«Que nadie se mueva. Somos de Inmigración. Todos quietos»

Rita álvarez tudela LONDRES / E. LA VOZ

ACTUALIDAD

Rita Alvarez Tudela

Polémica en el Reino Unido por la encerrona de una empresa de comida rápida a sus trabajadores inmigrantes

30 jul 2016 . Actualizado a las 11:26 h.

La cadena de hamburguesas Byron en la capital británica preparó con mimo una jornada de formación para su personal. Hasta ahí todo parecía normal. Los cocineros y el resto de personal de cocina iban a recibir una sesión sobre los peligros de preparar hamburguesas al punto o medio hechas. Lo mismo había ocurrido unas semanas antes, cuando les explicaron un nuevo producto para el menú.

Sin embargo, cuando el personal inmigrante comenzó a llegar a 15 sedes de la cadena repartidas por todo Londres se dio cuenta de que, en realidad, estaba ante una encerrona y que lo estaba esperando la policía. En total, 35 personas fueron detenidas y deportadas, mientras que otros testigos añaden que unos 150 empleados lograron evitarlo y permanecen escondidos.

Uno de los sorprendidos al llegar a uno de los restaurante pasadas las nueve y media de la mañana asegura que la bienvenida fue un «que nadie se mueva, somos de Inmigración, todos quietos». A los pocos minutos procedieron a decir sus nombres y llevarse a las personas que estaban buscando. Los testigos explican que tenían listados con fotos, que sospechan fueron entregadas por los responsables de Byron.

En principio, no parece que haya europeos perjudicados. Los deportados eran en parte trabajadores latinos, pero también de Brasil, Nepal, Egipto y Albania, que en la mayoría de los casos llevaban trabajando para la empresa los últimos cuatro años. Algunos de los empleados no ocultaban su tristeza por lo ocurrido, que atribuyen a la histeria desatada por la idea de una inmigración excesiva.

Los incidentes ocurrieron a principios de julio, pero solo trascendieron esta semana en la prensa británica, que contactó con algunos de los ciudadanos ya deportados. En primer lugar, fueron conducidos al centro de detención de Tinsley House en las afueras de Londres, más tarde a una antigua prisión en la ciudad de Dorset y finalmente de vuelta a sus países de origen.

Los afectados se quejan del trato recibido, pues no tuvieron la oportunidad de llamar a sus amigos o familiares, ni de recoger sus pertenencias. Además, apuntan que trabajaban una media de 50 a 70 horas, cobrando 10 libras a la hora y haciendo un trabajo que, alegan, muchos británicos no están dispuestos a realizar.

Las quejas en las redes sociales no se hicieron esperar, con llamadas a boicotear a Byron. De hecho, se organizó una protesta para el lunes en contra de la «actuación vergonzosa» de la compañía. Piden que el comportamiento en que ha incurrido no se convierta en un modelo para el futuro. Desde la empresa, con un total de 65 puntos de venta y más de 1.500 empleados, trataron de defenderse en un comunicado. Alegaron que habían cumplido con sus responsabilidades legales al darse cuenta de que los empleados habían usado documentos falsos y se enfrentaban a duras sanciones económicas si no colaboraban con las autoridades británicas.

Theresa May quiere curarse en salud

El nuevo Gobierno británico quiere curarse en salud. Es consciente de que uno de los motivos que impulsaron el voto favorable al «brexit» fue el temor a una «invasión» de inmigrantes y quiere dar la impresión de que actúa para acabar con el fenómeno. Se da la circunstancia de que la primera ministra, Theresa May, no es ajena al problema. Pese a comportarse como un «halcón» en la materia mientras fue ministra no fue capaz de desactivar la percepción negativa. No quiere que le vuelva a pasar lo mismo.