Bruno Hortelano, el español que amenaza la barrera de los 10 segundos

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DEPORTES

Juan Carlos Hidalgo | Efe

El atleta nacido en Australia batió dos veces el récord español de los 100 metros y busca la frontera definitiva

24 jun 2016 . Actualizado a las 19:58 h.

Bruno Hortelano Roig, nacido hace 24 años en Wollongong (Australia) de padres españoles, se erigió en el nuevo rey de la velocidad española con una marca de 10.06 en Madrid que le autoriza a soñar con llegar a ser el segundo atleta de raza blanca que rompe la barrera de los 10 segundos.

A lo largo de la historia sólo 99 atletas han derribado ese muro que delimita el club de los grandes del esprint y entre ellos sólo uno de raza blanca: el francés Christophe Lemaitre, que lo ha hecho cuatro veces, la primera el 29 de julio del 2010 con 9.98 (ahora su marca personal es de 9.92).

Exigencias del trabajo de sus padres, biólogos moleculares, convirtieron a Hortelano en un trotamundos. Nacido en Australia, criado en Canadá y formado, académica y deportivamente, en la Universidad de Cornell (Estados Unidos), atesora una confianza sin límites, reforzada ahora con su doble récord nacional (10.08 en semifinales, 10.06 en la final).

«Hay margen de mejora y puedo bajar de los diez segundos. El récord es una alegría, pero tampoco se puede decir que sea sorpresa, porque siendo año olímpico pensaba rebajar bastante mi marca», comentó tras su gesta en el polideportivo de Moratalaz.

Para los aficionados, periodistas, técnicos y estadísticos que presenciaban el mitin, sus nuevas marcas sí constituyeron una sorpresa porque Bruno estaba considerado un corredor de 200, sin la musculatura explosiva de los pesos pesados del esprint, de los que necesitan media pista para alcanzar su velocidad de crucero.

Con 181 centímetros de estatura y 72 kilos su aspecto difiere notablemente de los musculosos velocistas jamaicanos y estadounidenses que dominan la lista mundial de todos los tiempos (Usain Bolt, Tyson Gay, Yohan Blake, Asafa Powell, Justin Gatlin), y parece más adecuado para el 200, prueba en la que también tiene los récords de España (20.47 al aire libre, 20.75 bajo techo).

En las semifinales del mitin madrileño, con viento favorable de +1,4 metros por segundo, ganó su serie con 10.08, batiendo ya por seis centésimas el récord de Ángel David Rodríguez, el Pájaro, que por cierto se cayó en la segunda serie y, pese a que se había clasificado (cuarto con 10.24), no pudo disputar la final.

Apenas una hora después, Bruno, ahora con menos viento a favor (+1,0), se descolgó con otra gran marca (10.06). Sólo cedió ante el iraní Hassan Taftian, que también batió su récord personal (10.04). Su deficiente salida (en Madrid, con 150 milésimas, fue el más lento de los siete finalistas), lastra sus posibilidades en los 100 metros, pero compensa esa deficiencia con una asombrosa aceleración.

A mes y medio de los Juegos de Río, a Hortelano se le presenta ahora una duda. «A los 200 iré seguro y a los 100 me lo voy a pensar. Tengo algo en mente pero no lo voy a decir porque sería ponerme un límite y creo que hay margen de mejora», apuntó el discípulo de Adrián Durant.

Tercero en el ránking europeo del año, Hortelano ha destronado a Rodríguez de puertas adentro. Sus próximos retos rebasan ya las fronteras españolas. Dentro de dos semanas competirá en los Europeos de Amsterdam y en agosto acudirá a los Juegos de Río.

Su figura adquirió renombre en los Mundiales de Moscú, donde, el 16 de agosto del 2013, se metió en las semifinales de 200 con un nuevo récord de España (20.47), dándose el lujo anecdótico de ser más rápido que el plusmarquista mundial, Usain Bolt, en la primera ronda. El jamaicano, que luego ganó tres medallas de oro, había ganado la séptima serie con 20.66.

En aquella carrera, con solo 21 años, ya dio muestras de aplomo y madurez, y aseguró que le gustaba mejorar sus marcas «en las grandes competiciones». Hortelano ha estudiado ingeniería biológica en la Cornell University de Nueva York, donde residía hasta que terminaba los exámenes en junio y se trasladaba a España para competir.

Cuando se le pregunta sobre su condición de trotamundos, no tiene dudas: «Me considero español. Pertenezco a la Comunidad de Madrid, aunque he vivido poco ahí. Nací en Australia y nos fuimos directamente a Canadá y allí he vivido hasta los tres últimos años. Mi familia es toda española».

«Mis padres», explicó, «son científicos, microbiólogos moleculares, que se fueron de España por razones de trabajo. Ahora (hablando en 2013) están en Astana (Kazajistán). Yo sigo la tradición, pero por pasión. Estudié en Canadá (Toronto) pero si tengo que elegir un país, elijo España».

Una muestra de su confianza. En aquellos Mundiales de Moscú, EFE le preguntó que quién ganaría, a su juicio, la medalla de plata en 200 metros: «¿Porque la de oro es para Bolt? La de plata, tal vez la mía», bromeó.

Un año después, el 15 de marzo del 2014 en los campeonatos universitarios de Estados Unidos en Alburquerque, batió dos veces, con marcas de 20.77 en series y 20.75 en la final, el récord de España de 200 metros, el más antiguo de España en pista cubierta, que estaba a punto de cumplir treinta años en poder del bejarano Antonio Sánchez.

La temporada 2015 se la pasó prácticamente en blanco por las lesiones, pero ha resurgido con fuerza en el 2016. En los Iberoamericanos de Río logró la medalla de plata y ahora tiene por delante dos retos excepcionales: los campeonatos de Europa y los Juegos Olímpicos.