Rajoy buscó el «sorpasso», seguro de que Sánchez no hará presidente a Iglesias

Gonzalo Bareño Canosa
Gonzalo Bareño MADRID / LA VOZ

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Las grabaciones a Fernández Díaz rebajaron el optimismo del PP al final de la campaña

25 jun 2016 . Actualizado a las 13:40 h.

Inmediatamente después de que Podemos e Izquierda Unida anunciaran su decisión de presentarse en coalición a las elecciones del 26J, en los cuarteles generales de Génova asumieron que el rival del PP en estos nuevos comicios ya no sería el PSOE, sino esa alianza entre lo que los populares llaman «comunistas y populistas». Decidieron polarizar la campaña entre la moderación que, a su juicio, representa Rajoy, y el extremismo que achacan a Unidos Podemos, ignorando al PSOE y dando por hecho que ya no es alternativa al PP.

En esa decisión estratégica no pesaron solo cuestiones políticas e ideológicas, sino también las de pura aritmética parlamentaria. Detrás de ese diseño de campaña está el convencimiento de Rajoy de que, en caso de que se consume el sorpasso de Unidos Podemos al PSOE, los socialistas no harían nunca presidente del Gobierno a Pablo Iglesias. Y esa falta de acuerdo permitiría a Rajoy, según sus cálculos, convertirse en presidente, bien con un improbable acuerdo con el PSOE, o con la abstención de los socialistas, dado que el PP considera impensable que se repitan de nuevo las elecciones. Por el contrario, estiman que si el PSOE quedara segundo, sí sería posible que Unidos Podemos apoyara a Pedro Sánchez como presidente, dejando al PP en la oposición.

Bajo esa estrategia se construyó toda la campaña de Rajoy, que no ha cesado de gestionar estas elecciones como un duelo a dos entre «los radicales de izquierda» y el PP, al que ha presentado como el único capaz de contener el avance del populismo, reclamando por ello todo el voto moderado, incluido el de los socialistas contrarios a Podemos.

Un líder mucho más accesible

El otro cambio fundamental ha sido que el jefe de campaña de Rajoy, Jorge Moragas, le ha convencido por fin de que no solo no debe huir de la prensa, sino que cuanto más accesible y más natural se muestre, más votos ganará. El debate a cuatro, en el que un veterano Rajoy salió indemne frente a sus tres jóvenes rivales e incluso dominó por momentos el duelo, en especial en el capítulo económico, convenció al líder del PP que esa era la estrategia correcta. Y por ello no ha dudado tampoco en aparecer estos días en programas muy populares como El Hormiguero, o dejarse interrogar sobre asuntos muy personales, cuestión que antes siempre rechazaba.

A mitad de campaña, en Génova, con datos en la mano, aseguraban que la estrategia estaba funcionando y que los resultados de Rajoy iban a ser mucho mejores que los que se reflejaban en la encuesta del CIS, en la que la izquierda se quedaba cerca de la mayoría absoluta. Se daba por hecho que se alcanzaría el 30 % y los 130 diputados. La difusión de las grabaciones en las que el ministro de Interior, Jorge Fernández, conspiraba con el jefe de la Oficina Antifraude de Cataluña, Daniel de Alfonso, supuso por eso un mazazo que empezó a rebajar las expectativas. Pero el brexit llegó el viernes en ayuda de Rajoy, al minimizar el alcance del escándalo en comparación del bombazo de la salida de Reino Unido de la Unión Europea. Las elecciones del domingo decidirán si el líder del PP acertó o no al polarizar la campaña.

El líder popular se mantuvo firme frente a la presión para que deje de dirigir el partido

Pedro Sánchez le llamó indecente en la pasada campaña y, aunque luego admitió que fue un error, en esta ha insistido en que está incapacitado pata presidir el Gobierno. Pablo Iglesias dice que le da «la risa» cada vez que habla. Y Albert Rivera le pide que dé un paso atrás y ceda el liderazgo del PP a otro dirigente de su partido con el que sea posible llegar a acuerdos. A la lógica presión de la oposición sobre el partido que gobierna, se ha unido en esta campaña un acoso personal al líder popular, con el objetivo de sembrar la división en el PP. Rajoy, sin embargo, se ha mantenido firme durante toda la campaña, sin aceptar en ningún momento la posibilidad de abandonar el liderazgo sea cual sea el resultado del domingo. Y, a pesar de que en el PP hay sectores cuyo entusiasmo por la continuidad de Rajoy es perfectamente descriptible, nadie le ha puesto en duda. Tampoco Alberto Núñez Feijoo, ni Alfonso Alonso, ni Ana Pastor, a los que Rivera presentó como líderes con los que se podría llegar a acuerdos, dejaron la más mínima puerta abierta al relevo y afianzaron el liderazgo de Rajoy. Para tratar de demostrar esa fortaleza, el líder del PP no ha dudado tampoco en cargar con toda dureza contra Rivera, pese a ser consciente de que tendrá que sentarse con él para tratar de llegar a un acuerdo que, sin embargo, puede ser insuficiente para gobernar.