La joya bibliográfica de la Hispanic Society que se rescató desde Asturias

J. C. Gea REDACCIÓN

CULTURA

Dos páginas del facsímil de los «Eights Essays on Joaquin Sorolla y Bastida» de la Hispanic Society
Dos páginas del facsímil de los «Eights Essays on Joaquin Sorolla y Bastida» de la Hispanic Society

La Fundación María Cristina Masaveu Peterson financió en 2009 un facsímil reeditado e impreso en Asturias de los descatalogados «Ocho ensayos sobre Sorolla» de 1909 publicado por la institución neoyorquina

18 may 2017 . Actualizado a las 07:06 h.

De entre los miles de tesoros de la cultura hispánica, ibérica e iberoamericana que alberga la Hispanic Society of America (HSA), el Museo del Prado exhibe estos días y hasta el próximo septiembre una cantidad sin precedentes, fuera de la sede neoyorquina de la institución en Washington Heights. La exposición y el Premio Princesa de Asturias de Cooperación Internacional que ayer recibía la HSA hacen de mutua caja de resonancia acerca de la tarea que emprendiese en 1904 Archer M. Huntington y el patrimonio que desde entonces atesora. Pero no es la primera vez que la HSA deslumbra en la pinacoteca nacional; y otra entidad privada dedicada al mecenazgo, esta de raíces asturianas -la Fundación María Cristina Masaveu Peterson- tuvo una importante participación en aquel otro acontecimiento.

Sucedió en 2009 con ocasión de la gran antológica dedicada por el Prado al pintor valenciano Joaquín Sorolla; una muestra que desplazó por primera vez a España algunos de los monumentales paneles pintados por el maestro levantino para la biblioteca de la Hispanic Society entre 1911 y 1919 por encargo directo de Huntington. Los Masaveu no solo aportaron a la exposición tres cuadros de Sorolla pertenecientes a los fondos de su extraordinaria pinacoteca; además, desde otro flanco de la actividad filantrópica familiar, la Fundación María Cristina Masaveu asumió, por iniciativa de la Asociación de Amigos de la HSA, la edición en facsímil de los Eight Essays on Joaquín Sorolla y Bastida (Ocho ensayos sobre Joaquín Sorolla y Bastida) una obra fundamental, pero descatalogada, de la bibliografía sorollesca relacionada con la primera exposición que realizó el valenciano en Nueva York en 1909.

Aquella monográfica neoyorquina de Sorolla no solo fue un éxito de público (más de 170.000 visitantes en poco más de un mes), ventas (más de 150 obras vendidas, más importantes encargos de retratos) y divulgación de su talento (20.000 catálogos distribuidos), sino que conquistó también a la crítica más exigente del momento. Y una parte de esta dejó además en esa estela de admiración dos tomos con ensayos de algunas de las más reputadas firmas de la época y todo el material gráfico y hemerográfico relacionado con la muestra; los mismos que la fundación con raíces asturianas reeditó también desde Asturias, ya que la publicación quedó a cargo de la asturiana Ediciones Nobel, y la impresión a cargo de la Gráficas Summa, empresa radicada en Llanera.

La operación de rescate de una obra que contó originalmente con una tirada de 1.000 ejemplares -y de la que no guardaba copia ni siquiera el Prado- se materializó en 3.000 ejemplares esta vez: los dos volúmenes originales, más uno adicional con las traducciones al castellano y las reseñas de prensa de la época. Según recordaba en la presentación de la muestra y de la publicación el también asturiano Javier Barón, Conservador Jefe de Pintura del XIX en el Prado, «era la primera vez que un artista español vivo era objeto de una publicación con este lujo, con este número de ensayos y esta riqueza gráfica», plasmada esta última en una colección de láminas que constituyen uno de los apartados más notables del facsímil, que recupera los textos de Christian Brinton, Aureliano de Beruete, Camille Mauclair, Henri Rochefort, Leonard Williams, Elisabeth Luther Cary, Jamen Gibbons Huneker y el artista William E. B. Starkweather.

Esta colaboración añadió un eslabón más a los vínculos de Asturias con la HSA, poseedora además en sus fondos artísticos de excelentes obras del asturiano Juan Carreño de Miranda -entre ellas, una soberbia Inmaculada y un retrato de Carlos II- y de miles de fotografías del Principado de gran interés etnográfico. También compensa una sonada carencia: junto a Murcia, Asturias es la única región que Sorolla no llegó a trasladar a los paneles en los que quiso trasladar, desde su naturalismo luminoso, las esencias de España a la biblioteca de su protector y amigo Archer M. Huntington.