John Simenon: «Los libros de mi padre indagan la cara menos luminosa del alma humana»

Beatriz Pérez BARCELONA / E. LA VOZ

CULTURA

Jaime Abascal

John Simenon elogia la negrura de la obra paterna y niega que el novelista fuera neutral durante la ocupación alemana

20 mar 2017 . Actualizado a las 07:43 h.

Con su inseparable pipa encendida, Jules Maigret es uno de los comisarios más famosos de la literatura francesa. Su creador, el prolífico Georges Simenon (Lieja, 1903-Lausana, 1989), lo convirtió en protagonista de más de 70 novelas y cerca de una treintena de cuentos. Actualmente, es su segundo hijo, el primero de su segunda mujer, Denyse, John Simenon (Tucson, EE.UU., 1949), como albacea literario, el encargado de mantener vivo el legado de un escritor cuyas obras están incluidas en La Pléyade (la emblemática colección de la editorial Gallimard dedicada a los clásicos entre los clásicos). El sello Acantilado -que está reordenando con su acostumbrada exquisitez la edición de su obra- acaba de publicar en español La noche de la encrucijada, en la que Maigret deberá descubrir al asesino de un corredor de diamantes holandés.

-Reino Unido verá próximamente adaptada «La noche de la encrucijada» a la televisión, en el tercer y penúltimo capítulo de la serie de Maigret. ¿Cómo valora el papel del actor Rowan Atkinson encarnando al comisario?

-Vi hace nada el primer borrador de esta adaptación y la verdad es que la he disfrutado muchísimo. Una de las cosas que aporta Rowan a esta adaptación es su propio interés por las personas, su empatía, sabe relacionarse muy bien con los demás… Esta es la característica principal que yo buscaba en un actor.

-Precisamente una de las características de Maigret es su compasión: se muestra capaz de perdonar delitos al entender las motivaciones que hay detrás. ¿Era este un rasgo de su padre?

-Sin duda mi padre compartía ciertos rasgos de Maigret. Por ejemplo, disfrutaba muchísimo de la compañía de la gente, intentaba entenderla, mostraba unas capacidades intuitivas muy importantes. Era muy difícil, cuando yo era pequeño, esconderle cualquier cosa. En lo demás, Maigret dista mucho de lo que era mi padre. Maigret era alto, fuerte, lento. Por el contrario, mi padre era bajito, muy intenso, sufría mucha angustia. Maigret era muy tranquilo, estaba bastante satisfecho con su vida, tenía una relación muy estable con su esposa…

-¿Por qué cree que se interesó por el género negro?

-Cualquier libro que aborde la cara oscura del ser humano es negro. Por eso, en mi opinión, incluso las novelas que escribió mi padre que no tienen que ver con Maigret son negras también, porque la mayoría de estos libros son oscuros e indagan la cara menos luminosa de nuestra alma. Una de las formas más fáciles de explorar -a través del detective- es el delito. Pero tampoco es necesario que haya un delito.

-El estilo literario de su padre está marcado por la sencillez.

-Mi padre, de forma extraordinaria, sabía decir las cosas de manera muy sencilla. A través de frases sencillas, el lector experimenta una conexión directa con lo que él veía cuando escribía. Lograba que tú lo volvieras a ver. Usaba lo que él llamaba palabras-materia, palabras que tienen el peso de la materia en ellas mismas.

-Simenon fue un autor muy prolífico: escribió 194 novelas que llevan su nombre y unas 30 que firmó con 27 seudónimos. ¿Cómo era ese proceso de creación?

-Le llevaba muy poco tiempo escribir libros y siempre decía que no se inventaba nada: todo lo que escribía estaba muy arraigado en experiencias de su propia vida. Como él mismo explicaba, su proceso de creación tenía cinco etapas. Una, la preparación cuando caminaba -los personajes se le iban apareciendo en la mente-. Dos, el clic, es decir, ese momento en que los personajes se veían al borde de sus propios límites. Tres, el plan: la información sobre los personajes. Cuatro, la preparación de las herramientas, esto es, que la máquina de escribir esté bien engrasada, los lápices con punta… Y cinco, el comienzo de la escritura. Escribía a primera hora de la mañana, a las cinco. Luego, durante cuatro o cinco días, revisaba el manuscrito. No reescribía mucho, sino que únicamente eliminaba lo superfluo.

«Él guardó silencio, pero jamás dijo nada a favor de los nazis»

Simenon estableció con Maigret un nuevo patrón en el género negro, en contraposición con el deductivo inglés y el clásico estadounidense, que marcó de manera definitiva el devenir posterior de la novela policíaca europea, con doble derivación, nórdica y mediterránea. En realidad, lo negro invade transversalmente buena parte de su producción narrativa. Y, claro, también está su obra de carga biográfica.

-Además de detectivescos, su padre escribió otro tipo de libros. Hay uno autobiográfico, aunque de estilo ficcionado, «Pedigrí». ¿Cuál es el Georges Simenon que vemos en estas páginas?

-Pedigrí muestra cómo era mi padre de niño: muy abierto a la vida, un soñador, inocente… Era un gran idealista. Luego, claro, tuvo que hacer frente a una vida muy dura, con una familia -sobre todo, una madre- difícil. Si usted lee Pedigrí se da cuenta de todos estos líos… Vivió de niño en un entorno muy complicado. Y después también tuvo que plantar cara a circunstancias muy difíciles durante la Primera Guerra Mundial. Todo ello fue forjando su identidad.

-Como hijo, ¿cómo recuerda a Georges Simenon?

-Era muy abierto con sus hijos, se preocupaba, nos escuchaba… Íbamos a pasear, a caminar mucho con él cuando yo era adolescente… No conozco tantos padres que tuvieran ese interés natural por tener una relación cercana con sus hijos. El problema, cuando eres adolescente, es que hablas más de ti mismo que del otro.

-Fue polémico que su padre se mantuviese neutral ante la ocupación nazi, y de hecho fue perseguido por ello en Francia. ¿Por qué cree que lo hizo?

-Creo que nadie puede decir que se mostrara neutral. Hay quienes dicen que tenía conocidos en el bando nazi, lo cual no es verdad. Él era un extranjero en un país ocupado -esto tenemos que recordarlo-, no tenía la libertad de hacer lo que quisiera. No era una situación en que pudiese hablar mucho, sino que esperaba a que pasase. Y ello no necesariamente significa que tú seas un nazi. De hecho, él jamás dijo nada a favor de los alemanes. Sí es verdad que permaneció en silencio, pero tampoco dijo nunca nada positivo.