«Como el antisemitismo no es progresista, muchos lo disfrazan de antisionismo»

J. C. Gea GIJÓN

GIJÓN

Daniel Kutner, embajador de Israel en España
Daniel Kutner, embajador de Israel en España

El embajador se siente «seguro» en su visita a Gijón y asegura que lo que suceda en El Molinón no tendrá consecuencias diplomáticas. Mantendrá un encuentro con empresarios asturianos

23 mar 2017 . Actualizado a las 19:03 h.

«Tenemos mucha ilusión en llegar a Asturias. Esperamos que haya un clima de fiesta, y que sea eso lo que prevalezca, no lo que quieren ciertos sectores mal aconsejados que pretenden aguar la fiesta». Es lo que desea el embajador de Israel en España, el bonaerense Daniel Kutner, a veinticuatro horas de un partido de clasificación para el Mundial 2018 de que está suscitando mucha más atención extradeportiva que estrictamente futbolística. Pero el revuelo político suscitado en torno a las protestas de la Plataforma «Tarjeta Roja a Israel», la polémica en el consistorio gijonés por el boicot antiapartheid y su reciente y accidentada derogación y la preocupación por la seguridad en torno al encuentro hacen que el fútbol y la fiesta no sean el motivo de la conversación. Kutner dice sentirse «seguro» y anticipa que, pase lo que pase con las tarjetas simbólicas en El Molinón, no habrá consecuencias diplomáticas. Es más, confía en tener una breve conversación con empresarios asturianos después de su visita de mañana a la Alcaldesa de Gijón. El levantamiento del boicot, justo a tiempo, lo hace posible.

-¿Cómo describiría todo lo que está sucediendo en torno a un simple partido de fútbol? 

-No es tan simple, después de todo. Es un partido importante entre la Selección de Israel y una de las selecciones más fuertes y más importantes del mundo, que es la de España, así que eso ya, de por sí, es un evento deportivo que para Israel es de primera importancia. Y me gustaría pensar que la gente lo ve principalmente como lo que es: un evento deportivo, un motivo de alegría y la expectativa de un gran espectáculo.

-Que, sin embargo, está ocupando muchos titulares en páginas que no son precisamente deportivas. 

-Sí, eso es muy lamentable.

-¿Por qué está sucediendo? ¿Qué hay, en su opinión, en la raíz de todo esto?

-Eso tal vez me lo podría decir usted mejor, pero mi impresión es que hay ciertos grupos que están interesados en hacer lo que no se debe hacer, que es mezclar el deporte con la política. Eso es lo que está detrás de toda esta agitación mediática.

-En todo caso, se está aprovechando para hacer pedagogía -o, desde el punto de vista, opuesto, propaganda- sobre asuntos que no están presentes en la opinión pública española. Por ejemplo la diferencia entre ser judío, israelí y sionista. Le invito a que también nos la aclare.

-Bueno, eso no tiene nada que ver con todo esto de lo que estamos hablando. ¿Qué relación tiene eso con el partido de fútbol?

-No soy yo quien lo plantea. Pero se ha planteado, y convendría aclararlo.

-Bien, usted sabe que el pueblo judío es un pueblo muy antiguo, con sus orígenes en Judea, lo que llamamos la Tierra de Israel, y que estuvo disperso durante 2.000 años, período en el cual tuvo páginas de gran producción intelectual y religiosa, y páginas de persecuciones y sufrimientos. En la época de los nacionalismos, a finales del XIX, surge un movimiento que diagnostica que el problema del pueblo judío en esa época proviene de su falta de territorialidad, y llama a que también el pueblo judío, como los demás de esa época de la primavera de los pueblos y las naciones, debe de retornar a su patria histórica y normalizarse como una nación como todas las demás. Ese es el movimiento sionista.

-Todo lo cual, en su opinión, tendría que estar quirúrgicamente separado de un partido de fútbol.

-¡Es que no tiene nada, pero absolutamente nada que ver! No veo cuál es la relación. ¿Cuál es el debate aquí?

 -Yo no lo planteo. ¿Conoce Gijón?

-No, por eso estoy viajando con mucha ilusión de conocer Gijón y un poquitito de Asturias.

 -El discurso tradicional entre España e Israel es el de amistad entre los dos estados ¿Tiene una correspondencia plena, cien por cien, en la sociedad? ¿Ha percibido algún tipo de hostilidad desde que es embajador?

-Realmente siempre me he encontrado con la mejor hospitalidad allí donde he viajado por parte de los españoles en general. Eso no quiere decir que no me haya encontrado, aquí y allá, gente que expresara oposición a la política de Israel en ciertos temas. Pero la generosidad y la hospitalidad han sido el espíritu general de todas mis visitas.

-¿Por qué cree que ese sector crítico dedica esa especial atención hacia lo que sucede con el pueblo palestino?

-No sé. La verdad, eso es algo que hay que preguntarles a ellos. No es ningún secreto que en Israel tenemos un problema con nuestros vecinos palestinos, y queremos llegar a la paz con ellos, pero no quieren sentarse a la mesa para tener negociaciones, sino que prefieren tratar de presionar a Israel vía opinión pública internacional. Es un tema complejo. Es un tema que seguramente no se puede pintar en blanco y negro y echarle toda la culpa al lado israelí. Y, sin embargo, hay grupos en España que insisten casi obsesivamente en hacerlo; y no solo eso, sino que parecería que no es nada más lo que les interesa, porque niegan totalmente nuestros derechos. Parecería que lo que tratan de hacer es deslegitimar a Israel. Eso es lo que nos preocupa. De ahí esas resoluciones que circulan en ciertos ayuntamientos de boicotear totalmente a Israel; no de expresar solidaridad con los palestinos o apoyar tal o cual posición, cosa que yo discutiría pero entendería. No es eso: es negar a Israel, oponerse a todo lo israelí, y no importa cuál sea su carácter. Así que, si me pregunta cuál es la razón, la verdad es que no lo sé. Y me preocupa porque es discriminatoria y, entre todos los problemas que hay en el mundo, solamente contra Israel tienen esa postura tan hostil y maximalista. Por eso uno pregunta cuáles son las raíces profundas que puede tener ese extremismo.

-Que además, proviene de sectores desde la izquierda que se preocupan de desmarcarse del antisemitismo.

-Lamentablemente, hay cierta izquierda que está realmente centrada en este tema, lo que es una lástima, porque uno piensa que la izquierda tendría que identificarse con un país en el que existe verdadera libertad de expresión y liberalismo democrático, y donde la más extrema oposición tiene voz y voto y está representada en el parlamento. Me resulta incomprensible.

-¿Cree que esas posturas podrían convertirse de algún modo en un «caballo de Troya» para otras, estas sí declaradamente antisemitas?

-Sí. Sospecho que detrás de la careta de la crítica a Israel, debido a que es como expliqué antes discriminatoria, obsesiva y maximalista, se esconden círculos que pueden nutrirse de la tradición antisemita. Como no está muy de moda ni es muy progresista tildarse de antisemita, no pocos deben estar disfrazando su antisemitismo de antisionismo.

 -¿Cree que se puede ser antisemita sin saberlo?

-No quiero entrar en discusiones filosóficas. Eso ya entra en el área de la psicología, y ahí no me siento muy cómodo.

-¿Se siente seguro ante su visita a Gijón?

-Sí, sí, muy seguro. Uno siempre tiene que prevenir, pero espero que no haya motivos para preocuparse. Tengo plena confianza en las fuerzas de seguridad de España, pero más que nada porque espero encontrarme es un ambiente de fiesta, que es lo que tiene que haber.

 -Así suele ser en El Molinón. Pero además. ¿cree que el público responderá a la invitación de sacar una «roja» a Israel?

-No tengo idea, ya lo veremos.

 -Si sucediese, ¿cree que tendría algún tipo de consecuencias en relaciones entre los países, y más con una visita presidencial en ciernes?

-No hay que darle importancia a hechos que no la tienen. No hay mucho beneficio en especular sobre situaciones hipotéticas, pero ya le adelanto que un gesto así u otro no tienen en mi opinión ningún peso en lo que sea la amistad de España con Israel.

-En términos históricos y culturales, recordamos mucho en aspectos de la vida cotidiana lo árabes que fuimos. ¿Se nos olvida quizá lo judíos que también fuimos?

-Puede ser, pero acá estamos entrando otra vez en psicología histórico-social. No es un campo que yo domine lo suficientemente. Lo que sí puedo decir es que la historia española tiene fuertes influencias judías. No nos olvidemos de que los judíos fueron parte de la sociedad ibérica desde el principio de la era cristiana hasta la expulsión en 1492, y con una presencia que se hacía sentir en ciudades y en pueblos, y a través de su gente, también en la sociedad en general. Seguramente la presencia judía en España tuvo mucha influencia sin duda en la historia judía.

-Dejemos el pasado, entonces. Respecto al futuro, ¿algún proyecto, algún otro motivo que haga que el embajador israelí ponga sus ojos en Asturias?

-La embajada está interesada en estrechar lazos con todas las regiones de España. El viaje va a ser muy corto y no sé cuánto tiempo podremos dedicarle a eso, pero en general nos interesa ver las perspectivas que existen. Después de la reunión con la alcaldesa, voy a hablar en un foro con empresarios y hombres de negocios en Gijón, y expondremos sobre la economía de Israel. Tal vez a partir de eso aprendamos algo sobre las distintas posibilidades que existen. Y si no, volveremos en otra ocasión a Asturias para profundizar.