«El rival más duro de la historia»

Paulo Alonso Lois
paulo alonso lois REDACCIÓN / LA VOZ

DEPORTES

GABRIEL BOUYS | afp

El emergente Dominic Thiem somete a Djokovic antes de postrarse ante Nadal, su rival mañana en la semifinal, que devuelve el elogio: «Está llamado a ganar Roland Garros»

08 jun 2017 . Actualizado a las 12:38 h.

Con 25 años, Pablo Carreño se plantó ayer en los cuartos de un grande por primera vez en su carrera, con el cartel de joven talento todavía colgado de su raqueta. A su edad, su rival de ayer, el gigante Rafa Nadal, ya había levantado cinco veces la Copa de los Mosqueteros. Mañana, al tenista mallorquín le espera Dominic Thiem, austríaco, habilidoso, emergente y capaz de despachar con solvencia y estilo a Novak Djokovic en la antepenúltima ronda de París. Tiene 23 años y la responsabilidad de sacar al tenis de un letargo que impide la llegada de caras nuevas a la cumbre. A esa edad, Nadal ya había celebrado seis majors.

El décimo Roland Garros ansía Nadal a sus 31 años, después de una carrera al mismo tiempo precoz y ya duradera. Triunfó en París por primera vez como un niño prodigio con 19 años, y su particular propuesta de efectos imposibles, autocontrol mental y sacrificio físico sigue vigente. No hay un analista que no temiese su retirada temprana de la alta competición, con semejante historial detrás de lesiones y desgaste sobre la pista. Quizá por eso el paseo que se está dando este año por París resulte tan llamativo. Desde hace justo tres años no gana un grand slam. Su cuenta se detuvo en los 14. En el bosque de Boulogne, donde todo vuelve a empezar siempre para él. 20 juegos tan solo había cedido hasta cuartos. Y desde el domingo y hasta mañana, cuando se enfrente en semifinales a Thiem, solo habrá permanecido 51 minutos sobre la pista. Imposible encarar más fresco las dos últimas etapas hacia el título.

Nadal eliminó a un Carreño ya mermado. Las cuatro horas largas que necesitó para derrotar a Milos Raonic dejaron al asturiano tocado. Y los problemas abdominales le mermaban hasta para sacar, antes de retirarse cuando el gran señor de la tierra dominaba por 6-2 y 2-0. Mientras, Thiem construyó su triunfo sobre Novak Djokovic desde la constancia. Levantó un par de bolas de set al inicio ante un rival al que no había ganado en ninguno de sus cinco cruces anteriores, desquició luego a un tenista ahora envuelto en la bipolaridad y acabó ganando por 7-6 (7-5), 6-3 y 6-0.

Nadal y Thiem se cruzaron elogios en cuanto terminaron sus partidos. «Está llamado a ganar Roland Garros», destacó el mallorquín. «O juego a mi mejor nivel o no voy a tener opciones de pasar a la final», comenta con el recuerdo fresco de su derrota de Roma ante el austríaco, al que había ganado antes en Barcelona y Madrid.

Thiem se siente ante su Everest: «Me viene el rival más duro de la historia en Roland Garros». «Es un chiste lo duro que es ganar un grande, he ganado a Novak y ahora el viernes me toca Nadal. En las rondas finales siempre hay una estrella y por eso esto es un grand slam». Si levanta la vista, verá que dos fenómenos avanzan por la otra parte del cuadro: Murray sufrió antes de derrotar a Nishikori por 2-6, 6-1, 7-6 (7-0) y 6-1 y Wawrinka se gustó ante Cilic por 6-3, 6-3 y 6-1.