«Casanova, su último amor»: El seductor que perdió la lengua

eduardo galán blanco

CULTURA

Vincent Lindon interpreta a un libertino crepuscular cuyo mito dinamita

16 feb 2020 . Actualizado a las 09:26 h.

Si uno no sabe mucho de literatura o historia, tendrá una imagen de Giacomo Casanova tipo Don Juan italiano. Y la evocación se tornará pícara, circense o hasta pornográfica en caso de cinefilia, con los casanovas de Comencini, Fellini o Rocco Siffredi. Desde la época muda, el hedonista veneciano, carne de espectáculo, se ha asomado al cine decenas de veces. Lo han interpretado actores tan distintos como Donald Sutherland, Leonard Whiting, Richard Chamberlain, Tony Curtis, Diego Luna, Heath Ledger y ¡Bob Hope! -este con truco-. Sin olvidar los maravillosos viejecitos Marcello Mastroianni -La noche de Varennes- o Peter O’Toole. Pero no habremos visto ninguno como el que se nos presenta aquí.

Sentimos una extraña debilidad, de difícil justificación -así que no la justificaremos-, por Vincent Lindon, un actor francés cara de piedra, tosco y hasta antipático, cuyas últimas películas -La ley del mercado, Los caballeros blancos o Auguste Rodin- lo han afianzado en aquellos dos valores del cine clásico: «tiene buena máscara» y «tiene presencia». El Casanova crepuscular de Lindon responde a esos valores y, al tiempo, dinamita la leyenda. El conquistador está viejo, deprimido, es comedor compulsivo, su talento para el juego lo ha abandonado, el verbo ágil se ha convertido en laconismo -«un seductor que ha perdido la lengua»- y ya no parece motivado para las conquistas. Entonces, conoce a una joven de la que se enamora, que lo utiliza y a la que nunca conseguirá poseer.

Basado en una parte de las interminables -4.500 páginas- e inconclusas memorias del libertino -no escribió sobre los últimos veinte años de su vida-, el guion nos presenta al personaje recién llegado a Londres, huido de la cárcel veneciana de Los Plomos. Y, dentro de la agria sobriedad que preside el filme, de tristón espíritu pictoricista que apaga las luces de Watteu, Fragonard o Gainsborough, nos encontramos una historia de profundo fondo surrealista, de amour fou no correspondido; otra crónica de la mujer y el pelele louysiana. Estamos pues ante una película seca y demoledora, que se va a negro casi desde el principio y solo se enciende con la aparición de Stacy Martin -la Anne Wiazensky de Mal genio o la joven del Nymphomaniac de Trier-, inolvidable, poderoso e inteligente objeto de deseo.

«CASANOVA, SU ÚLTIMO AMOR»

[«DERNIER AMOUR»]

Francia-Bélgica, 2019.

Director: Benoit Jacquot.

Intérpretes: Vincent Lindon, Stacy Martin, Valeria Golino, Julia Roy, Nancy Tate, Anna Cottis, Hayley Carmichael, Christian Erickson, Nathan Willocks.

Drama.

94 minutos.