La libra y el euro sufren, y las bolsas mantienen la calma, a la espera de los derroteros de la negociación

m. m. REDACCIÓN / LA VOZ

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Juan Carlos Hidalgo | efe

Son pocos los que confían en que Bruselas y Londres vayan a conseguir ponerse de acuerdo en 24 meses

30 mar 2017 . Actualizado a las 08:00 h.

En el Reino Unido ya están soltando amarras; y en las bolsas, de momento, reina la calma. Noticia histórica, sí, pero de sobra conocida por los inversores, que hace ya tiempo que descontaron el portazo británico en las narices de los socios europeos y que dieron por superado el sobresalto que supuso el referendo de junio.

Lo que les interesa ahora, de lo que están pendientes y de lo que dependerán, por tanto sus decisiones, es de los derroteros que pueda tomar negociación entre las dos partes. Son pocos los que confían en que Bruselas y Londres vayan a conseguir ponerse de acuerdo en 24 meses y mayoría los que cuentan con algún que otro choque de trenes. Pero, mientras eso llega, de la tranquilidad que manda en las mesas de operaciones dan buena cuenta los resultados que ayer cosecharon los principales índices del Viejo Continente, con mayoría de subidas. Modestas, pero alzas al fin y al cabo: Londres ganó un 0,41 %; París, un 0,45 %; y Fráncfort, el 0,44 %. Milán, por el contrario bajó un 0,26 5, mientras que el Ibex 35, el principal indicador de la Bolsa española perdió un 0,21 % de su valor.

Algo más, pero no mucho más, se dejó notar lo histórico de la carta que activa el brexit en los mercados de divisas, donde la libra y el euro perdieron terreno frente al dólar; y la divisa única hizo lo propio frente a la británica. A última hora de la tarde, la libra se cambiaba a 1,153 euros, un 0,21 % por encima del valor que tenía la víspera; y a 1,24 dólares, un 0,37 % por debajo. 

La moneda del Reino Unido se ha depreciado un 17 % desde la víspera del referendo, en junio del año pasado. Y su trayectoria futura dependerá, coinciden los analistas, del tono de las conversaciones. Sin olvidar que sobre su cabeza pende otra amenaza seria: la de una segunda consulta sobre la independencia de Escocia.