Piden 26 años para el descuartizador de Majadahonda

T. Taboada / J. R. LUGO / LA VOZ

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Yolanda Vega, madre del descuartizador de Majadahonda
Yolanda Vega, madre del descuartizador de Majadahonda OSCAR CELA

El Ministerio Público le imputa dos delitos de homicidio, uno continuado de estafa, otro de falsedad documental y otro de tenencia ilícita de armas

29 may 2017 . Actualizado a las 07:13 h.

La Fiscalía Provincial de Madrid solicita más de 26 años de prisión para Bruno Hernández, el hombre de 33 años, nacido en Lugo y con raíces familiares en Samos, que hace siete años presuntamente asesinó y posteriormente descuartizó el cadáver de su tía, Liria Hernández, en una casa de Majadahonda. También considera el fiscal que, cinco años después, en abril del 2015, mató, troceó y destruyó el cuerpo de una inquilina, Adriana Gioiosa, en el chalé donde alquilaba habitaciones. En ambos casos, utilizó una máquina picadora industrial para deshacer los cuerpos.

El Ministerio Público le imputa dos delitos de homicidio, uno continuado de estafa, otro de falsedad documental y otro de tenencia ilícita de armas. Delitos por los que pide 26 años de cárcel. Solicita además que, una vez cumplida la condena, el acusado sea internado para un tratamiento médico adecuado a la patología psíquica que padece durante 30 años.

Con respecto a la muerte de su tía, el fiscal relata en sus conclusiones que los hechos tuvieron lugar en días posteriores al 13 de abril del 2010, cuando Bruno Hernández, que no contaba con antecedentes penales, «la mató de manera voluntaria en lugar y fecha que no han sido determinados». Posteriormente, el acusado «troceó y destruyó el cuerpo de la víctima, utilizando para ello la máquina picadora industrial que tenía en el sótano del domicilio propiedad de su tía».

Según señala el escrito de acusación, Bruno Hernández también obtuvo un ilícito beneficio a costa de la hermana de su padre, de forma que entre el 22 de noviembre del 2010 y el 28 de junio del 2011, giró recibos contra la cuenta corriente que la mujer tenía abierta en un banco. Los recibos los giraba para su abono en una cuenta corriente perteneciente a una empresa de la que era socio y administrador único y que creó el 7 de octubre del 2010. El importe total de los recibos asciende a 33.227 euros.

El escrito también considera probado que Bruno Hernández, con idéntico propósito de ilícito beneficio a costa de su tía, simuló su firma en un contrato de alquiler por el que su tía le cedía el uso de la casa de Majadahonda durante 15 años por 18.000 euros. Una cantidad que no abonó, mientras que él sí alquilaba las habitaciones de la vivienda. También simuló la firma de su familiar en un documento del 4 de septiembre del 2014 para solicitar la autorización de empadronamiento de Bruno Hernández en el citado domicilio.

El segundo crimen

Por otro lado, entiende el fiscal que, para hacer creer que su otra víctima estaba viva, el acusado introdujo por debajo de la puerta del trabajo de Adriana una carta mecanografiada manifestando la intención voluntaria de la mujer de dejar su puesto de trabajo. El acusado también envió mensajes con el móvil de la víctima a sus allegados, en los que informaba que estaba de viaje en Barcelona.

A diferencia de Liria, que al parecer no tenía relación con sus familiares, por lo que nadie denunció su ausencia, uno de los hermanos de la inquilina regresó desde Argentina a Majadahonda para denunciar, el 6 de abril del 2015, su desaparición. A partir de ahí, se inició la investigación.

En el domicilio paterno de Bruno Hernández se encontró el pasaporte y el permiso de conducir de Adriana, algunas joyas suyas en un guante de látex y las llaves de su vehículo. En un cuarto del acusado se hallaron diversas armas y munición, todas en buen estado.

Sostiene el fiscal que el acusado hizo desaparecer lo que había quedado de los cuerpos, «ocultándolos en un lugar que se desconoce, ya que la picadora industrial utilizada para ambos casos, era de gran potencia y capaz de triturar carne y huesos previamente troceados».