Un proeuropeo arrebata por la mínima la presidencia de Austria a los ultras

Patricia Baelo BERLÍN / E. LA VOZ

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ROLAND SCHLAGER | Afp

El candidato de los Verdes ganó por tan solo 31.026 votos al candidato xenófobo

24 may 2016 . Actualizado a las 01:59 h.

 31.026. No es el número ganador del sorteo de la lotería y, sin embargo, quedará grabado en la memoria de muchos por ser la cifra de los votos por correo que rompió ayer el empate técnico con el que cerraron las urnas austríacas el domingo y que, invirtiendo los primeros resultados oficiales, sirvió para dar la presidencia del país al candidato independiente apoyado por Los Verdes, Alexander Van der Bellen. Una ajustada victoria por solo seis décimas. El político progresista y proeuropeo terminó imponiéndose en la segunda vuelta con apenas el 50,3 % del escrutinio frente al 49,7 % de su rival, el ultraderechista del Partido Liberal (FPÖ), Norbert Hofer, que con su discurso xenófobo partía como favorito. 

Nunca unas elecciones austríacas habían generado tanta expectación internacional, y mucho menos presidenciales, teniendo en cuenta además que la influencia del presidente en la política nacional del país alpino es muy limitada. «Austria: el país dividido», rezaba ayer un editorial de Der Spiegel, haciendo referencia a la polaridad sin precedentes que deja en el país la elección del sucesor de Heinz Fischer, que termina su segundo mandato el 8 de julio. Pero no es el estrecho margen de 31.026 papeletas que ha separado a Van der Bellen de Hofer lo que ha causado polémica. Ni siquiera que haya habido que esperar al recuento de cerca de 900.000 votos por correo, que suponen el 14 % de los 6,4 millones de electores, para proclamar a un ganador. 

La verdadera razón por la que toda Europa analiza con lupa estos comicios es que Austria es el fiel reflejo de lo que está ocurriendo en el continente desde que estalló la mayor crisis migratoria desde la Segunda Guerra Mundial. En primer lugar, la caída en picado del bipartidismo. Por primera vez en la historia, las dos grandes formaciones, el Partido Socialdemócrata (SPÖ) y el Popular (ÖVP), que han gobernado el país desde 1945, no estuvieron representadas, tras la debacle de ambos candidatos, que no superaron el 11 % en la primera vuelta de las presidenciales. Ello motivó la renuncia del jefe de Gobierno y líder del SPÖ, Werner Faymann, hace unos días. 

El otro fenómeno es el auge imparable de la ultraderecha, que ha capitalizado el miedo a la llegada de refugiados, y el consecuente cordón sanitario impuesto por los demás partidos.  

Cordón sanitario 

Los analistas aseguran que hasta 558.000 electores del SPÖ y del ÖVP dieron su apoyo a Van der Bellen, que también se benefició del incremento de la participación, que pasó del 68,5 % en la primera ronda al 71,9 %. Hasta el 40 % de los que han votado al ecologista confiesan haberlo hecho solo porque rechazaban la idea de que Austria pudiera convertirse en el primer país de la UE en tener un presidente de la ultraderecha. «Por supuesto que hoy estoy triste. Me habría encantado haber podido velar por nuestro maravilloso país». Con este comentario de Facebook, Hofer reconocía su derrota. Sin embargo, el presidente del FPÖ, Heinz-Christian Strache, advertía de que su partido ya ha «inaugurado el cambio», ganándose ovaciones de parte de sus compatriotas, de los alemanes de AfD, los italianos de la Liga Norte y los franceses del Frente Nacional, que incluso calificaron el avance de la ultraderecha austríaca como una «gran bofetada» para la Unión Europea. Una tendencia que Bruselas observa con preocupación. Ayer, Jean Claude Juncker se mostraba aliviado, tras afirmar el viernes que con la «extrema derecha no hay debate ni diálogo posibles». 

Nacionalistas y neonazis entran en el Parlamento de Chipre 

Chipre se suma al concierto de países de la UE que viven un repunte extremista, con la entrada en el Parlamento no solo de neonazis, sino también de otros partidos nacionalistas. Después de tres años de austeridad y escándalos de corrupción, las elecciones del domingo dejan un Parlamento fragmentado y la más alta abstención de su historia. 

El conservador y gobernante DISY obtuvo con 18 escaños, seguido del comunista AKEL, con 16. Tres partidos entran por primera vez: los populistas de Alianza de Ciudadanos, el Movimiento de Solidaridad y el Frente Nacional Popular, hermano del neonazi griego Amanecer Dorado. 

Los populistas alemanes rompen el diálogo con el Consejo Musulmán 

La derecha populista alemana dio por roto el diálogo con los representantes del colectivo musulmán y agudizó sin tapujos su línea islamófoba, acorde con la del FPÖ austríaco. La reunión entre la líder de Alternativa para Alemania (AfD), Frauke Petry, y el presidente del Consejo de los Musulmanes del país, Aiman Mazyek, convocada ayer a iniciativa de este último para tender puentes de diálogo, tuvo una hora de vida y terminó bruscamente entre reproches mutuos. 

Para Petry, no tenía sentido seguir con la cita mientras Mazyek no se retractara de unas declaraciones previas en las que situaba a AfD «cercana al Tercer Reich» de Hitler. El representante de los cuatro millones de musulmanes germanos se ratificó en su acusación al señalar que por primera vez desde el fin del nazismo Alemania tiene un partido que «desacredita a toda una comunidad religiosa y pone en riesgo su existencia». Se refería al programa aprobado en el último congreso federal del AfD, según el cual «el islam no forma parte de Alemania». 

Las únicas frases positivas que se escucharon de Petry fueron sobre el FPÖ austríaco, partido que en su opinión evidencia que Europa ha entrado «en una nueva era política» que ha dejado atrás el bipartidismo. La líder de AfD declinó definir a su formación como «hermanada» al FPÖ, ante las diferencias internas en la formación alemana, cuya ala más radical se alinea con el Frente Nacional francés, mientras que la neoliberal rehuye tal cercanía. Pero en lo que concierne a su postura frente al islam, no hay diferencias apreciables.