«Cuanto más sé de lo que hay en las comisarías, menos lo utilizo»

Tamara Montero
tamara montero SANTIAGO / LA VOZ

CULTURA

Sandra Alonso

Presenta «Los ritos del agua», segunda parte de su trilogía sobre el detective Kraken y ambientada en Vitoria

11 may 2017 . Actualizado a las 07:59 h.

«He notado un cambio de un mes hacia aquí, por ejemplo en ir por Vitoria y que la gente se te meta en el taxi o te pare por la calle. Esas cosas el año pasado no me pasaban». Lo que cuenta Eva García Sáenz de Urturi (Vitoria, 1972) da la medida del fenómeno en el que se ha convertido su trilogía de La ciudad blanca, una serie de novela negra de la que acaba de publicar el segundo volumen, Los ritos del agua

-Dice que su trilogía trata sobre la cadena de violencia y sobre la decisión de las víctimas de perpetuarla o no.

-Aunque los casos sean individuales en cada novela el tema de fondo es el mismo: personas que han sido víctimas y que, cuando son adultos y pueden ejercer la violencia, deciden pararla o convertirse en lo que han visto, en verdugos, y perpetuarla.

-¿Por qué hablar de esa cadena?

-Estos años que he estado escribiendo novela negra me he formado en criminología con inspectores de policía reales. Yo me iba mucho por los perfiles criminales y la victimología: por qué alguien acaba delinquiendo y por qué se elige a estas víctimas. No es que todo el mundo venga de familias desestructuradas, pero lo que ves al final en las confesiones es una justificación; casi nadie se considera mala persona, es muy raro.

-¿La realidad supera la ficción?

-Sí, ha habido casos que he leído, incluso en la España de los últimos 30 años, que si los metiese en una novela me dirían que me paso mucho. No es que la realidad esté suavizada en las novelas, pero se hacen auténticas barbaridades sin justificación. Cuanto más he sabido de lo que hay en las comisarías menos he metido en la novela, porque me he horrorizado tanto que no quiero horrorizar.

-Dice usted también que busca posicionarse sobre esa violencia. ¿Cómo?

-Siempre denunciar. Quienes veo que se acaban convirtiendo en víctimas muchas veces adoptan esa posición y esa psicología de víctima. Y yo creo que es un error. Si desde el primer momento te niegas a actuar como víctima, estás parando al agresor. Creo que hay que ser más contundente en negarse a ser víctimas.

-Temas como la violencia, ¿se abordan poco, mal...?

-Creo que ahora se están abordando mucho, por suerte. Dar visibilidad da cultura a la gente de lo que tiene que hacer, porque el mayor amigo de un agresor es el silencio que hay alrededor. El título de la primera novela, El silencio de la ciudad blanca, es una crítica a toda una ciudad que mira hacia otro lado cuando pegan a una mujer de la alta sociedad. Eso es dar ventaja al agresor. Si en 400 páginas puedo hacer que alguien no mire hacia otro lado igual hago más que un anuncio de dos minutos

-Empezó con novela histórica y ahora escribe novela negra. ¿Cómo es ese tránsito?

-Empecé porque era lo que leía y porque me apetecía cambiar la novela histórica pura. Pero es cierto que estas novelas me están saliendo muy novela negra- histórica. Sigue habiendo personajes que son arqueólogos, sigo metiendo yacimientos, cuevas prehistóricas o rituales celtas y demás. En la tercera parte de la trilogía el flashback histórico va a tener muchas más páginas, va a ser mucho más importe. No voy a perder nunca ese sello que es meter mucha documentación histórica en paquetitos didácticos.