Cinco instalaciones para el peregrinaje digital en LEV 2017

J. C. Gea GIJÓN

CULTURA

La Voz de Asturias

El Festival Internacional de Creación Audiovisual arrancó con la inauguración de varias impactantes piezas en La Laboral, LABoral Centro de Arte, CCAI, Colegiata y capilla de San Lorenzo

28 abr 2017 . Actualizado a las 07:23 h.

La ruta más fascinante que este fin de semana pueda seguirse en Gijón quedó ayer abierta. El LEV 2017 abrió oficialmente su undécima edición con la inauguración de un programa de instalaciones abierto al público que invita a descubrir lo que los medios tecnológicos de última generación pueden hacer con nuestro sentido de la percepción del espacio, del tiempo y de nosotros mismos. Son cinco paradas con las que la organización del festival de vanguardia creativa audiovisual que se desarrollará hasta el domingo en varias sedes de la ciudad quiere acercar a todos los públicos una experiencia difícilmente repetible el resto del año. El peregrinaje digital pasa por La Laboral (Daniel Iregui, Control No Control), LABoral Centro de Arte (Maotik, Aeryon), el Centro de Cultura Antiguo Instituto (Martin Messier, Boîte Noire), la capilla de San Lorenzo (Carlos Coronas, Lampirydae) y la colegiata de San Juan Bautista (Olivier Ratsi, Onion Skin).

La pieza del colombiano Daniel Iregui recibe a los visitantes que estos días acudan a la Ciudad de la Cultura bajo la cubierta geométrica y la columnata del Patio Corintio. Un enclave singular para una estructura cúbica con la que Iregui quiere incitar a que «la figura humana forme parte de la pieza misma» a base de entrar en contacto con ella y activarla. Cada toque, cada caricia o movimiento sobre cada una de las superficies laterales del cubo desencadenará reacciones distintas sobre las geometrías móviles que danzan en ellas. El título, Control No Control, alude a esa interacción y al intercambio de roles entre sujeto y objeto: quién controla a quíén, quién incita y manipula a quién. Una sencilla pero elocuente metáfora de nuestra relación con la tecnología.

Muy cerca, en LABoral, el canadiense Maotik presenta el resultado de su mes de residencia en los talleres del Centro de Arte y Creación industrial: la proyección, transformada en un constante movimiento de tramas y paisajes sintéticos, de lo recogido en distintos territorios asturianos por un dron de vigilancia. Su proyecto, Aeryon, se ha llevado a cabo bajo los auspicios de la Red Europea de Creación Audiovisual Contemporánea, el programa de la Comisión Europea que encabeza LABoral. Maotik ha realizado una fascinante transposición del punto de vista de uno de esos artilugios que, a no mucho tardar, incluirán cualquiera de nuestras conductas en uno de esos paisajes... aunque con fines menos artísticos.

Abajo, en la ciudad, esperan otras experiencias. Quizá la más exigente de ellas, por la concentración, el silencio y la inmersión que requiere en un ambiente rigurosamente oscuro, sea precisamente la titulada Boîte Noire. Posiblemente, el mayor encanto de la pieza de Martin Messier es haber conseguido dar cuerpo -aunque un cuerpo espectral, vaporoso- a la luz y el sonido, y a las técnicas digitales mediante los que los sincroniza y manipula. Lo hace mediante el uso de una gran caja transparente llena de vapor que materializa con sus partículas los haces de luz proyectados sobre ella.

La misma inmersividad, pero de un modo mucho más espectacular y a escala casi monumental, activa la relación del público con Onion Skin, seguramente la pieza más vistosa de todo el recorrido y la que más impacta los sentidos. El francés Olivier Ratsi utiliza los viejos trucos de la perspectva y los trampantojos para desplegar un hipnótico viaje por las geometrías que deja al espectador clavado al suelo, y al tiempo sumergido en un recorrido del que cuesta apearse.

Pieza de Carlos Coronas para LEV 2017
Pieza de Carlos Coronas para LEV 2017

Finalmente, en la capilla de San Lorenzo, felizmente recuperada por unos días para usos culturales, el avilesino Carlos Coronas emplea los mismos elementos -geometría y luz cambiante- pero convertidas en una estructura tridimensional que flota en el pequeño espacio. Es una de sus Lampirydae, de la familia de las que ha instalado, entre otros enclaves, en el Centro Niemeyer: una presencia cuyos pulsos de luz reclaman desde el exterior y que constituye la aportación asturiana a este viaje irrepetible.