Cómo cumplir 125 (y seguir como una locomotora)

J. C. G. GIJÓN

GIJÓN

Tren de carbón con una locomotora Corpet en cabeza
Tren de carbón con una locomotora Corpet en cabeza

La SHE 5, una de las joyas del patrimonio industrial asturiano, celebrará su primer siglo y cuarto con una fiesta de cumpleaños en el Museo del Ferrocarril

14 dic 2016 . Actualizado a las 05:00 h.

Es una de las niñas mimadas del Museo del Ferrocarril de Asturias, y por eso el jueves tendrá una fiesta de cumpleaños por todo lo alto. De soplar velas, la locomotora SHE 5 tendría que soplar nada menos que 125. Resuello le sobra, como se demostrará en una celebración en la que el momento estelar será el encendido de la veterana pero inmaculada locomotora entre las 16:00 y las 19:00 horas, al que seguirá una conferencia sobre la historia de una de las cinco locomotoras de padre francés que sirvieron como principal fuerza de tracción en el ferrocarril de Minas de Aller durante ocho décadas. Será una ocasión para recordar, sobre todo, al personal ferroviario, minero e industrial que las condujo y se sirvió de ellas durante ese largo periodo.

La llegada de SHE 5 a Asturias y a su destino en Aller se enmarca en el contexto de la construcción del Ferrocarril del Norte, que supuso un impulso para las explotaciones mineras de la zona, pero que requirió de nuevos ferrocarriles para llevar el mineral desde la bocamina a las vías principales. La primera en lograrlo fue la compañía La Montañesa, en 1876, que pasó a ser propiedad de Antonio López, primer Marqués de Comillas en 1880. Su hijo Claudio López Bru le sucedió al frente de la sociedad Minas de Hulla de Aller, que se transformó en la Sociedad Anónima Hullera Española en 1892. A lo largo de esos años, se hicieron evidentes las carencias del trazado ferroviario, que tuvo que ser profundamente reformado. El ferocarril a vapor había llegado en 1884 con las dos primeras locomotoras, que pronto llegarían a ser cinco.

Todas ellas fueron fabricadas por la firma Corpet en la localidad francesa de Anjubault. La última de ellas fue SHE 5, entrega a la empresa en 1891, un año antes de su transformación en la Sociedad Hullera Española. El acrónimo y el orden de llegada de la nueva máquina decidieron el nombre que aún lleva esta pieza; un nombre que suena totalmente femenino, dada su coincidencia con el pronombre personal de este género en inglés. Como todas sus iguales, es una pieza singular a causa del sistema de distribución -el llamado «tipo Brown»-, muy poco habitual por la forma en la que su diseño protegía las bielas del barro en los terrenos difíciles donde tenía que trabajar la máquina.

De la calidad del diseño y de la robustez de las SHE da idea la longevidad de su servicio. No fueron jubiladas hasta mediados de la década de los sesenta, con ocho décadas de trabajo en las calderas. Incluso la propia Hullera Española llegó a construir una sexta locomotora con el mismo diseño mediado el siglo pasado. Curiosamente, sería la número 0.

Tras la jubilación

La historia de todas las hermanas SHE fue azarosa tras el cese de sus servicios. Tres de las seis que llegaron a funcionar en la empresa minera asturiana han conseguido salvarse. La 2 sigue resoplando en un museo ferroviario privado de Inglaterra, tras ser vendida a un chatarrero y revendida a un coleccionista catalán. La 3 fue regalada a un jerarca del Instituto Nacional de Industria en los años 70 y hoy es monumento -mal preservado, por cierto- en Portugal. La tercera superviviente, esta SHE 5, quedó bajo tutela de la Universidad de Oviedo, que la donó en no muy buen estado al Museo del Ferrocarril de Asturias en 1994 al Museo del Ferrocarril de Asturias, donde se la restauró y expuso, y donde volvió a cobrar resuello en 1995. Es, desde entonces, una de las grandes atracciones en las sesiones de puesta en marcha de locomotoras que periódicamente acoge el centro.

SHE 5 llega además especialmente maqueada a su cumpleaños. Este mismo año, personal acogido al Plan de Empleo del Ayuntamiento de Gijón y voluntarios, bajo la dirección del equipo técnico del Museo, le dieron otra mano de restauración a la locomotora, que luce tan pimpante como el día en que la empresa del francés Lucien Corpet la entregó a sus nuevos propietarios. Hoy es la única de su tipo en marcha en todo el mundo, una de las joyas del patrimonio industrial asturiano y una de las más antiguas de su género aún en marcha por las vías españolas.