Armó la danza

Yolanda Vázquez OVIEDO

CULTURA

Muyeres Fest, organizado por el Ayuntamiento de Oviedo y los colectivos Ye Too Ponese y Meriendas Cuer, abre de nuevo la Fábrica de Armas de La Vega para exhibir danza

30 mar 2017 . Actualizado a las 07:49 h.

Ni bastidores, ni fondo, ni telón de escena, ni camerinos; solo el suelo de linóleo para danza con sus marcas hechas, cuatro focos de general y un ordenador para lanzar el audio. Y sillas de madera, de las de tijera. No había más; bueno, sí: había kilos de frío y público más que suficiente para ver la exhibición de cuatro piezas de danza y danza-teatro en el marco de Muyeres Fest, una iniciativa que cobra vida alrededor de los actos del día 8 de marzo y gracias a colectivos tan nuevos como Meriendas Cuer, un proyecto que integran, entre otros, el bailarín y coreógrafo Manuel Badás, maestro de ceremonias en esta ocasión en el castillo de La Vega.

Con rigor profesional pero glaseado con el desenfado propio de una tarde de sábado, las cuatro piezas que se exhibieron en la nave M1 caldearon a un público aficionado y fiel a los espectáculos de danza de bailarines conocidos y no tan conocidos del territorio astur. La primera de las piezas fue Material inflamable, de Seda Compañía de Danza, que interpretó Andrea Lebeña, una bailarina en evidente buena forma que pone en escena su tercera pieza. Se vio ánimo y esfuerzo. La intención del trabajo del cuerpo con todos sus tatoos. Bien grandes por eso.

Sin dilación se dio paso a la ya veterana, y habitual de los circuitos asturianos, Estrella García, que presentó una pieza protagonizada por ella misma. El interregno del terreno más femenino, la cúpula del artefacto y la pose con sus tiranías en Sinfonía para una pierna. Todas las cosas en su punto, todas las cosas en su línea. Zigzag en danza.

Un pequeño gran privilegio fue sin duda la pieza En blanco, de Provisional Danza, la conocida y premiada compañía madrileña de una insustituible de la danza-teatro en la España de los 80 y 90: Carmen Wermer. Con ese work in progress tan característico suyo y que siempre abre el margen de lectura para otra cosa más que danza: pregunta y respuesta, pregunta y respuesta... Es una pieza que normalmente encara ella en escena, pero que Oviedo vio en el cuerpo de Tatiana Chorot. La maestra, aquejada de una lesión, estaba en primera fila para ver a su pupila.

Y llegamos a la propuesta de la israelí Dana Raz y de su compañía (Dana Raz Dance Projects), Las hermanas de Cervantes, una obra estrenada el año pasado en los actos que el Real Instituto de Estudios Asturianos (Ridea) dedicó al cuarto centenario de la muerte del literato de Alcalá de Henares. Se trata de la primera incursión de la coreógrafa en algo genuinamente español desde que se afincó a este lado del Mediterráneo.

La israelí, atraída por los objetivos feministas de Muyeres Fest, desarrolla una pieza que transcurre en el tiempo en que Cervantes permanece encarcelado y sus hermanas deciden ayudarle ahorrando dinero para pagar su libertad, mientras dice el fraseo del rap «yo nací libre, yo nací libre». Las tres bailarinas (Paula Fernández, Maite Suso y Olimpia Oyonarte) visten de hombre para hablar de mujer. Bien visto eso. Lúcido, lucido y acertado por ir a lo sencillo. Paula Fernández y Maite Suso son dos bailarinas que se han estrenado profesionalmente con esta pieza. A seguir con el trabajo.

La muestra en la Fábrica de Armas de La Vega es interesante por lo que tiene de llevar la danza a espacios no convencionales y sin acondicionar y hacer de un espacio un lugar de encuentro aunque nos parezca algo desangelado (que no lo es). Ese plus de dificultad hay que tenerlo en cuenta para valorar el esfuerzo de la exhibición. Y también que tener al público «encima», habiendo un único bailarín en escena, es toda una responsabilidad. Esas cosas y esos nervios siempre se notan. Y qué bello es verlo; aunque salga bien, aunque salga mal.

Porque muchas veces no es tanta la altura y el nivel de precisión de lo que se baila como la intención con la que se arma la danza para llegar allí donde nunca ha estado: en un hangar donde no hace mucho se construían útiles de guerra, el sábado hubo pies, manos y cuerpos para desarrollar y acercar otro tipo de armaduras… y para gratitud de los bailarines, había público. Lo más importante. Eso siempre está bien y hay que decirlo haciéndolo noticia, aunque sea pequeña.

El bueno de Anaxágoras decía que el origen de la inteligencia reside en las manos; hay que añadir también que en los pies, esas otras manos que tan buenas y útiles nos fueron en tiempos más remotos. Lo que ocurre es que se nos ha olvidado cómo era eso de coger (con los pies). Pies y manos, manos y pies: ¿armas de futuro?