El Gobierno decreta el estado de emergencia en la zona cero del seísmo

María Signo ROMA / CORRESPONSAL

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El pánico por las fuertes réplicas se apodera de los supervivientes de Amatrice

27 ago 2016 . Actualizado a las 00:08 h.

La esperanza de encontrar supervivientes bajo los escombros de Amatrice, Accumoli y Pescara del Tronto, los pueblos más afectados por el terremoto del 24 de agosto se desvanece a medida que pasan las horas. Durante la madrugada de ayer las labores de búsqueda continuaron sin descanso. Lo hicieron sobre todo en Amatrice, la zona cero del seísmo. Hasta ahora son 281 las víctimas, pero el número irá aumentando a medida que los equipos de socorro vayan encontrando cuerpos bajo los cascotes de los edificios. «Estamos cerca de alcanzar el número de víctimas de L’Aquila (309 muertos)», admitió ayer el jefe del departamento de Protección Civil, Fabrizio Curzio. Hasta ahora, los equipos de rescate han extraído con vida 215 personas.

De los restos del histórico hotel Roma de Amatrice, donde había hospedadas 32 personas, solo se han recuperado cuatro cuerpos, mientras en Pescara del Tronto los perros ya no señalan la presencia de sobrevivientes desde la noche del miércoles. Las cuadrillas de socorro están llegando a las pequeñas aldeas diseminadas por el territorio y en las que pasaban las vacaciones muchas familias. El peligro ahora es el derrumbe de los edificios que todavía quedan en pie, sobre todo porque desde la noche del martes se han sucedido más de 460 sacudidas de asentamiento. Algunas tan fuertes como la que ayer al mediodía obligó a evacuar el pabellón de deportes de Amatrice.

La madrugada de ayer no fue una noche fácil para los supervivientes que han tenido que acomodarse en campamentos levantados a toda prisa en los campos de fútbol. En la zona cero algunas personas durmieron en el pabellón de deportes ahora evacuado, mientras otros prefirieron hacerlo en sus automóviles: «Así podemos escapar más rápido», dijeron. Las más de 2.500 personas que se han quedado sin casa no están preparadas para afrontar las bajas temperaturas de la noche. Muchos están en pijama y en zapatillas por lo que se han tenido que repartir prendas de abrigo y mantas. El alcalde de Amatrice, Sergio Pirozzi, ha sugerido a los turistas y veraneantes que tenían una segunda vivienda en la zona que vuelvan a sus ciudades, pero son muchos los que han perdido sus coches en el seísmo.

El Consejo de Ministros extraordinario, presidido por Matteo Renzi, declaró el estado de emergencia para las zonas afectadas y destinó 234 millones de euros del Fondo de Emergencia Nacional para poder suministrar las primeras ayudas. También desde el Gobierno regional se han decretado ayudas, mientras muchos bancos decidieron suspender las hipotecas sobre las casas dañadas.

Solidaridad

De toda Italia han llegado gestos de solidaridad con las víctimas. Más de 5.400 personas colaboran directamente en las tareas de socorro y asistencia. Son bomberos, miembros del Socorro Alpino, de Protección Civil y de Cruz Roja de toda la península pero también hay muchos voluntarios como el leñador Matteo Michetti, de 27 años, que se presentó de forma espontánea en la zona para echar una mano. En todo el país se suceden las iniciativas de ayuda con la organización de envíos de ropa y alimentos. En los hospitales hay largas colas para donar sangre y son numerosas las cuentas bancarias que se han abierto para ayudar a los supervivientes.

El Ministerio de Bienes Culturales anunció que los ingresos de los museos estatales del domingo 28 de agosto, se destinarán a trabajos de restauración del patrimonio cultural de la zona que ha sufrido graves daños. Desde Facebook se ha lanzado la iniciativa, a la que ya se han adherido más de 700 restaurantes entre ellos varios chef famosos, de incluir espaguetis a la Amatriciana en el menú y por cada plato donar dos euros para las víctimas del seísmo.

El fiasco de L’Aquila sobrevuela la futura reconstrucción

Mientras se rescatan cadáveres en Amatrice, lo que fue unos de los «burgos más hermosos» de Italia, al igual que en el resto de localidades afectadas, se habla ya de reconstrucción: «Lo que necesitamos son fondos para reconstruir. Aquí no ha quedado nada. No hay actividades comerciales», explicaba el alcalde, Sergio Pirozzi. El recuerdo del terremoto de L’Aquila, donde en el 2009 perdieron la vida 309 personas y otras 65.000 quedaron sin hogar, está muy presente. La reconstrucción allí fue polémica y miles de personas se vieron obligadas a dejar el centro de la ciudad para trasladarse a barrios más alejados de nueva construcción.

Alejandro Perucci, alcalde de Arquata del Tronto, es tajante: «La gente quiere que las casas se reconstruyan dónde estaban. Arquata es un monumento histórico con sus casas del Cinquecento y tendrá que ser símbolo del renacimiento». En L’Aquila, con el centro de la ciudad aún vacío y los edificios apuntalados, se han derrochado millones de euros en proyectos y en corrupción. Por eso, Matteo Renzi no quiere caer en lo errores de Silvio Berlusconi y se ha apresurado a declarar que «queremos una reconstrucción verdadera para que los habitantes de estos pueblos puedan seguir manteniendo su comunidad y conserven el pasado de estas localidades».

La fiscalía de Rieti ha abierto una investigación tras constatar daños en algunos de los edificios que habían sido rehabilitados con fondos del terremoto del 2009. La escuela de Amatrice, que había sido inaugurada en el 2012, tras someterse a unas obras para respetar la normativa antisísmica, ha caído como un castillo de naipes. Lo mismo ha ocurrido en el campanario de Accumoli. Y los dos millones de euros que Protección Civil había puesto a disposición del hospital para ponerlo en regla nunca llegaron a usarse.

Los expertos explican que mientras en las pequeñas casas de piedra poco se puede hacer para evitar derrumbes, en los edificios reconstruidos tras el terremoto del 2009 no debería de ocurrir lo mismo. La normativa antisísmica es obligatoria y tendrían que haber resistido como ha ocurrido en Norcia, epicentro de la segunda réplica del martes. Solo ha sufrido pequeños daños gracias a la reconstrucción realizada tras el terremoto de 1997.