Ganaderos por amor al arte

Noelia Rodríguez AVILÉS

ACTUALIDAD

Explotaciones asturianas sobreviven a costa de trabajar también fuera del campo y priorizar la venta de carne frente a la leche

26 ago 2016 . Actualizado a las 05:00 h.

La profesión de ganadero es sacrificada, bucólica o incluso relajada, pero lo que no es -para muchos- es rentable. Recurrir a las ayudas de las administraciones, tener otro trabajo que palie las pérdidas que puede dar la ganadería o buscar otra manera de enfocar el negocio familiar son algunas de las fórmulas a las que tienen que recurrir los ganaderos asturianos que ven que con vender leche o carne no basta para llegar a fin de mes. Los precios permanecen igual que hace años, cuando no bajan, y los gastos no hacen más que subir. De esa manera es habitual que las cuentas no salgan a la hora de hacer balance. Ante esa perspectiva, ¿por qué seguir viviendo del ganado? Por amor al arte, porque se trata de una profesión heredada de generación en generación y, en definitiva, porque gusta. De ello dan buena cuenta alguno de los ganaderos que estos días participan en el Certamen de Ganados de San Agustín, el segundo más antiguo del país y que sirve para dar buena cuenta de cómo se encuentra el sector. En su 134ª edición participan más de medio millar de ejemplares, procedentes de un centenar de explotaciones llegadas desde prácticamente todos los municipios asturianos.

Año tras año las quejas entre ellos se repiten: el bajo precio de la leche, los jabalíes que estropean los terrenos, los lobos que atacan al ganado y las ayudas de las administraciones no son suficientes para hacer frente a una profesión que no es lucrativa en la mayor parte de los casos. Se ven nuevas generaciones dando de comer y peinando a las vacas que se presentan al concurso en el pabellón de La Magdalena, pero ellos mismos reconocen que el ganado no es la forma en que se ganan la vida, es más bien un hobbie. Un entretenimiento que les lleva muchas horas y que es muy sacrificado, pero que engancha, especialmente cuando toda la vida se han tenido vacas en casa. Es lo que le ocurre a Yolanda García. «Mi padre nació entre concursos de ganado y yo también y ahora están aquí mis hijos y mis sobrinos», asegura. «El chico» es una explotación avilesina que ya suma «cuatro o cinco generaciones» y que sobrevive a base de adaptarse a las necesidades y también de que en casa entran sueldos ajenos al campo que, en ocasiones, sirven para tapar los agujeros que deja la ganadería. En los últimos años han reducido el número de ejemplares que tienen, quedándose en 25, y eliminado las vacas de leche, las que conservan son para consumo propio. ¿La razón? «No es rentable. Lo hacemos por tradición y afición. Cada vez exige más y se obtiene menos rendimiento económico. No se puede vivir de esto, todos trabajamos en otro sitio», asegura García. Y eso que afirma que los concursos de ganado, como el de Avilés, han mejorado mucho en los últimos tiempos. «En 20 años esto ha dado un giro de cien grados en cuanto a calidad», dice.

Carne a 3,5 euros y leche a 27 céntimos

Lo que no ha cambiado tanto es lo que gana un ganadero cuando vende sus productos. «El precio de la carne es el mismo que hace años», comenta García. Armando Martínez, que viene de Cudillero, asegura que incluso ha bajado. «Mi abuelo vendía los xiatos mejor que lo que los vendo yo», reconoce. Pero evidentemente los gastos a los que tiene que enfrentarse un ganadero ahora son mayores que antes, así que la opción para buscar algo de equilibrio financiero es «abaratar costes», porque, además, se suman otros elementos ante los que casi nada pueden hacer. Martínez habla de los acotamientos forestales, los jabalíes y los lobos, «que cada vez bajan más». A él le mataron una ternera hace una semana y la compensación fue de 220 euros, nada que ver con lo que le había costado alimentarla y el precio que sacaría al venderla. El kilogramo de ternera asturiana se vende en torno a 3,5 euros, según comentan los ganaderos asturianos. Y aunque pueda parecer poco resulta mejor que el de la leche, que está en 27 céntimos por litros, cuando creen que para simplemente cubrir costes no debería bajar de los 31 céntimos. ¿Por qué seguir como productores de leche entonces? En muchos casos porque se tienen las instalaciones.

En la explotación de Adrián Iglesias, de Llanera, tienen 180 vacas, la mitad para carne y la otra mitad para leche. En su caso los beneficios que obtienen con la venta de terneros les compensa las pérdidas que puedan tener con la leche, pero reconoce que la última opción les garantiza unos ingresos más constantes, porque no todos los meses venden terneros. Él es ganadero de tercera generación y le gusta, pero asegura que una vez que su padre se retire él no seguirá con una explotación tan grande como la suya, se quedará algún animal pero para consumo propio. «Yo soy ingeniero de Caminos y trabajo de lo mío, pero también soy ganadero», explica. «En 29 años yo nunca vi una situación como la de ahora, así de agónica», asegura, y reconoce que «cuando se den cuenta va a ser tarde».