga de odisea medioambiental en cuya difusión y promoción colaboran Turismo Asturias y la Film Commision del Principado. Todo ello como prolegómeno al estreno, el día 31 de marzo, en las salas de cine de un largometraje cuyas proporciones de auténtica superproducción documental merecen pantallas en verdad grandes.

-Esa escala significa un respaldo económico fuerte, y por tanto invita a pensar que hay interés suficiente en el público para justificar la inversión. ¿Es así?

-Por supuesto. Lo hay en el público y lo hay en este caso en la productora, Wandavisión. Los hermanos Morales son gente realmente comprometida con la naturaleza. Es la misma distribuidora de Tierra, Nómadas del Viento, Estaciones… Hemos hecho con ellos Entre lobos, yo dirigí la unidad de naturaleza que se creó solo para esta película, que era de ficción aunque estaba basada en hechos reales. Luego hicimos Guadalquivir juntos. Y estaba esta deuda, estas ganas de volver a esta tierra mía y retratarla por lo menos como se merece... aunque seguro que se merece mucho más. Pero creo que al menos sí hemos conseguido hacer algo interesante, que Cantábrico no pase de largo. Yo creo que es una película que va a quedar ahí, que es una puesta al día de lo que tenemos.

-¿Qué tenemos?

-Tenemos urogallos, lobos, osos cantábricos; tenemos picomaderos negros, mariposas hormigueras, salmones que llegan a desovar a los puntos de nacimiento… Todo esto está hoy todavía en el Cantábrico. Eso es lo que mostramos. Pero también de alguna manera, queremos que sea un punto de partida para decir: hoy, todavía, en el 2017, lo tenemos. ¿Qué pasará en el 2027? ¿Dónde estará toda esta fauna? Era una tarea obligada estar aquí y filmar aquí con las mejores herramientas a nuestra disposición la mejor película que sabemos y podemos hacer... y nos dejan hacer los animales. Al fin y al cabo, son ellos los actores.

-Porque usted puede llegar al monte o al bosque con un guión, pero las condiciones las ponen ellos.

-Exacto. Ellos ponen las condiciones de trabajo. Es verdad que salimos con un guión, una planificación, una historia que contar, unas secuencias planteadas. Mucha gente piensa que salimos al campo con una cámara a ver qué cogemos. No hay nada de eso. Está todo muy programado; eso sí, apoyándonos en todos los contactos que podemos de gente local; no solo gente de las aldeas, que viven cerca de la fauna, sino también investigadores, agentes de medio ambiente, asociaciones de protección de animales… En fin, con todo el que nos pueda echar una mano para hacer que esta película, aunque parezca mucho tiempo, haya sido hecha en un tiempo récord. De verdad que ir al campo y filmar es complicado. Muchas veces volvemos con las manos vacías. Te puedes pasar semanas -semanas- sin ver un animal. Esto no es fácil.

-Y menos acarreando unos medios que rompen prejuicios sobre las presuntas malas relaciones entre tecnología y naturaleza.

-Es así. En cuanto a la naturaleza salvaje, las tecnologías nos ayudan a ver cosas que muchas veces el ojo humano ni siquiera puede ver. Las cámaras de alta velocidad, que son capaces de rodar a 1.500 y 1.600 fotogramas por segundo, y nos permiten ver con todo detalle cómo remonta un salmón un río, cómo un picomaderos negro expone un hormiguero o un mirlo acuático desafía todos los elementos y cruza una cascada de agua que a nosotros nos tiraría al suelo. Las técnicas de timelapse son capaces de condensar en segundos acciones que duran días enteros: el crecimiento de una planta, las plantas carnívoras…

-Por cierto: ninguna película de terror o ciencia-ficción me ha sobrecogido tanto en muchos años como esas imágenes. Que además, son bellísimas.

-Pues están ahí, en los campos asturianos, en las turberas, a ras de suelo, haciendo su vida, intentando capturar insectos para sacar de ellos el nitrógeno, los nutrientes que el suelo les niega. Es una pincelada más de cómo son capaces de sobrevivir las formas de vida para completar su ciclo. Queríamos eso: contar una historia especial. Por ejemplo, los salmones: no son solo salmones intentando remontar un río. Son imágenes bellas, pero en el documental se habla de los vironeros, a los que en Asturias se les llama sirones; unos pequeños salmones que tienen una cuarta nada más, que son maduros sexualmente y que son capaces de fecundar una hembra de doce kilos con una precisión quirúrgica, y depositar su esperma para pasar sus genes a las siguientes generaciones. Genes que llevan salmones grandes, no pequeños. O la historia de las mariposas hormigueras, con sus conductas increíbles a ras de suelo. O las arañas capaces de inventarse una historia y ganar tiempo para fecundar a la hembra envolviendo en seda un regalo y ofreciéndoselo.

-El guión incluye comedia, épica, terror, drama... Y más de una improvisación por parte de los actores. ¿Cuál es el mayor regalo que le han hecho a las cámaras de Cantábrico?

-No lo he filmado yo, sino otra parte del equipo: esa cacería a un ciervo por parte de los lobos, que fue algo fortuito, imposible de ver y de conseguir. De hecho, creo que nunca se había filmado. O ese ciclo completo de la mariposa hormiguera, que para mí tiene algo especial. Como las imágenes del urogallo cantábrico, un animal en peligro de extinción. Que se vuelva a dar una situación así yo creo que es imposible. Haber retratado ese documento histórico: así eran los cantaderos, y hoy están vacíos. Ese golpe de suerte de encontrar un cantadero con cinco machos que se pelean, que cortejan a las hembras, se persiguen… Un regalo, un regalazo.

-Imposible dejar de pensar en otras recientes imágenes con lobos y en una polémica que, lejos de mitigarse, arrecia. ¿Cree que su película puede ayudar a encuadrar el debate entre detractores y defensores del lobo? 

-Es otro foro, pero yo creo que sí. Nosotros ponemos en valor una naturaleza que está ahí. Hay unos activistas que son los que luchan en primera línea diciendo: como sigamos por este camino vamos a perder todo lo que aparece en esta película. De hecho, Guadalquivir, la anterior película se está utilizando por Adena y WWF para mostrar lo que vamos a perder como no seamos capaces de parar lo que está pasando allí. Desde luego, me da mucha pena esta guerra abierta con el lobo. La hemos sufrido dentro de la película porque es verdad que son animales absolutamente difíciles de filmar, lo más complicado de la fauna ibérica ahora mismo, yo creo. Animales que están presionados, acosados… es muy difícil tener delante de nuestra cámara un lobo salvaje. Por eso creo que cualquier documento que aparece en la película es digno de valorar porque son animales que trabajan en familias de varios individuos, y eso significa que son muchas orejas, muchas narices oliendo, muchos ojos mirando... y al final es muy difícil que, si no uno, otro se dé cuenta de que estamos allí. Y luego, claro, la presión que sufre este animal. Hay que verlos como criaturas de la naturaleza, un valor impresionante de nuestra fauna ibérica, exclusivo de España. En la película los vemos en sus quehaceres diarios, transportando la comida, intentando cazar una pieza de monte… Yo creo que todo esto deja patente y bien claro que son animales que están ahí para regular el equilibro ecológico, como cualquier otro

-Su película es quizá el mejor spot, aunque sea de hora y media, para la nueva campaña turística del Principado...

-La campaña se proyectará en el cine Capitol de Madrid en el preestreno. Ahí estarán las banderas de Asturias en la puerta, aprovechando la circunstancia. Esta película refuerza que la imagen de Asturias siga siendo la de un paraíso natural. Lo que es, vaya.

-El mensaje de la campaña se dirige a los propios asturianos. ¿Lo necesitamos? ¿Olvidamos lo que tenemos? ¿Cómo ve nuestra relación con ese paraíso?

-La cordillera está sana, es lo que hay que pensar. Hay que pensar que hay animales que tienen un estatus de protección como el oso, que es una población que se está recuperando, está sana, está fuerte y cada vez va mejor; y espero que pronto podamos tener al lobo en las mismas condiciones de protección. Me encantaría que todos nos sentáramos a hablar de lobos y al final hubiera un consenso y que ese animal pudiera tirar para adelante como está haciendo el oso. Por lo demás, los espacios naturales están sanos, bien conservados. La administración lo está haciendo bien, como lo están haciendo bien los efectivos de a pie, los agentes de medio ambiente que velan por la conservación. Y, al final, yo lo que me he encontrado es una delicia de bosque, una delicia de montaña, rebecos sanos corriendo por los Picos de Europa, el urogallo en sus cantaderos… Estoy realmente sorprendido. No sé si será una apreciación muy personal, pero creo que en Asturias se cuidan las cosas y tenemos que seguir por ese camino. Salvo el lobo: siempre el lobo, que siempre tiene ese tachón en el expediente.

-¿Después de Cantábrico, adónde apunta su cámara?

-Hacia la dehesa, un ecosistema exclusivo de la Península Ibérica. Vamos a rodar en Extremadura, en Andalucía, en Portugal, también en Castilla y León. Es un ecosistema que ha fabricado el hombre, que lo conserva el hombre, pero que tiene toda una cantidad de especies impresionante, desde el lince ibérico hasta las mangostas, que viven en este ecosistema y lo colocan casi a la cabeza de biodiversidad en el mundo, en un lugar tan aparentemente vacío. Vamos a trabajar la dehesa, los bosques que la circundan, donde anidan las grandes águilas que luego cazan en la dehesa las grandes serpientes, las más grandes de Europa o los lagartos más grandes de Europa; las mangostas, que vienen de África. Será una película espectacular y queremos empezar con ella pronto. Es algo muy distinto a esto, un Serengueti en España; pero los ecosistemas de España estarían muy vacíos sin la Cordillera Cantábrica. Yo estoy enamorado de ella.