La UE apela a la unidad en la cita por los 60 años de su tratado fundacional

Cristina Porteiro
Cristina Porteiro BRUSELAS / CORRESPONSAL

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CLAUDIO PERI | Efe

El Gobierno polaco amenaza con boicotear mañana la declaración de Roma

24 mar 2017 . Actualizado a las 08:01 h.

«Nosotros, los representantes de los 27 Estados miembros...». Así arranca la declaración de Roma que mañana sellarán los jefes de Estado y de Gobierno de la Unión en el sexagésimo aniversario de los Tratados de la UE. Todos menos la primera ministra británica, Theresa May. Su ausencia es el síntoma de que algo ha cambiado en la historia del proyecto europeo. 

El brexit ha roto los esquemas. ¿Qué hacer de ahora en adelante? ¿Es inevitable el desmoronamiento de la UE como sugieren los eurófobos? Solo hay un concepto en el que todos los países están de acuerdo: la unidad. Es el mensaje que impregna toda la declaración. A partir de ahí, hay un conglomerado de peticiones particulares a las que se ha intentado buscar encaje. 

Derechos sociales

España insiste en la Unión de los derechos sociales, Alemania en la de la responsabilidad, Francia en la EU a varias velocidades y Polonia... No está muy claro qué quiere el Gobierno polaco que ayer amenazó a sus socios con boicotear la cita y rechazar la declaración. A la primer ministra polaca, Beata Szdylo, le chirrían las «varias velocidades».

Varsovia teme que la frase «actuar juntos cuando sea posible, a diferentes ritmos e intensidad cuando sea necesario, como hemos hecho en el pasado dentro del marco de los Tratados y dejando la puerta abierta a aquellos que quieran unirse más tarde» se convierta en una UE de dos divisiones. Szdylo se ha enzarzado con sus socios aunque fuentes diplomáticas  apuntan a que se trata de otra pataleta más para ganar apoyo en casa. «No nos han anunciado la crisis y cuando la hacen, la anuncian», aseguran. Hasta sus socios de Visegrado (Hungría, República Checa y Eslovaquia) se distancian. «Polonia ahora mismo está muy sola», reconocen esas mismas fuentes.

El texto que resta es un cóctel de palabras y declaraciones de intenciones muy ambiciosas, pero nada clarificadoras. Un lenguaje útil para quienes comparten una misma voluntad y no se ponen de acuerdo en cómo avanzar juntos. Lo único que está claro es que la UE se enfrenta a «retos sin precedentes» y que el federalismo quedará en hibernación durante el próximo decenio mientras la UE lidia con el terrorismo, los movimientos eurófobos, Rusia, la crisis migratoria, las tensiones internas y la hostilidad del nuevo inquilino de la Casa Blanca, Donald Trump. El ministro de Finanzas alemán, Wolfgang Schäuble, admitió ayer al FT que no es el momento oportuno: «No hay una mayoría de países para ceder más cuotas de soberanía a Bruselas», aseguró. 

¿Se ciernen más riesgos sobre la declaración de Roma? Sí. A Varsovia se le ha unido a última hora Grecia. El primer ministro heleno, Alexis Tsipras, también amaga con arruinar la ceremonia. Su Ejecutivo lidia con dos graves crisis: La económica y la de refugiados. Atenas trata de desbloquear sin éxito otro tramo del tercer rescate. Sus socios y el FMI se niegan. En su territorio siguen atrapados miles de migrantes mientras sus socios regatean las cuotas o abiertamente se niegan a colaborar en la reubicación. Paradójicamente, «solidaridad» es otra de las consignas que recoge la declaración que termina con «nuestra Unión es indivisible». Cuatro días después, Londres pedirá el divorcio.